El corazón sobre todo
Llevado de cuento a serie, el episodio cardíaco que cambió la vida de Hernán Casciari sigue sumando versiones, levemente modificadas, convenientemente acomodadas.
Alan Sabbagh es un actor de 45 años que hace rato lucha por un protagónico que le cambie la carrera y la vida. Muy efectivo como parte secundaria de un elenco más amplio -con otras figuras en las marquesinas-, el artista había tenido hasta ahora un solo papel principal en “El rey del Once”, una notable pero olvidada película de Daniel Burman.
Hernán Casciari es un escritor de 53 años que hace rato goza del prestigio de seguidores de todo el mundo, a tal punto de convertirse, probablemente, en el narrador argentino más exitoso de su generación. En diciembre de 2015, en una casa de alquiler en Montevideo sufrió un infarto que le cambió la carrera y la vida.
Sabbagh y Casciari confluyen en Ariel Santoro, el personaje que lleva adelante la historia de “El mejor infarto de mi vida”, la serie de seis capítulos que se estrenó en Disney y que cuenta el episodio cardíaco que Hernán vivió en carne propia.
En 2015, Casciari era un escritor con reconocimiento firme aunque creciente en Argentina que vivía en España y que había conseguido repercusión con su blog “Más respeto que soy tu madre”, que Antonio Gasalla había convertido en una popular obra de teatro que brillaba en la porteña calle Corrientes y Marcos Carnevale en película, olvidable, con Florencia Peña y Diego Peretti. También, para entonces, ya había publicado su libro de cuentos “Messi es un perro”.
A partir del infarto, el escritor dejó de fumar, adelgazó y se radicó nuevamente en la Argentina para obedecer un recado de los médicos que le pidieron que no viajara tanto.
Todo eso y algunas cosas más están relatadas con la pluma particular de Hernán en “El mejor infarto de mi vida”, el libro que editó en 2018 y con el que reafirmó su estilo ágil, ameno, fácil de leer, pero que tiene una característica sobresaliente por todas esas: la primera persona.
Casciari escribe todo con el yo como protagonista, lo que provoca en el lector la antiquísima duda literaria si lo que se cuenta es real o no. Sabemos de Hernán casi todo: que nació en Mercedes, que fumó mucha marihuana y más tabaco, que se fue a vivir a Buenos Aires, que su padre era un fanático de Racing, que su madre una típica señora de pueblo, que le gusta el fútbol, que su hermana se casó con un hombre complejo, que tenía un amigo del alma con el que hicieron maldades de todo tipo, que tiene una hija, que tuvo una pareja española, que tuvo un infarto.
Y todo lo sabemos porque lo escribió en sus libros.
Cuando era un desconocido y comenzó a subir en su blog los relatos de “Más respeto que soy tu madre”, muchos lectores creyeron que Mirta Bertotti era un personaje real. La trama de engaños de Hernán había comenzado.
Para la serie de Disney, la adaptación modifica, suprime y hace más televisivos algunos detalles del relato literario, que a su vez había modificado, suprimido y hecho más literarios algunos detalles de lo que sucedió en realidad.
Así es que la literatura de Casciari transforma un acontecimiento real en algo verosímil y, en el mismo acto, en una obra de arte que no siempre se acomoda a lo estrictamente real.
La historia del infarto es muy conocida: el escritor tenía unos compromisos en Uruguay y, como odia los hoteles, decidió hospedarse una casa de familia que ofrecía sus instalaciones. Estaba recién separado tras 15 años de relación, comenzando un nuevo romance y, posiblemente, deprimido.
En esa estadía sufrió un paro cardiorespiratorio que lo hubiera llevado a la muerte de no ser porque los dueños de la casa lo llevaron rápidamente al hospital y pidieron ayuda a la Policía. Con gracia, Casciari se refiere en su cuento a lo que hubieran dicho en Argentina al conocer la noticia de su muerte infartada acompañado en la habitación de alquiler por una señorita.
Posiblemente, más que lo que escribió en el cuento “El mejor infarto de mi vida”, lo que expandió la literatura de Hernán tras el episodio cardíaco fue el comentario que dejó en Airbn cuando le pidieron que clasifique su estadía.
Allí, nuevamente el autor mostró su pluma punzante y escribió unas líneas que bien podrían ser su introducción de “Cien años de soledad”, de no ser porque antes había escrito ese inolvidable relato sobre Messi que comienza así: “La respuesta rápida es por mi hija, por mi esposa, porque tengo una familia catalana. Pero si me preguntan en serio por qué sigo acá, en Barcelona, en estas épocas horribles y aburridas, es porque estoy a cuarenta minutos en tren del mejor fútbol de la historia. Quiero decir: si mi esposa y mi hija decidieran irse a vivir a Argentina ahora mismo, yo me divorciaría y me quedaría acá por lo menos hasta la final de la Champions. Y es que nunca se vio algo parecido adentro de una cancha de fútbol, en ninguna época, y es muy posible que no ocurra más”.
La reseña que dejó en Airbn también fue la puerta de las oportunidades al matrimonio uruguayo que salvó al escritor y que lo recibió meses después en una visita de sincero agradecimiento. En la serie, la historia de la pareja y la de la mujer que acompañó a Hernán en el viaje tiene casi el mismo peso que la del protagonista.
En buena parte por su argumento, por las actuaciones (la de Rafael Spregelburd como un abodado mediático es sencillamente excepcional) y por la ágil adaptación que se hizo al lenguaje audiovisual, “El mejor infarto de mi vida” resulta muy entretenida, aunque de mayor disfrute para los fanáticos de Casciari, quien convalida su propio pasado convenientemente modificado con su presencia en un cameo en el final del último capítulo.


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