SAN LUIS - Viernes 27 de Junio de 2025

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Juan Ignacio Filardi: tratando de no olvidar Cromañón

Sobrevivió a la tragedia de Cromañón junto con su padre y dos amigos. El joven, quien hoy tiene 35, analiza el adelanto de la nueva serie de Amazon Prime que se basa en la tragedia y recuerda cómo fue el fatídico recital de "Callejeros".

Por redacción
| 23 de septiembre de 2024
Juan Ignacio junto a su papá, los dos sobrevivieron a la tragedia de Cromañón. Foto: internet.

Abrir los ojos, estar en el infierno, como un cigarrillo que comienza a consumirse o una hornalla que quedó prendida en una casa cerrada. No hay escapatoria, resignarse es la única opción. Cerrar los ojos y dormirse. Volver a despertar y estar afuera, en la oscuridad, amparado por el aire de la noche descubierta, del pecho sale una sustancia negra y espesa. Así fue la fina línea entre sobreviviente y víctima que transitó Juan Ignacio Filardi el 30 de diciembre de 2004, en República Cromañón.

 

Juan tenía 15 años cuando fue con dos amigos y su papá, Oscar, quien acompañó a los menores, a pesar de las quejas del adolescente, a ver a "Callejeros" en el establecimiento ubicado en el barrio de Once de la Ciudad de Buenos Aires. A sus 35 años, reconoce que aunque fue la peor noche de su vida, fue la mejor de su padre, sin quien hoy no estaría vivo.

 

El actual periodista y productor reflexionó con Cooltura sobre los sucesos de esa noche, las secuelas y su mirada de las medidas actuales de seguridad en los recitales y eventos masivos. Además, opinó sobre el adelanto de la nueva serie "Cromañón", de Amazon Prime, que aún no tiene fecha de estreno.

 

―¿Cómo te enteraste de la serie 'Cromañón', de Prime Video?

 

―Justo el día que salió el trailer lo vi a través de redes sociales y al ratito, obviamente, Oscar me lo mandó; él está muy encima de todas las noticias y lo que acontece referido al mundo Cromañón, a la causa, etcétera. Entonces lo vi dos veces en un mismo día y de dos maneras distintas: me lo crucé como un contenido nuevo en las redes sociales, un adelanto a lo que venía, y después sí me llegó, por decirlo de alguna manera, del lado Cromañón, porque mi papá me lo mandó y me dijo: 'Che, mirá, se viene esto'.

 

―¿Se contactaron con ustedes?

 

―Puntualmente con él y conmigo la producción no se contactó. Se contactaron muchísimo otros medios y la Televisión Pública, en un momento, para hacer un programa específicamente sobre mi historia, que se llama 'Los Filardi', de padres e hijos. Sin embargo, esta producción puntualmente no se contactó, pero sí sé que hablaron con sobrevivientes y que hay una ficción, por decirlo de alguna manera, armada sobre hechos y relatos reales. De hecho, por lo que tengo entendido, cuenta la historia de dos sobrevivientes puntualmente.

 

―¿Te impactó ver la tragedia ficcionada?

 

―Me impactó de dos maneras distintas. Primero, le voy a dar el mismo tratamiento que le doy a cualquier contenido, soy cliente de todas las plataformas, como cualquier persona, tengo Netflix, Amazon, HBO y alguna más también. Si me entretiene, es llevadera, tiene algo para descubrir, porque más allá de que yo soy sobreviviente de Cromañón, no me lo contó nadie y no hace falta que nadie me venga a explicar lo que pasó, digo, siempre puedo descubrir algo. Si se dan esas condiciones de cualquier serie o contenido de medios, la voy a mirar.

 

Ahora, si me genera algo malo, está mal actuada o tiene datos falsos, no la voy a mirar. En ese sentido, es el mismo tratamiento que a cualquier contenido. Y, por otro lado, lo que sí considero es que tal vez, pero esto lo digo antes de verla, solamente con ese minutito de trailer, lo que pienso a priori es que quizás Cromañón a 20 años estaba más tal vez para un documental que para una ficción.

 

Es una sensación que tengo ahora. Tal vez me siento delante de la tele, la miro, descubro un montón de cosas y hay denuncias, información nueva y también sirve por más que sea ficcional. A priori, me da la sensación de que Cromañón es una tragedia que todavía está muy presente porque volvió a pasar, que todavía tiene que enseñarse, que educarse sobre Cromañón, y un documental me parecía que era el tipo de producción que ameritaba esta causa.

