Los ingenieros de la NASA encendieron con éxito un conjunto de propulsores que la Voyager 1 no utilizó en décadas para resolver un problema que podría impedir que la nave espacial de 47 años pueda comunicarse con la Tierra a miles de millones de kilómetros de distancia.
Cuando la Voyager 1 despegó hacia el espacio el 5 de septiembre de 1977, nadie esperaba que la sonda todavía funcionara hoy.
De allí que como resultado de su excepcionalmente larga misión, la Voyager 1 experimenta problemas a medida que sus componentes envejecen en las gélidas zonas exteriores más allá del Sistema Solar.
La Voyager 1 es la sonda espacial más alejada de la Tierra en la actualidad, a unos 24.000 millones de kilómetros de distancia. La sonda opera más allá de la heliosfera (la burbuja de campos magnéticos y partículas del Sol que se extiende mucho más allá de la órbita de Plutón), donde sus instrumentos toman muestras directamente del espacio interestelar.
A principios de este año, los ingenieros detectaron un problema cuando el tubo de combustible dentro de uno de los propulsores de la Voyager se obstruyó. Si los propulsores están obstruidos, no pueden generar tanta fuerza para mantener la nave espacial estable. Los propulsores de la Voyager mantienen la nave espacial orientada de manera que pueda comunicarse con la Tierra.
Si la Voyager 1 no está posicionada de tal manera que su antena apunte a la Tierra, la nave espacial no puede “escuchar” los comandos del control de la misión ni enviar datos.
El equipo comprendió que tendría que enviar comandos a la nave espacial para cambiar a otro conjunto de propulsores, pero la solución no sería sencilla.
No es la primera vez que la Voyager 1 tiene que cambiar a otro conjunto de propulsores. Por fortuna, la nave espacial tiene tres conjuntos de propulsores: dos de propulsores de actitud y uno dedicado a maniobras de corrección de trayectoria.
La Voyager 1 utilizó los propulsores para una variedad de propósitos mientras sobrevolaba planetas como Júpiter y Saturno en 1979 y 1980, respectivamente.
Ahora, la nave espacial sigue una trayectoria invariable que la aleja del Sistema Solar, por lo que sólo necesita un conjunto de propulsores para ayudar a mantener su antena apuntando hacia la Tierra.
A medida que la Voyager 1 y su sonda gemela, la Voyager 2, fueron envejeciendo, el equipo de la misión ha ido apagando poco a poco los sistemas no esenciales de ambas naves espaciales para conservar energía, incluidos los calentadores. Como resultado, los componentes de la Voyager 1 están más fríos, y el equipo sabía que no podía simplemente enviar un comando a la Voyager 1 para cambiar inmediatamente a uno de los propulsores de actitud sin hacer algo para calentarlos.
No obstante, la Voyager 1 no tiene suficiente energía para volver a encender los calentadores sin apagar algo más, y sus instrumentos científicos son demasiado valiosos como para apagarlos y arriesgar que no vuelvan a encenderse, dijo el equipo.
Entonces descubrieron que era posible apagar uno de los calentadores principales de la nave espacial durante aproximadamente una hora, lo que permitiría a los ingenieros encender los calentadores de los propulsores y realizar el cambio de forma segura.
Este plan funcionó y el 27 de agosto la Voyager 1 volvió a depender de uno de sus propulsores originales para mantenerse en contacto con la Tierra.
La información recopilada por estas sondas ayuda a los científicos a comprender los secretos del Universo. Y tal vez encontrar respuestas a temas incomprensibles para la especie humana.


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