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En busca de una agricultura climáticamente inteligente

El investigador Juan Cruz Colazo, del INTA San Luis, integra un proyecto financiado por el Organismo Internacional de Energía Atómica sobre el desarrollo de prácticas para el secuestro de carbono en suelo y la mitigación de gases de efecto invernadero.

Por redacción
| 28 de octubre de 2024
Un aporte global. Juan Cruz Colazo (izquierda), junto al equipo internacional de investigadores, tras exponer en el Centro Internacional de Viena.

El investigador Juan Cruz Colazo de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA San Luis es parte de un proyecto financiado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA) sobre el desarrollo de prácticas para el secuestro de carbono en suelo y la mitigación de gases de efecto invernadero.

 

Se trata de la segunda reunión de coordinación del proyecto sobre "Desarrollo de prácticas para el secuestro de carbono en suelo y la mitigación de Gases de Efecto Invernadero".

 

El especialista presentó los resultados clave de la investigación realizados en San Luis sobre el secuestro de carbono en pasturas de alfalfa, la emisión de óxido nitroso (N20) en suelo, gas metano (CH4) en animales y cálculos de huella de carbono (C) en cultivos de cobertura.

 

El objetivo principal del proyecto es el desarrollo de prácticas en el marco de lo que se denomina la agricultura climáticamente inteligente, que busquen mitigar los gases de efecto invernadero o aumentar lo que es el secuestro, de carbono en suelo.

 

"Todos los sistemas agropecuarios emiten gases como el metano y el óxido nitroso, pero también el dióxido de carbono. Sin embargo, tienen la posibilidad de contrarrestar esas emisiones a través de remover ese dióxido de carbono de la atmósfera y secuestrarlo en el suelo", explicó el investigador a suplemento El Campo.

 

Lo que se busca, amplió, son aquellas prácticas que en definitiva reduzcan las emisiones o aumenten el secuestro.

 

Contó que esta colaboración surgió de la participación en un proyecto anterior que era similar pero estaba más relacionado con lo que llama sistemas mixtos o sistemas integrados entre agricultura y ganadería y como "realmente les gustaron nuestros resultados nos invitaron a participar en este nuevo proyecto".

 

El Organismo Internacional de Energía Atómica tiene una sección que se dedica a todo lo que es manejo de suelo, agua y de nutrientes, que trabaja en conjunto con FAO, que son las agencias internacionales que están en el marco de las Naciones Unidas.

 

"Los resultados que encontramos es que aún en las condiciones de nuestros sistemas de producción aquí en San Luis, donde tal vez comparado con otras regiones las precipitaciones son menores y donde además tenemos suelos que son más arenosos, menos desarrollados, la alfalfa es una pastura que nos permite, a través del desarrollo de sus raíces, poder secuestrar carbono cuando la comparamos frente a sistemas con cultivos anuales continuos, básicamente rotaciones de soja y maíz".

 

Agregó que eso se debe a que hay un mayor crecimiento radicular por parte de la alfalfa que permite, inclusive cuando compararon el primer metro, tener un mayor stock de carbono frente a esos otros sistemas: "En ese sentido, podemos afirmar que estamos secuestrando carbono mediante el uso de estas pasturas".

 

 Por otro lado, también midió la producción de óxido nitroso, que se hace con una técnica particular mediante cámaras especiales, donde en un determinado momento del día, en cada intervalo de 15 minutos, va tomando gases y luego los analiza por cromatografía y obtiene la cantidad de este gas, que tiene un potencial de calentamiento muy alto.

 

"Lo que encontramos es que no hay mucha diferencia entre la pastura y la situación agrícola", detalló.

 

Campos de San Luis. La investigación incluyó una medición sobre el secuestro de carbono en pasturas de alfalfa.

 

Colazo precisó además que por último midió la emisión de metano por parte del ganado: "Este gas se produce por una fermentación entérica; tenemos que pensar que la mitad de las emisiones en el sector agropecuario en Argentina corresponden a la ganadería y de estas, el 75% corresponden a este proceso que es la fermentación entérica".

 

En este caso, lo que se comparó fueron dietas de diferente calidad de alfalfa en una primera etapa de invernada. Y lo que se encontró es que, si bien la cantidad total de metano era muy similar, aquellos animales que fueron alimentados con una alfalfa "premium", de mejor calidad, tenían un mayor aumento de peso diario.

 

"Cuando uno compara estas emisiones de metano por peso vivo, encontramos que utilizando raciones de mejor calidad, tiene una menor emisión de este gas por peso vivo", reveló.

 

Pero también mostró resultados aprovechando que contaban con muchos años de experimentación en el uso de cultivos de cobertura, particularmente en el establecimiento Don Andrés, en Tilisarao, donde vienen siguiendo esos cultivos con el ingeniero agrónomo y docente-investigador de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), Marcelo Bongiovanni, desde 2013.

 

Aprovechando toda esa base de datos y esa información, lo que hizo Colazo fue aplicar un modelo de huella de carbono: "Esto es interesante porque la huella de carbono no solamente contabiliza los cambios en stock, sino que tiene en cuenta todo el carbono que directa e indirectamente, a través de los insumos que uno utiliza para hacer esos cultivos, puede calcular, realmente cuál es la huella de carbono".

 

Explicó que aplicando este modelo comprobaron que mejoraban el secuestro de carbono, y "no movíamos demasiado la aguja con respecto al resto de las emisiones".

 

"Cuando inclusive pudimos obtener un número general de todo el sistema, teniendo en cuenta todas las emisiones y este secuestro de carbono, nos encontramos con que nuestros sistemas tienen una huella de carbono bastante neutra, o sea, se tiende a ser cero, y que inclusive, esa huella puede volverse negativa, fijar más carbono a través de la introducción de estas prácticas como el uso de cultivos de cobertura", especificó.

 

Dijo que para este trabajo se evaluaron cultivos de cobertura invernales, como centeno, cebada y trigo, aunque los que utilizaron para modelar fueron los dos primeros.

 

"Lo interesante de todo esto es que desde el punto de vista ambiental, uno lo que puede hacer es demostrar que estas prácticas, por ejemplo, el tema de los cultivos de cobertura, que nosotros sabemos que tienen muchos servicios, bueno, podemos demostrar que uno de los servicios adicionales que tenemos es el secuestro de carbono y por lo tanto la reducción en la huella de carbono en nuestros sistemas", advirtió el investigador del INTA San Luis.

 

Destacó que contar con estos beneficios ambientales trae beneficios económicos a la hora de las exportaciones: "Hoy el mundo, particularmente Europa, está pidiendo que los alimentos tengan la menor huella de carbono y de esta manera podemos demostrar que estamos aplicando prácticas que tienden a reducirla".

 

En síntesis, los resultados de la investigación incluyeron el secuestro de carbono en pasturas de alfalfa; emisión de óxido nitroso (N2O) en suelo con el estudio de las emisiones de este gas de efecto invernadero en suelos agrícolas; gas metano (CH4) en animales:, con el análisis de las emisiones de metano producidas por los animales, y cálculos de huella de carbono (C) en cultivos de cobertura: con evaluación del impacto de los cultivos de cobertura en la huella de carbono.

 

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