Adolescencia, divino tesoro
Dos de las series más vistas del mes tienen a los jóvenes como protagonistas, aunque con diversos enfoques y resoluciones. Pero con un factor común: la distancia atroz con el pensamiento y el conocimiento adulto.
Dos series que sumaron muchas visualizaciones en las últimas semanas tienen al tratamiento de una edad que puede ser de oro pero también de mucosidad casi como centro. Una es obvia desde su título: la británica “Adolescencia”; en tanto que la otra es un policial del siempre taquillero Harlan Coben con producción argentina, “Atrapados”. Con distintas visiones y algunos puntos en contacto, ambas historias analizan comportamientos, pensamientos, reacciones y respuestas de los chicos ante situaciones límites.
Escrita y protagonizada por Stephen Graham -reconocido por papeles en “Snatch: Cerdos y diamantes” y “Pandillas de Nueva York”, entre otras violencias-, la serie inglesa cuenta con cuatro capítulos de aproximadamente una hora que desatan la historia de un chico de 13 años que es acusado de asesinar a una compañera de la escuela.
“Adolescencia” alimentó algunas polémicas por la intervención de las redes sociales en las relaciones afectivas de los chicos y trajo a la luz un término que puede ser nuevo para algunos adultos pero que es altamente reconocido por la juventud: Incel. Se refiere a los varones con dificultades en establecer vínculos con las chicas de su edad y es una conjunción de "célibe involuntario".
Más allá de eso, la serie también resume la relación entre el joven acusado y su familia, fundamentalmente su padre, protagonizado por Graham. El adolescente de la historia es detenido de manera muy violenta por la Policía en un primer capítulo que mantiene un ritmo y una tensión que baja progresivamente a medida que avanzan los episodios.
El joven acusado se perfila como manipulador, a veces violento, negador, a veces pacífico, posesivo y misógino. Todo, a los 13 años.
Es muy claro el modo de estructurar la historia que eligió el director, en donde los capítulos -si bien parte de un todo- tienen una independencia que bien podría presentarse como pequeñas cápsulas. En el segundo episodio, por caso, el escenario exclusivo es la escuela del protagonista, donde los investigadores intentan penetrar en el cerrado círculo adolescente, una tarea que padres intentan, muchas veces sin suerte, cada día.
Pero fue el tercer capítulo el que despertó las mayores incomodidades para los espectadores. Una hora de charla entre el joven ¿asesino? y una psicóloga que le repite todo el tiempo que no está para juzgarlo y que solo podría ser atractiva para los profesionales de las ciencias de la mente. El resto del público estará entre el tedio, la incomprensión y el bostezo.
Otro ritmo, otro paisaje y otra realidad propone “Atrapados”, protagonizada por Soledad Villamil como una periodista tan comprometida con su trabajo que, sin darse cuenta, deja de lado a su hijo adolescente por una investigación. Es interesante cómo la mujer discute con su hijo cada vez que el chico le reclama más atención. La madre cree que tiene una dedicación total, mientras el joven y el argumento le demuestran todo lo contrario.
Aunque se puede vender como una serie cuyos protagonistas son adultos (tiene un elenco muy nutrido al que a Villamil se suman Juan Minujín, Alberto Amman, Mike Amigorena, Fernán Mirás y Victoria Almeida), los mayores conflictos se encierran en torno a jóvenes que sufren abusos sexuales, que se describen desamparados, desprotegidos y asesinados. Y asesinos.
La participación de Matías Recalt -quien sorprendió en “La sociedad de la nieve”- y, fundamentalmente, de Carmela Rivero, bisnieta del gran Edmundo, entregan a la historia un impulso sanguíneo que no tendría si no fuera por ellos y sus personajes. El primero como el hijo de Villamil y factor importante para el desarrollo del argumento; la chica como una violinista que desaparece y que desata la trama.
El descubrimiento más logrado de la serie -en conexión con “Adolescencia”- marca la distancia atroz que hay entre los adultos y los jóvenes en cuanto a muchos elementos que necesitan estar en armonía para una convivencia ideal. La tecnología es, acaso, el más evidente y el más obvio, pero hay otras situaciones que desnudan una relación plagada por la incomunicación y las diferencias.
La familia, las responsabilidades, los compromisos, los apegos, las pérdidas, las ganancias, las pérdidas, el dinero, todo es capturado en la serie por las distintas visiones, relacionadas, claro, con la edad. Una simple mirada demuestra que las diferencias son mucho más notoria de lo que se cree y de lo que parece.


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