SAN LUIS - Miércoles 15 de Mayo de 2024

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Hallaron a una profesora que había desaparecido sin razón

Por redacción
| 25 de abril de 2014
A la salida de la seccional 8°. Beatriz oculta su rostro cuando era llevada a Comisaría del Menor. | José Sombra

Llegó bien temprano a San Luis desde Río Cuarto. Como una vecina más, fue hasta la Casa de Gobierno. Quería que la autorizaran para trabajar como docente en la ciudad cordobesa. Mientras aguardaba que revisaran sus antecedentes, un guardia de seguridad del edificio la identificó. Aunque no la conocía, sabía que su cara le resultaba familiar de algún lado. Era la mujer que aparecía en todos los panfletos de solicitud de paradero con los que el uniformado se cruzaba. Era Beatriz Tobares, la profesora de Villa Mercedes que el 3 de marzo, de un día para el otro y sin avisarle siquiera a su familia, desapareció de su casa.

 

Beatriz fue examinada por un médico. El especialista indicó que tenía buena salud.


La aparición repentina de la mujer de 51 años por los pasillos de Terrazas de Portezuelo era algo que los investigadores sabían que, en algún momento, sucedería. Según confió el jefe de la Comisaría 8ª, Eduardo Ávila, fueron informados de una comunicación telefónica que la desaparecida había mantenido con alguien del Programa Capital Humano de Casa de Gobierno. "La mujer llamó el 18 de marzo. Habló para que la certificaran a dar clases en otra provincia", contó.

 


En las oficinas públicas, le dijeron que ése era un trámite que tenía que hacer personalmente y que la entrega de las autorizaciones podría demorar hasta 20 días. "A partir de eso, nosotros teníamos la esperanza que, en algún momento, la maestra se presentaría en ventanilla", afirmó el comisario.

 


Lo hizo hoy. Fue hasta la terminal de ómnibus de Río Cuarto, sacó un pasaje en la boletería de Andesmar, con destino a San Luis capital. De acuerdo a lo que le comentó después a los oficiales, ella estaba en la casa de una amiga que reside en esa ciudad cordobesa.

 


Beatriz arribó a la estación de micros puntana cerca de las 8. Al parecer, no perdió tiempo. Ahí nomás se dirigió hasta Terrazas del Portezuelo.

 


Se veía bien. Tenía una campera negra, un pantalón de gimnasia y unas zapatillas. Por lo que contaron quienes estaban ahí, Tobares no lucía confundida ni dejaba entrever que sufriera un tormento.

 


Cuando los efectivos de la Seccional 3° recibieron la orden de llevarla hasta la dependencia, para corroborar efectivamente si era la profesora villamercedina que había desaparecido hace más de un mes, el ánimo de la mujer cambió. Una vez en el destacamento, los uniformados confirmaron que estaban ante la mujer extraviada.

 


"Un médico la revisó y constató que su estado de salud era bueno", contó Ávila. De inmediato, una patrulla de la Unidad Regional II fue a buscarla hasta San Luis.

 


La trajeron a Villa Mercedes cerca de las 13. Estuvo en la seccional 8ª hasta que el personal tramitó su pase a la Comisaría del Menor. Allí aguardaría hasta que el juez de Instrucción N° 2, Leandro Estrada, decidiera si la dejaría al cuidado de algún familiar o conocido.

 


"Cuando uno la ve parece que está bien, pero al rato uno se da cuenta de que empieza a deambular, como que se pierde. Estuvo callada y sumisa todo el tiempo", describió el jefe policial.

 


Según los datos que los investigadores recolectaron en este lapso, Beatriz habría viajado a Neuquén, donde tiene algunos parientes. También habría llegado a La Pampa, pero los oficiales aún no saben si la docente tiene familia o amigos ahí.

 


La señora vivía sola en una casa del barrio Pringles. Tenía un título en Historia y enseñó en la Escuela N° 431 "Ángela Chenau de Vecino" y los colegios N° 11 "Benito Juárez" y N° 14 "Doctor Ángel Luco". El último lugar de trabajo fue la escuela "Mariano Moreno", donde cumplía funciones administrativas en la biblioteca.

 


Según confiaron sus colegas, la muerte de su madre, hace un año y cinco meses, la afectó de sobremanera, la convirtió en otra persona. Se volvió más introvertida que nunca, a tal punto que los últimos meses había preferido directamente no hablar.

 


La preocupación de quienes la conocían nacía en que la docente, al parecer, sufría de un trastorno psiquiátrico o psicológico. "Algunos vecinos nos dijeron que en su domicilio solía quemar cosas en cualquier horario, y que temía que le fueran a colocar veneno o alguna sustancia en su tanque de agua, por lo que compraba de a diez bidones de agua envasada, porque no quería usar el agua corriente", contó, en su momento, el oficial principal Fabián Segura.

 


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