 

―A primera vista, incluso se ve un poco de una historia de amor también…

 

―Sí, como periodista y productor de contenidos, yo lo entiendo desde el lado de contar algo que tal vez venda más. Hoy se busca romantizar todo, hasta las peores desgracias, los peores villanos, los peores crímenes, a todo se le busca el lado bueno, el romantizar, el generar apego. Entiendo que la producción va por ahí, que busca ser taquillera, tener una cantidad de reproducciones equis. Creo que era más para un documental, para contar historia, si había que contarlo de manera cruda, que sea de manera cruda, pero con un objetivo más educador, de concientización, un ejercicio activo de memoria, para que no siga ocurriendo. Después de Cromañón hubo otros Cromañón, más allá de que no se murieron 194 pibes, uno o 194 es lo mismo. Evidentemente, tenemos que seguir profundizando. A mí me hubiese resultado más interesante un documental que nos enseñe sobre el control gubernamental, las verificaciones, las habilitaciones de los boliches bailables, sobre cómo es la organización de un recital y cómo fue en ese momento, cuántas partes intervienen, cómo debe ser el comportamiento del público. Eso una ficción por supuesto no lo va a tener. Después, tampoco me quiero poner en ser contrario a todo, incluso en el barro puede nacer una flor; si la historia cuenta un romance, una familia que se formó desde el dolor, desde la peor noche de su vida, también es válido.

 

―¿Cómo fue, puntualmente, esa noche? ¿Era común que tu papá te acompañara?

 

―No, había ido solo con los pibes en los anteriores, pero cuando le dije a mi papá que íbamos a Cromañón, Oscar trabajaba por la zona y automáticamente me dijo que a ese recital puntual iba si me acompañaba él. Y qué ojo tuvo. Yo no quería saber nada, pero menos mal que vino. Nos juntamos en mi casa, en Villa Urquiza, salimos en el bondi 71, nos bajamos en plaza Once y ya había mucha gente haciendo filas, había venta de entradas y de merchandising. Llegamos a la puerta del lugar, nos cachearon, nos revisaron mucho, a Oscar también; a él le llamó la atención, le hicieron sacar las zapatillas y la gente de seguridad les explicaba que muchas veces los menores les dan cosas a los padres como pensando que a ellos tal vez no los van a revisar. Entramos al boliche, le dije que fuera para arriba, que yo quería estar solo con mis amigos ahí en el campo. Arriba fue un despelote tremendo, lo mandé al muere; por suerte, pudo salir rápido y bien, solamente tuvo una quemadura desde lo físico. Cuando vimos la banda soporte, que era 'Viejas locas', y entre ellos y 'Callejeros' salió a hablar Chabán (productor de 'Callejeros') desde la cabina de sonido, pidiéndole a la gente que se deje de joder con las bengalas, con los fuegos artificiales, que iba a pasar lo que pasó en Paraguay, que se incendió un shopping y los dueños pensaron que la gente en la evacuación se iba a robar los productos, entonces cerraron las puertas de emergencia. Él citaba permanentemente ese ejemplo. La gente lo puteaba, lo cargaba, cuestiones normales del rock, pero evidentemente el tipo sabía dónde estaba. Arrancó 'Callejeros', duró un minuto, paró la música y yo ahí me perdí de mis amigos. Veo que Fontanet deja de cantar, que los músicos empiezan a bajar del escenario, miro para atrás y había como un círculo de gente muy grande en el escenario, como si fuese un agujero de pogo, porque estaba cayendo un poquito de media sombra quemada a la pista; era como un cigarrillo que se consumía lento. En un primer momento, pensé que era algo que se solucionaba y que seguía el show, hasta que se bajaron todos los músicos y se cortó la luz. La gente se desesperó por completo, me di cuenta de que estaba pasando algo malo, me venía el recuerdo de mi madre cuando te dice que no dejes la hornalla prendida con todo cerrado. No sabía dónde estaban mis amigos, pensaba mucho en ellos, yo había convencido a la madre de uno para que lo dejara venir y tenía en la cabeza que no podía volver sin él.

 

―¿Cómo salieron?

