Ayer, Esperanza Alejandra Barzola y Mario Molina pasaron su primera noche en la cárcel. Hacía más de diez días que estaban bajo custodia policial, pero la jueza Virginia Palacios les dictó prisión preventiva por la muerte de su pequeña hija Nazarena y los dos fueron trasladados al Penal. La magistrado les imputó el delito de “Homicidio calificado por el vínculo, el ensañamiento y la alevosía”, y pese a los esfuerzos de la defensa por probar que la madre de la beba no había podido hacer nada por su hija por la marginalidad y sumisión en la que vivía, Palacios la acusó de ser coautora del asesinato, igual que a Molina.
En los fundamentos de su decisión, la jueza penal Nº3 destacó la actuación de la defensa de ambos, “quienes han sabido enaltecer la función de abogar por los intereses de sus asistidos” con “una actividad probatoria incesante y que lamentablemente no es habitual en la práctica judicial”. Pese a ello, ni Barzola ni Molina pudieron desligarse de la responsabilidad en lo ocurrido: la muerte de una beba de cinco meses, producto del maltrato y las torturas sistemáticas que recibía.
En el caso de Molina, Palacios tuvo en cuenta los testimonios y las pruebas que acreditaron que él estuvo en su casa las horas previas al fallecimiento de la nena.
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