Se cumple un año del gobierno provincial

El mandato del gobernador de la provincia de San Luis es de cuatro años. Como asumió el 10 de diciembre de 2023, el próximo martes 10 de diciembre se habrá cumplido un año. O sea, se ha cumplido el 25% del mandato de Claudio Poggi. De todo lo que prometió hacer, de las promesas de campaña debería estar realizada, en promedio, la cuarta parte. El signo de la crueldad y de la destrucción es el distintivo. En algunos casos son hechos concretos, en otros son fuertes intentos que el coraje y la valentía de los hombres y las mujeres de San Luis impidieron.

Y se apuntó contra toda la estructura de equinoterapia. Un servicio que hace años la provincia presta y que resuelve un serio problema de muchos niños y niñas, y que sería muy difícil de afrontar con los ingresos de los participantes. La lucha de algunos padres mantiene viva la posibilidad de subsistencia. Y se apuntó contra las escuelas generativas, contra sus docentes, contra la comunidad educativa. Y un buen grupo de alumnos lamenta seriamente tanta destrucción y tanto vaciamiento. Y muchas reparticiones públicas se vieron y se ven seriamente amenazadas. O se las destruye, o se las vacía a través de la falta de recursos y del recorte presupuestario. Y hay mucha tristeza, desazón e impotencia. No hay ninguna explicación racional que pueda justificar tan brutales decisiones y tan salvajes acciones.

Otro intento no concretado fue el de endeudar a la provincia. No registraba antecedentes. No se pudo sostener argumento alguno. Ni los propios interesados sabían explicar las razones que llevaban a las autoridades a comprometer las finanzas de la provincia. Se pretendió desdoblar los salarios de los trabajadores, y se concretó al inicio de la gestión. La lucha de los trabajadores y algunos argumentos contundentes destrozaron la inédita maniobra. La aparición de cuantiosos plazos fijos no pudo ser contenida como prueba elocuente de la capacidad financiera y la solvencia con la que se inició esta gestión. Y con el detalle singular que destaca a San Luis por sobre todas las otras provincias y que ni la peor hipocresía pudo desvirtuar: esta administración recibió un gobierno sin deuda alguna. De ningún tipo y especie. Y las estadísticas oficiales lo muestran: el nivel de endeudamiento es cero. Ni exigua, ni limitada; la deuda de San Luis era nula. Así lo documentó el propio Ministerio de Economía de la Nación. Además del salario, otro que se partió en dos fue el canal oficial, en una decisión que sigue sin ser explicada y que resulta altamente onerosa para el erario provincial. La calidad del material que se emite no mejoró en absoluto, y la opacidad del manejo financiero va en aumento.

Como medidas pretendidamente trascendentes figura la ley que promueve el narcotest, que ya fue violada por varios funcionarios toda vez que ignoraron el promovido sorteo para algunos funcionarios. El otro esfuerzo notable del gobierno fue el exhaustivo control de los certificados médicos que presentan los empleados públicos. Nadie en su sano juicio puede avalar que estos procederes sean los pilares del crecimiento de la provincia. La otra noticia descollante es que, en una búsqueda frenética de todo el gabinete, se logró encontrar un colectivo que todo el mundo sabía dónde estaba. En lo cultural, pudo saberse que algunos funcionarios del gabinete estaban muy cansados de escuchar canciones que constituyen el mejor acervo cultural de San Luis. No quedó claro si el ministro del área compartía o no el cansancio, tampoco tuvo tiempo de explicarlo porque lo fueron. En realidad, ya lo habían ido, pero nadie le avisó. En realidad, le avisó un funcionario encargado de la difusión de los actos de gobierno. Su comunicado fue tan confuso que, al día de hoy, no se logra comprender su contenido.

Sería interesante que el Poder Ejecutivo haga conocer su propio balance. Haga saber a la población exactamente cuáles son los objetivos, cuáles son las estrategias, las políticas, las ideas. Es lo menos que se merece una sociedad tan castigada y empobrecida. Y trescientos sesenta y cinco días parecen suficientes para cambiar el discurso, hacerse cargo de las responsabilidades y dejar de culpar a los antecesores.