 

―Mis amigos pudieron salir, estaban apretados contra una puerta de emergencia que estaba cerrada con candado, pero la gente desde la calle la abrió. Yo no pude salir, nunca encontré la puerta. Creí ubicarme por donde estaba, porque llegué como a un sector de la barra, pero era imposible ver la salida y me quedé sin fuerza. Me caí al piso y me quedé dormido porque ya no tenía más nada que hacer. Cuando me desperté, ya me habían sacado; estaba en la puerta, en un camión de bomberos. Me tiraron agua, me incorporé como pude, estaba en la vereda de enfrente, donde antes estaban vendiendo merchandising y entradas. En ese momento, lo veo a Oscar, mi papá, quien estaba corriendo hacia la puerta desesperado. Me encuentro con él, quien ya estaba con mis amigos, porque él había puesto un punto de encuentro por si nos perdíamos, que era la vuelta debajo del terraplén. Visualmente, estaban enteros. Yo estaba destruido. Una familia vecina nos ayudó, colaboró mucho con nosotros, nos llevó a casa y ahí, cuando nos encontramos todos los padres, uno era médico, me vio y me mandó al hospital. Estuve 14 días con intoxicación por monóxido de carbono. Había perdido prácticamente toda mi capacidad respiratoria, escupí negro durante un año, volví al colegio y era el chico raro. De a poco fui recuperando todo.

 

―Contabas que tu papá se mantiene más involucrado. ¿Cómo fue el después de la tragedia para ambos?

 

―Pasaron 20 años, así que en este tiempo ha pasado de todo. Tenía 15 años cuando fui a República Cromañón; hijo único, una relación con mi papá tal vez de choque, yo era un poco vago, me costaba el colegio.

 

En esa relación sucedió Cromañón y fue duro, pero también nos dio un punto de encuentro, un tema de conversación muy personal de él y mío, más allá de que mi mamá Adriana también fue víctima en algún punto, por más de que no vino. Somos los tres un equipo, pero es algo que tengo con él. Esa noche yo no quería que él fuera y me dijo que para dejarme ir con mis amigos tenía que ir él. Como cualquier adolescente o preadolescente, quería empezar a salir solo y muchos años después se lo dije, que esa noche fue su mejor noche, se manejó con una capacidad total, fue con su hijo, con sus dos amigos y dejó a cada uno en su casa, en manos de su padre. Esa noche él hizo absolutamente todo por mí. No solamente me ayudó y colaboró para que me recuperara, porque estuve muy mal, sino que aparte también se ocupó de mis dos amigos; él tuvo gran responsabilidad en que nos pudiéramos encontrar, en que pudieran volver a casa. Esa noche él ya pagó todo, no tiene que hacer más nada por mí; por supuesto es mi padre y lo sigue haciendo.

 

―¿Y ahora, 20 años después?

 

―A medida que fue pasando el tiempo, la conversación entre él y yo sobre Cromañón sigue. En su momento fue la causa penal y civil, ahora esto de la serie o cuando aparece alguna noticia; nos compartimos información todos los meses. En algún tiempo estuvimos involucrados con una ONG de familiares de víctimas, también colaboramos, hoy estamos un poco más alejados de eso, pero él sigue trabajando: es un vecino muy participativo de la Ciudad de Buenos Aires, todos los años intenta armar alguna especie de homenaje. Sé que ya está planificando algo por los 20 años con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Fue una noche muy dura, muy cruda, que obviamente nadie quiere vivir, pero que una vez que pasó, no tengo duda de que en estos 35 años que yo tengo y que él es padre, fue su mejor noche, sin duda.

 

―Tenías 15 años, quizás habías ido a algunos pocos recitales en tu vida hasta ese momento. ¿Cómo fue tu vínculo después con ese tipo de eventos? ¿Cómo es en la actualidad?

 

