Las risas y las mezclas de un grupo que va de un lado a otro
Uno de los grupos que renueva los sonidos folclóricos en el país pasó nuevamente por la provincia y mezcló a Bach, la cumbia santafesina, José Luis Aguirre, Zitarrosa y B.B. King.
En diez años Chechelos construyó una carrera que en paralelo a una serie de hitos, como la consagración en el Festival de Cosquín en 2017, mostró un crecimiento sostenido y sin freno en cuanto a su propuesta artística.
Hace una década, cuando comenzaron a girar por el país, el neuquino Ramiro Zárate Gigli y el bonaerense Mauro Sarachian componían un dúo de chelos llamado a ser parte de la renovación del sonido folclórico argentino. La conjunción de un instrumento proveniente de la música clásica en los ritmos populares no pudo hacer más que llamar la atención de un público dispuesto a escuchar cosas nuevas.
Chechelos no solo le dio eso a su gente sino que además no paró de modificar su estructura como banda: hace años se convirtieron en trío y ahora son cuarteto. A eso se sumó hace algunos años la incorporación del humor a sus recitales, una decisión indudablemente feliz. “En realidad nosotros queremos contar chistes y en los tiempos libres tocar el chelo”, bromeó Ramiro en un momento del recital.
El público puntano conoce a Chechelos probablemente desde sus inicios, ya que fueron muchas las veces que el grupo tocó en la provincia. La génesis del recital más grande de los que hicieron en la provincia -el viernes a la noche en la sala Berta Vidal de Battini- se encuentra en febrero de este año, cuando el grupo llenó dos veces All right, el bar de la avenida Illia y hasta dejó gente afuera.
Envalentonados con ese éxito, Zárate y Sarachian decidieron volver rápidamente a San Luis, acompañado por la notable percusionista (que también demostró sus dotes para la danza) Sol Stampfli y el excepcional guitarrista Joaquín Piovano.
Para extender la fusión de música popular y clásica, Chechelos mezcla ritmos y estilos aunque su elección es el folclore como plataforma de lanzamiento.
Cuecas cuyanas, gatos, escondidos, huellas y sus respectivas modificaciones musicalizaron un concierto que fusionó al cordobés José Luis Aguirre con el uruguayo Alfredo Zitarrosa, al misionero Ramón Ayala con el estadounidense B.B King y el alemán Johann Sebastian Bach con “El bombón asesino”.
El grupo se adjudicó la creación de algunos ritmos literarios como el “gatocardio” (ideal para hacer zumba con música nacional) o el escondido western (que matiza las discusiones de pareja con ritmos folclóricos) y con eso resumió su propuesta humorística y musical para una noche llena de aplausos y risas


Más Noticias