Cinco años pueden ser una costumbre. Y si la alegría es el motivo que conduce como elemento común, la repetición se hace más divertida y, paradójicamente, menos repetitiva. La quinta edición del Carnaval de Río de Janeiro en San Luis comenzó ayer con más color, más diversión y más días. Este año serán tres noches las que observen la invasión de risas y caderas cariocas en Potrero de los Funes.
Recién desvinculado de Ideas del Sur, hoy llega Mariano Iúdica para animar las últimas dos noches.
Por eso, hasta mañana, San Luis será una sucursal de la fiesta más espectacular que se conozca en el planeta. Las garotas pasearán su simpatía, las bailarinas moverán sus dotes entre purpurina y los mulatos demostrarán con orgullo la blancura de sus dientes en cada sonrisa.
De eso se trata el carnaval en estos días de fiesta. De la conjunción de dos culturas. Porque en la primera de las noches -como en la de hoy y en la de mañana- hubo muchos puntanos sobre el sambódromo. Estuvieron algunos conocidos (Camila Partenza como reina de la scola puntana, Nazareno Bizotto como el cantante de la garganta eterna, Rodrigo Otazú como dueño de un espectáculo de primer nivel), pero también se vieron cientos de anónimos celebrantes del carnaval.
Fueron ellos, los desconocidos, los que se perdían entre el brillo de los trajes hechos en la provincia, quienes pusieron el número necesario para la fiesta.
Antes de las siete de la tarde, con el sol escondido entre las irrepetibles sierras de Potrero de los Funes, los pasistas comenzaron a llegar, ansiosos algunos, expectantes otros, ajenos los más chicos; y con la responsabilidad de saberse parte del espectáculo casi todos.
Fueron los más chiquitos los encargados de romper el hielo. Los chicos emocionaron, bailaron, rieron, se divirtieron y volvieron a emocionar. Seis meses de trabajo (más detalles en la edición de hoy del suple ETC) se vieron por fin plasmados en el sambódromo provincial.
Veintiséis comparsas, murgas y batucadas de San Luis y Villa Mercedes siguieron extendiendo la previa. Los barrios de las dos ciudades más grandes de la provincia tuvieron su lugar en una fiesta que les pertenece.
Hubo quienes tuvieron que hacer varios kilómetros para participar: la comparsa Dejambuka vino desde Concarán y un grupo de carnavaleros de Quines mostraron la alegría del interior provincial.
Cerca de las diez de la noche, los fuegos de artificio iluminaron las sierras que horas antes había encandilado el sol y dieron el inicio a la zona más caliente y colorida de la jornada.
Las modelos Rocío Marengo, Fernanda Vives, Dominique Pestaña y la sueca Alexandra Larson, entre otras, empezaron a pasearse y a saludar a cuanto espectador se lo pidiera y la bandera del Rey Momo quedó definitivamente plantada, por quinto año consecutivo, en el registro de una sonrisa binacional.
Uno de los momentos más importantes fue el paso de la esperada Escuela de Samba "Sierras del Carnaval", con una carroza dedicada al Pueblo Puntano de la Independencia. Con eso, por fin, se develó tras meses de labor y misterio.
A modo de escoltas, otras dos estructuras más pequeñas representaban a Juan Pascual Pringles y a la conjunción de Arquitectura y Tecnología.
Zancos, risas, pedidos de autógrafos, música y la efervescencia de un público encendido fueron el ambiente de la zona más puntana del carnaval. Los pasistas de San Luis demostraron la influencia de la alegría carioca y la capacidad de recepción de un estilo de diversión único en el mundo, pero perfectamente replicable en San
Luis.
Una segunda tanda de fuegos artificiales fueron el separador entre las carrozas nacionales de las brasileñas. Pasadas las once y media de la noche, el Carnaval de Río en San Luis pasó a ser más de Río de Janeiro que de la provincia.
Los brasileños empezaron a ingresar a la pista con el mismo espíritu que tienen cuando bailan en el carnaval más grande del mundo. Milthon Cuñha -un carnavalero que es toda una institución en su país y que tiene asistencia perfecta en la versión local- mostró otra vez la forma correcta de vivir semejante alegría.
Milthon cantó, bailó, mostró su creación, se enorgulleció ante el aplauso y se convirtió en uno de los máximos exponentes de la noche como director de una carroza alegórica a las culturas originarias, casualmente, uno de los estandartes de la política del Gobierno provincial.
La segunda carroza brasileña mencionó a los inicios de la Tierra, en referencia directa a la ecología y a la necesidad de cuidar el planeta.
Imposible no estar de acuerdo con un mensaje que, en medio de la risa, invita a la reflexión.
Cuando los ecos del corso parecían haberse acallado, la noche de Potrero invitó nuevamente al baile, esta vez como parte de un espectáculo más conceptual que tuvo al villamercedino Rodrigo Otazú como autor intelectual. Fue una sorpresa el espectáculo de baile y coreografía que se instaló en el escenario en la previa al show de David Bisbal. Una buena idea para un momento del show que en años anteriores estaba vacío.
Después vino David, el español de las bulerías, y un show de nivel internacional con el que se cerró la primera noche de un carnaval que tiene por delante todavía dos noches, con las mismas comparsas, algunas sorpresas, el romanticismo de Vicentico, la alegría decadente y la figura de "Jorgito".
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