―Había ido a Obras Sanitarias a ver a 'Callejeros' en junio de 2004 y a Excursionistas, en diciembre de ese mismo año; cuando anunciaron el show de Cromañón, ahí con mis amigos dijimos: 'Vamos', sin dudarlo. Después de la tragedia, yo salí de estar internado el 14 de enero y después tenía que ir todos los días al hospital. Salí con una indicación muy puntual, que era que no me podía agitar, no podía ni cruzar la calle corriendo, producto de la pérdida de capacidad respiratoria que tenía y toda la intoxicación por monóxido. Era deportista en ese momento, iba a todos lados corriendo, hacía deporte en el colegio; todo se quedó quieto. En junio de ese año, con mis amigos pintó ir a ver 'La Renga', a la cancha de Vélez, en un lugar abierto. Me acuerdo de que estábamos llegando medio tarde, algo que no hay que hacer en un evento masivo. Íbamos por la avenida Juan B. Justo con mis amigos, teníamos 16 años, y estaba la Policía pegando palazos. La entrada era un descontrol, se empieza a escuchar de afuera que arrancaba el recital y veía cómo esa línea de policías reprimían en el ingreso; ya no te pedían entrada, era esquivar ese palazo y estabas adentro, prácticamente. Me acuerdo que ahí cerré los ojos, tomé aire, respiré, pensé: 'Esto no es lo mismo que Cromañón. Está pasando otra cosa, no es una tragedia, es la Policía de mierda pegando palazos, como siempre lo hizo'. Siempre fui muy futbolero también, entonces pude identificar que era otra cosa. Cerré los ojos, corrí, esquivé el palazo y sentí cómo arranqué, no me quedé. Ese fue mi primer temor que tuve en un evento. Vimos un recital impresionante, 'La Renga' presentaba el disco 'Detonador de sueños' y estuvo espectacular. Ese fue mi primer recital pos-Cromañón. Después fui al Luna Park, a unos festivales de reggae, y vi un lugar superiluminado, con la salida de emergencia marcada, con audios que te pasaban indicando las vías de evacuación, con mucha luz, con intervalo; vi algo ordenado. Después, de los 15 a los 35 años que tengo ahora fui a todos los boliches que te puedas imaginar: cachengue y electrónica, fui a recitales, fiestas, a ver a San Lorenzo. He visto de todo, lugares perfectamente organizados con todos los recaudos que hay que tener y otros que están en deuda con eso todavía, lamentablemente.

 

―¿Hay un poco de ese sabor amargo en las víctimas de algún tipo de violencia o tragedia, que marcan un precedente y a partir de ahí se hacen leyes de prevención? 

 

―Por supuesto. Es un sabor muy amargo. Nosotros, como sobrevivientes de Cromañón, cuando vimos la tragedia de Once, cuando vimos Beara, un boliche en el que murieron dos chicas jóvenes porque se cayó un entrepiso que no estaba habilitado, te da una angustia muy grande. Cuando vimos el caso, hace poco, en San Miguel, que explotó una velita de un centro de mesa porque se había prendido fuego, pensaron que había un bidón de agua y era de alcohol en gel, y murió una chica... en esas situaciones te das cuenta de que no se trabaja en la prevención, sino que siempre se corre detrás. Este es un país en donde no se trabaja en la prevención, sino que directamente se prohíbe. El fútbol es un gran ejemplo: no se trabaja en la prevención de que no haya violencia en la cancha, se prohíben los visitantes, directamente. Después, cuando se corre detrás, cuando se sancionan las leyes, tardan en reglamentarse en el mejor de los casos y en el peor, no se controla y no se verifica el cumplimiento de las normativas. Tal vez estás previniendo y si pasa igual, por lo menos estuviste amparado en la ley, en la normativa. Siempre es un dolor muy grande, como te dije al principio, ya sea una o 194 víctimas, es feo de verlo y saber que otras familias están pasando por una situación similar a la que pasaste.

 

―¿A quién le adjudicás la responsabilidad, a la banda, a la organización o al espacio?

 

―A todos y recién mencionás tres, faltan los dirigentes políticos de la Ciudad de Buenos Aires de ese momento, con Aníbal Ibarra a la cabeza, y otros funcionarios debajo de él que eran los responsables de las habilitaciones de los boliches bailables. Los policías, los bomberos, quienes firmaron la habilitación, el organizador, el dueño del boliche, la banda, que se defendió primero en conjunto y después, individualmente. Todos los que acabo de mencionar fueron responsables.

 

 

Inspirada en hechos reales, la serie de "Cromañón"

 

"Esta serie dramática sigue a un grupo de amigos adolescentes cuyas vidas fueron alteradas por los eventos reales alrededor del incendio que aconteció en el club República Cromañón de Buenos Aires, en 2004", así introduce Prime Video a la serie "Cromañón".

 

La historia será contada desde la perspectiva de Malena (Olivia Nuss), una chica de 19 años que sueña con convertirse en artista. En la noche del incendio, Malena asiste al recital de su banda de rock favorita con sus amigos, sin saber que en ese evento perderá a muchos de sus seres queridos. Cuatro años más tarde, regresa a su barrio de la infancia para reconciliarse con el pasado y sobreponerse a la culpa que siente por haber sobrevivido al incendio.

 

Está dirigida por Marialy Rivas y Fabiana Tiscornia, con el guion de Josefina Licitra, Pablo Plotkin y Martín Vatenberg. Aún no se reveló la fecha exacta; la serie se estrenará antes de fin de año para más de 240 países.

 

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