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Liberaron a los dos detenidos por el asalto a lo "poliladron"

Los arrestaron en dos procedimientos, pero el fiscal ordenó su libertad  porque había muchas dudas y pocas pruebas.

Por redacción
| 18 de abril de 2024
El domicilio de las víctimas está en la manzana 6978. Los delincuentes buscaban dinero, solo hallaron $5 mil. Foto: Juan Andrés Galli.

La Policía de Villa Mercedes creyó haber arrestado a dos de los tres delincuentes que asaltaron a una familia del barrio Unión, vestidos como si fuesen efectivos de la Fuerza. Pero tal número de sospechosos detenidos se redujo a cero cuando el fiscal que instruye la causa analizó detenidamente las pruebas y determinó que no había elementos suficientes ni para sostener las imputaciones en su contra. En consecuencia, tuvo que ordenar que ambos hombres recuperaran la libertad.

 

El primero de los sospechosos, de apellido Maio, fue aprehendido la tarde del sábado 6, luego de una breve persecución y dos allanamientos por calle Zabala Ortiz al 200, en la que demoraron a varios sospechosos de asaltar a mano armada un comercio.

 

Los elementos probatorios contra Maio, en un principio, parecían sólidos, no solo para endilgarle lo del atraco a la familia Fernández del barrio Unión, sino también para ese posterior asalto a un negocio. Todo indicaba que podría caberle una imputación por "Robo calificado por el uso de arma de fuego y por ser en poblado y en banda" en dos hechos, un delito que no tiene otra pena que no implique la cárcel.

 

Pero no, un par de días después, el fiscal instructor 1, Maximiliano Bazla Cassina, decidió retirar los cargos formulados en contra del joven y dispuso que no permaneciera un día más tras las rejas porque "había dudas" sobre la participación de Maio en el asalto a la familia.

 

Lo mismo sucedió con el segundo sospechoso, de apellido Nicolo, de 27 años. Ese joven cayó el miércoles 10. Los efectivos llegaron hasta él luego de un seguimiento de los registros de las cámaras de seguridad de la ciudad. Los investigadores siguieron el rastro de un Renault Clio negro, similar a aquel en el que se conducían los delincuentes.

 

Así llegaron a un domicilio de calle Sucre, ubicado en el barrio Estación. Allí encontraron un vehículo como el referido por el damnificado, con la chapa abollada y el parabrisas roto, y asumieron que era el que había usado la banda que robó vestida de policías.

 

Por eso los oficiales solicitaron permiso al fiscal para requisar esa vivienda, secuestrar el rodado y otros elementos vinculados a la causa que pudieran haber. El resultado fue la incautación del coche negro y una camisa celeste, y la detención de Nicolo.

 

Al igual de lo que pasó con Maio, más tarde el representante del Ministerio Fiscal (MF) decidió no mantener los cargos formulados contra el joven y disponer su libertad.

 

 

Terror a la medianoche

 

El atraco que ya no tiene ni un sospechoso tras las rejas sucedió en la medianoche del viernes 5, en la manzana 6978 del barrio Unión.

 

Los primeros minutos de ese sábado alguien tocó la puerta de la casa de los Fernández. El dueño de la vivienda abrió y vio a dos hombres que, por la forma en la que vestían, parecían policías. También advirtió a un tercer sujeto que los esperaba en un Clio negro.

 

Los hombres no le preguntaron ni la hora. Uno de ellos sacó un arma de fuego, le apuntó, le pegó un culatazo y le ordenó que le diera todo el dinero que tuviera. Luego le dieron una trompada en la cara a su pareja y revolvieron la vivienda, ante la mirada helada de la nena del matrimonio y su amiga.

 

Los ladrones se llevaron lo único que hallaron de dinero en efectivo, unos 5 mil pesos.

 

 

Unos ladrones insistentes o una "casa marcada"

 

Esa no fue la única visita que la banda había hecho a lo de los Fernández. Más temprano, el mismo día del asalto, habían ido a la vivienda. Al igual que la segunda vez, tocaron la puerta, pero quien los atendió en esa ocasión fue la hija menor de edad del matrimonio. Los delincuentes le preguntaron a la chica por su padre, porque supuestamente tenían una notificación que él debía firmar.

 

Pero ella les contestó que su papá no estaba. Entonces, los hombres vestidos de azul y calzados con borceguíes no insistieron y se marcharon, o eso pareció.

 

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