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Dos jóvenes buscan que Santarone se haga cargo de las secuelas de un choque

El contador causó un accidente a finales de 2022. Ya faltó a dos audiencias judiciales con dos mujeres damnificadas.

Por redacción
| 20 de agosto de 2024
22 de diciembre de 2022. Santarone colisionó con una moto. Por el impacto, el motociclista terminó atropellando a dos jóvenes que estaban en la vereda. Foto: Gentileza.

Una charla en una esquina céntrica de la ciudad capital se convirtió en una pesadilla para las primas Virginia y Agustina Pipitone. Juntas salieron caminando del gimnasio y pararon en Caseros y Junín, para despedirse. En ese momento, un Peugeot 3008 embistió a una moto en la que iba Saúl Agustín Villegas y este las arrastró hacia una pared. “Recuerdo todo con tanta precisión, fue el 22 de diciembre de 2022, después de las 20. Recibimos muchos golpes. Desde entonces, tanto para mí como para mi prima y nuestras familias todo cambió”, recordó Agustina. El hombre que ocasionó el choque, Facundo Santarone, “ni siquiera nos preguntó cómo estábamos”, expresó la joven, quien esperaba encontrarse con él en una audiencia de mediación este último jueves, pero “él decidió borrarse, una vez más”.

 

Después del accidente, ambas guardaron cada comprobante, cada estudio que debieron hacerse, actas policiales y judiciales. Presentaron todo como debían, pero la aseguradora de Santarone disminuyó las lesiones que fueron corroboradas a través de una videollamada. “Cuando no hay empatía por el otro, cuando no hay un interés genuino por ser solidario o no hay responsabilidad para resolver la macana que te mandaste, falla todo. Desde un principio teníamos esperanza de que en algún momento atinara y apareciera, pero no”, sentenció la joven y agregó que a causa de las lesiones la pasaron muy mal las dos, tanto que recién un año y medio después resolvieron hacer público lo que les pasó.

 

“Fueron, literalmente, segundos. Facundo, quien venía por la Caseros, nunca frenó y no tenía el paso, venía por la izquierda. Tenía prioridad el chico de la moto que subía por Junín”, explicó Agustina, todavía angustiada. “Los atajé a los dos, cuando el auto embistió a la moto. Saúl salió despedido hacia nosotras, que estábamos paradas en la esquina”, agregó.

 

“No sabemos con qué parte del cuerpo Saúl le pegó en la cara a Virginia —continuó—, le produjo un gran hematoma, heridas cortantes y le partió los dientes. Los dos cayeron sobre mí y nos arrastramos los tres hasta la pared. Virginia se levantó desesperada y en shock, lloraba. Yo quedé en el piso, no podía mover la pierna. Sentía dolor en todos lados, me empecé a examinar, moví los dedos, me toqué la cabeza para ver si tenía sangre o si me había lastimado, pero no. Tenía un chichón enorme producto del golpe. Cuando me vi la pierna, me asusté más porque creí que la había perdido, pero me di cuenta de que no, estaba en su lugar”.

 

“Del otro lado de mi cuerpo tenía al chico de la moto. Él venía sin casco, así que básicamente le salvamos la vida. En ese momento llegaron las ambulancias. Se paró mucha gente a ver el accidente. Virginia llamó a nuestras familias. Este hombre (Santarone) estaba parado al lado de su auto, demostró un desinterés total. Nunca nos preguntó si estábamos bien”, remarcó.

 

Las familias damnificadas consiguieron el número de Santarone para comunicarse con él, quien “se hizo el interesado un día, me consiguió un turno para hacerme una tomografía computarizada, pero eso fue todo. Fui al neurólogo por mis propios medios. Estoy estudiando Medicina y por eso tengo contacto con médicos que me quieren y que me revisaron. Se mostraron enojados porque no me habían hecho ninguna de las cosas que se hacen ante un traumatismo de cráneo, que era lo que yo tenía”.

 

“Cuando volvemos a encontrarnos con Virginia, o por videollamada, lloramos. Podríamos haber muerto. Nadie se percató de eso. Recuerdo que la ambulancia me llevó a mí, pero no a Virginia, quien, como caminaba, suponían que estaba bien. Mi papá lo quería matar. Pedí que me hicieran una radiografía. Me preocupé porque vomitaba mucho. Solo me dejaron en observación”, relató la joven y continuó: “Sería genial decir que todo quedó ahí, pero no solamente tuvimos golpes, visibles y no visibles a simple vista; por mucho tiempo decidimos quedarnos en casa, nos costaba mucho salir a la calle. Nos daban miedo las motos y los ruidos fuertes. Tuvimos unos meses bastante duros con Virgi”, recordó.

 

Agustina especificó que todos los estudios que vinieron después fueron por los dolores que persistían. "Tengo una hernia cervical, más cierta imposibilidad de mover la cadera, porque me duele. No volví a ser la misma. Quienes me conocen saben que soy muy activa y siempre hice deportes. Ahora no tengo la misma fuerza. El trauma psicológico está. Lo emocional está para atrás. Esperaba de su parte que al menos se hiciera cargo de lo físico. Del otro lado recibimos soberbia, malos tratos, nos trataron de mentirosas”, expresó.

 

La joven indicó que tuvieron que escuchar frases como “se puede vivir con eso” y “no es para tanto”. “No nos quedó otra que hacer todo particular y gastar fortuna. Virginia todavía no se arregla los dientes. Claramente, es bastante caro. Se perdieron cosas materiales como zapatillas y celulares, que eso es lo de menos. Nos iban a dar alrededor de cien mil pesos, pero con eso, aun hace dos años, no hacemos nada”, dijo Agustina.

 

Pidieron entonces ayuda a una abogada; hoy, quien las asesora legalmente es Alexandra Belén Sosa. “Ella entendió lo que nos estaba pasando. Nos vio mal, quebradas. Fuimos a la primera mediación, ni Santarone ni su abogado se presentaron, fue una pérdida de tiempo. El mediador fue Fernando Miranda”.

 

“Nosotras sentimos que a Facundo Santarone no le importa nada, se siente impune, no le afecta nada de lo que nos pasó por su imprudencia. En otro momento nos pidió dos semanas para arreglar las cosas, pero solo dilató los tiempos, el jueves tampoco se presentaron, entonces tomamos la decisión de hacer esto público. Lo pensamos mucho y la verdad es que no perdíamos la esperanza de que hiciera lo correcto. Podríamos estar muertas. Ojalá no vuelva a repetirlo y aprenda a ser persona”, indicó.

 

El objetivo de las dos jóvenes es que quien causó el accidente “se haga cargo y se responsabilice de lo que hizo. Que pida disculpas, que repare el daño. Le dimos un montón de posibilidades para que mostrara humildad y humanidad, al menos un poco de interés. Pero nos hizo pasar momentos muy malos y quiero que de eso también se haga responsable”, concluyó Agustina.

 

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