El camino hacia la producción de huevos de alta calidad en San Luis
Siguiendo la tendencia mundial de producción aviar en lugares libres, el emprendedor puntano Paolo Pitavino arrancó con dos mil ponedoras en su granja de Estancia Grande y el objetivo es llegar a las 10 mil. Busca proveer a toda la provincia.
C on tan solo cuatro meses vida, dos mil gallinas ya proporcionan 1.400 huevos diarios, un indicador que al productor puntano Paolo Pitavino le confirma que el novedoso sistema, bajo el cual produce, funciona.
Todo el complejo late bajo una rígida rutina en la Granja Avícola Matilde, ubicada en un pintoresco entorno de Estancia Grande, San Luis, donde Paolo, junto a su madre Sonia Bona y su hija Matilde recibió a suplemento El Campo.
Lo que llama la atención al llegar al holgado predio es la tranquilidad con la que circulan las dos mil gallinas, que tienen comida a discreción, picos automáticos de agua y un sector de postura, con nidos abarrotados de huevos que son retirados una vez al día y almacenados en maples para entregar a clientes fijos en la misma jornada.
Claro que hay cierto alboroto cuando el encargado Hugo Salas llega con desechos de frutas y verduras frescas, que proporciona como un snack. De todos modos, una vez al día, a través de un túnel construido con mallas antigranizo en desuso que consigue en Mendoza, las gallinas son conducidas a un lote contiguo para pastar alfalfa, un forrajera que le proporciona color y firmeza a la yema.
Paolo cuenta con una rica experiencia en producción de huevos: "Esto viene de un estudio que vengo haciendo hace 6 años, cuando trabajaba en relación de dependencia para una empresa, que es la más grande de Cuyo y que hoy cuenta con más de 600 mil ponedoras".
El productor contó que estaba asentado hacía diez años en Italia cuando en 2012 le llegó la propuesta de dirigir la transición a un sistema automatizado de la granja sanjuanina.
"En Italia había terminado Agronomía y había hecho una especialización en rumiantes menores y después me interesé en las ponedoras. Armamos una granja nueva en Pocito, a 25 kilómetros de San Juan, con los primeros galpones automáticos que trajimos de España, a donde viajé para conocer la tecnología que en Argentina aún no había", recordó. También visitó en Italia la segunda firma más importante en fabricación de jaulas automáticas para comprar más módulos. Y después hizo lo mismo con otra empresa de Alemania, donde adquirió el tercer galpón, al tiempo que terminó convirtiéndose en asesor de la empresa para el mejoramiento de jaulas.
"Ese año viajé a Italia, hice la especialidad en avicultura, y ahí me encontré con este sistema, con el que se está tratando de volver a los orígenes de la producción aviar en lugares libres, y que sea una producción sostenible, porque la gallina suelta tiene más duración en vida que la que vive en jaula", destacó.
El funcionamiento del sistema en Estancia Grande es testeado permanentemente y está previsto que al cabo de un año de producción se elabore un informe para analizar el comportamiento de la gallina.
Paolo decidió independizarse y se lanzó a emprender en su pago natal, básicamente porque aquí se dispone de maíz durante todo el año y de expeller de soja de dos grandes plantas que funcionan en San Luis. El objetivo es llegar a 10 mil ponedoras y abastecer de huevos a toda la provincia. Antes de fin de año sumará otras 4 mil y el año próximo otra tanda similar.
Pitavino compró las ponedoras Dekalb Brown en Entre Ríos con un día de vida y las recrió en Estancia Grande. Es una genética desarrollada en Brasil por la misma compañía. A pesar de los buenos resultados, la próxima tanda de pollas serán de la raza Hy-Line Brown W80, de origen alemán, una línea que va mejor con el sistema de pastaje y el aire libre, explicó.
La dieta se compone con el 40% de espeler de soja y 60% de maíz. Aparte, se le agrega carbonato de calcio, que es la conchilla molida, para la resistencia de la cáscara, sal gruesa de San Luis y un pequeño núcleo con vitamina A y E, fósforo y calcio en otra presentación, que es absorbible para los huesos de las gallinas. "El huevo hoy en Argentina, con los problemas económicos que hay, es la proteína más barata que estamos teniendo, porque un maple de huevos tiene 1,800 kilo de proteína, algo que no existe en otro alimento por este precio", valoró.
El objetivo de llegar a proveer a toda la provincia se sostiene con el conocimiento y la experiencia del productor: "El mercado tiene sus momentos, hay días que al huevo te lo piden más, como ocurrió la semana pasada, que agoté todo lo que teníamos y por eso debimos recoger antes para cumplir con los clientes fijos, que se llevan toda la producción".
Aseguró que el huevo producido en San Luis se vende todo porque la mayoría del que se consume en la provincia viene de San Juan, Mendoza y Entre Ríos: "La gente elige mucho el huevo de acá, eso en Europa, que está muy de moda, se llama kilómetro cero, quiere decir que el consumidor le tiene más confianza al producto que fue elaborado cerca".
Esa decisión de consumo se adopta porque como el huevo es un alimento muy perecedero, al venir de otras provincias tiene un vencimiento que se desconoce. Como tampoco se conoce qué manipulación tuvo ni en qué condiciones se almacenó.
A ello se le suman altos costos de flete y logística, que se agregan al precio final. "La idea nuestra es del nido al consumidor. Hasta ahora hemos estado vendiendo todo fresco, el huevo que recibe el cliente no tiene más de dos días, no necesita cadena de frío", indicó.
El productor insistió en que el huevo no lleva cadena de frío, solamente se recomienda guardarlo en un lugar fresco y oscuro, condiciones que le permiten durar unos treinta días, aunque los productos de la Granja Matilde persisten unos 15 a 20 días, ya que se trata de huevos naturales.
Por otra parte describió que el problema del huevo en Argentina es que en las épocas de invierno hay más producción, porque la gallina tiene frío, come más y pone más. En cambio, en verano, el calor hace que la gallina coma menos y cae la producción con un huevo más chico.
Durante esa estación suele haber muertes súbitas de gallinas por el calor. El productor destacó que en estos sistemas que aplica en Estancia Grande las ponedoras caminan, se mueven, se ventilan y se mojan la cabeza con los picos automáticos.
"El consumo de huevo en Argentina creció exponencialmente en la pandemia. Llegamos a tener que duplicar los planteles los que producimos huevo para poder abastecer a la población, porque no llegábamos. Es más, estuvimos casi a punto, aunque no se podía, de importar huevo porque no dábamos abasto", recordó.


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