Suma más de 20 robos en un mes, pero le dieron prisión domiciliaria por ser menor

Con solo 17 años, E. ya conoce a casi todos los policías de todas las comisarías de Villa Mercedes; también a todos los fiscales y a varios jueces. Entre los efectivos de la fuerza se rumorea que en el ambiente es "más famoso que el dulce de leche". Pero de dulce no tiene nada. Solo este último mes sumó más de 20 causas por robos en distintos puntos de la ciudad y bajo modalidades cada vez más violentas. Actúa solo o acompañado, armado o sin armas, a la hora que sea y en el barrio que se le antoja. Este jueves, en un intento por frenarlo y hacerlo entrar en razón, una jueza del Juzgado Penal Juvenil y Contravencional de Villa Mercedes le dictó una de las medidas más severas que puede imponerle por ser aún adolescente: la prisión domiciliaria.

Como medida adicional, el joven deberá tratar la supuesta adicción a las drogas que asegura tener e ir una vez a la escuela, para terminar sus estudios primarios. Pero esa promesa ya la ha hecho antes y jamás la cumplió. El 29 de agosto habrá una audiencia de control en la que la jueza Antonella Magnano Panero controlará si efectivamente cumple con esas condiciones. La magistrada ya le advirtió que si no lo hace deberá tomar medidas más drásticas. El próximo paso sería enviarlo a otra provincia, a un establecimiento al que van todos los adolescentes con problemas penales.

Solo en la semana que estuvo de turno la fiscal Daniela Torres el joven fue denunciado por diez robos, en los que asaltó a varios adolescentes de su misma edad o más chicos. A algunos los interceptaba en la parada de algún colectivo o en una plaza y los engañaba con la misma historia. "Hermano, te conozco. No sabés lo que me pasó, me robaron. Vení que te muestro, que acá está mi otro hermano", les decía. Y cuando la víctima se descuidaba, las golpeaba, les quitaba el celular, les volvía a pegar y las amenazaba. 

Uno de esos asaltos fue el 1º de agosto. Al día siguiente robó una moto y quedó grabado en una cámara de video. Luego, junto a otros delincuentes, "se metió en una casa de calle Chacabuco, que los dueños estaban refaccionando, y la peló", contó una fuente judicial. De inmediato comenzó a vender lo que había saqueado de la vivienda. En la motocicleta que había sustraído antes halló papeles, de los cuales se valió después para hacer "compras falsas en un kiosco", agregó.

"Al otro día vendió esa moto y robó unas llantas. Robó en una verdulería e hizo otra compra con una tarjeta robada en otro kiosco", recordó el informante, entre los tantos delitos que cometió E. el último mes.

Durante la última audiencia la jueza le llamó la atención también a sus padres. Puesto que los fiscales sospechan que hay un grado de complicidad de parte de ellos, dado que cada vez que aprehenden al adolescente jamás "tiene un peso". "El último teléfono que se robó vale casi dos millones de pesos ¿Qué hizo con la plata de esa venta o qué hace su familia?", expresó otro informante.

E. es consciente que, por el momento, al penal no puede ir. Por eso cada vez que lo demoran mira a los efectivos con cierto aire sobrador. No obstante, según comentan, en casi todas las comisarías ya tienen marcado en el calendario el día de febrero que cumple años. Esperan, sobándose las manos, a que pasen los seis meses que faltan para que se convierta oficialmente en un adulto y pueda ir preso.