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El ABC del sorgo

Por redacción
| 06 de abril de 2014

Un grupo de técnicos del INTA dio una clase intensiva sobre uno de los cultivos más nobles tiene el campo: el sorgo. De la siembra, la fertilización, enfermedades, malezas y hasta sus posibles usos, los especialistas hablaron de los aspectos que rodean su producción frente a unas setenta personas, en medio de un lote repleto de sus distintas variedades, en la Estación Experimental de Villa Mercedes. 
Para ponerlo como protagonista en escena, este cultivo de verano es el quinto cereal en importancia a nivel mundial detrás del maíz, el trigo, el arroz y la cebada, con un aporte del 3% a la producción total. Es que por sus características agronómicas se puede incluir en las rotaciones, con beneficios para el suelo y con un potencial alimentario interesante para la ganadería –por lo que también puede usarse como forraje-, sobre todo por su eficiencia en la utilización del agua que lo hace más resistente a los períodos de sequía. Algo que atrae a los agricultores locales. 

 

El sorgo tiene un reducido volumen para el mercado internacional, con 6,1 millones de tons, de las cuales China concentra más del 40%.


Empezar por la raíz 
Para pensar en el sorgo,  lo primero que hay que hacer es planificar. Así por lo menos lo entiende el técnico del INTA, Marcelo Bongiovani, el encargado de abrir la jornada. Según dijo en su disertación sobre “Manejo de agua” para obtener buenos resultados hay que tener en cuenta una serie de aspectos para sembrar este cultivo. 
En principio, la elección del lote es crucial. “Como se trata de un cultivo rústico, debemos hacer  hincapié en mantener el lote que seleccionamos, limpio durante el invierno”, explicó.  Es decir libre de malezas, ya que si las dejamos prosperar, consumen el agua y los nutrientes que son para el cultivo que queremos implementar. Algo que es poco frecuente, “porque muchas veces mandan la siembra de sorgo al peor lote, en donde no se controlan las malezas ni se ajusta la densidad de siembra. Esto no debe pasar”, comentó.
También sugirió hacer cultivos de cobertura en invierno para ayudar en esta tarea, debido a incorporarlos protege el suelo de la erosión del agua y el viento, ayuda a mantener la humedad: “Si bien estos cultivos consumen agua, evitan la evapotranspiración y la balanza de agua termina dando positivo y repercute en los rindes de la siguiente campaña”. 

 


De ahí, lo segundo a considerar es el período de heladas en San Luis. “Esto nos marca que la fecha de siembra no puede ser muy temprano, es decir no puede ser antes del 15 de noviembre”, indicó y agregó que antes de esa fecha los suelos todavía no alcanzan los 18º necesarios para su germinación ya que, si bien no es fotosensible, es “muy sensible” a las bajas temperaturas y el riesgo está en un desarrollo “desparejo”. 
Aunque por otro lado, “tampoco nos podemos ir más allá del 10 de diciembre, porque después nos van a afectar las heladas tempranas, que llegan a fines de marzo y mediados de abril”. Entonces, como fecha promedio para la zona, está entre la segunda quincena de noviembre y los primeros días de diciembre, según el ciclo. “Para los ciclos largos, usamos la primera quincena, los intermedios en la segunda y los cortos para el comienzo de diciembre”, precisó. 
Y lo tercero es la densidad de siembra, porque a medida que pasamos la fecha de siembra, “lo recomendable es “acortar el ciclo y aumentar la densidad de entre un 20 a un 30% y acortar la distancia entre hileras”. Propuso 120 mil plantas a cosecha para ciclos largos, 140 en los medios y 170 para los cortos. 
 Así, Bongiovani recordó que estos tres aspectos: fecha de siembra, densidades y ciclos de siembra, deben ir de la mano para esquivar las heladas, conseguir una temperatura óptima, que en definitiva repercutirá a la hora de ver los resultados. 

 


Invertir en el suelo
Por eso, si la calidad y cantidad definen una buena campaña, el ingeniero agrónomo Daniel Funaro del INTA Anguil habló de uno de un gran aliado que tiene el productor: la fertilización. Si bien aseguró que el sorgo está relegado en lo que es el manejo y las prácticas agronómicas, “responde muy bien a lo que es la fertilización tanto nitrogenada como fosforada, o la combinación de ambas: aumenta la digestibilidad y la producción de materia seca su va para ganadería”. 
“La fosforada mejorará el desarrollo de raíces, mientras que la nitrogenada es fundamental para la fotosíntesis y la producción de biomasa”, detalló y agregó que a grandes rasgos, las dosis recomendadas al momento de la siembra para la zona varían entre 40 a 60 kilos de la fosforada y para la nitrogenada está entre los 60 kilos (120 kilos de urea). 
Las dosis varían en función de las necesidades específicas de cada lote. La diferencia entre aplicar o no está en la respuesta, que para grano es de un 5 a 10% más y un 15 a 20% más de biomasa.  En tanto al tiempo, dijo que “hasta cuando la planta tiene 6 hojas se puede fertilizar, es decir hasta los 35 días, que es cuando se diferencian las etapas”.
Así, recomendó a los productores pensar en el sorgo como un “cultivo agrícola”, es decir ver el potencial del lote y darle las mejores condiciones para aprovecharlo. “Si sé que voy a tener buena disponibilidad de agua, voy a pensar en una fertilización mayor, en base a las características de suelo”.

 


Al campo de batalla
Por supuesto que uno de los temas que no tardó en saltar fue si en un futuro cercano podría llegar a salir un sorgo “resistente”. Los técnicos estimaron que probablemente ya existan, pero que todavía no salen al mercado por el “costo biológico”. 
Este fue el pie para la siguiente disertación que fue de malezas, en especial una que está atacando los cultivos en toda la región: el “Amaranthus Pameri”. Esta especie tiene una gran fuerza germinativa y puede causar pérdidas totales en los lotes no sólo sembrados con sorgo, sino también de otros cultivos como soja, maní y algodón. 
El encargado de dar las herramientas para combatirla fue el ingeniero Jorge Alberto Garay. Según contó, esta planta es nativa de la zona desértica del centro-sur de Estados Unidos y norte de México. En nuestro país recién fue detectada por primera vez en Vicuña Mackenna, en las campañas 2011-2012. 
Cómo entró, nadie lo sabe con certeza, aunque hay varias versiones: algunos dicen que vino con la alfalfa, otros con alguna semilla de maní. Lo cierto es que esta maleza ya puede ser vista en Villa Mercedes, Justo Daract, Lavaisse, Soven, Buena Esperanza, La Angelina, Unión, Quines y otras latitudes de zonas desérticas y semiáridas.
“Su característica principal es que es una especie dioica, por eso se diferencia de otras especies de la Argentina”, señaló Garay y agregó que tiene una capacidad de emisión de semillas de hasta 200.000 por planta por lo que “de un año a otro su propagación puede ser explosiva”. Esto preocupa a los productores de la zona, por lo que desde hace dos años que en la Estación, junto con Ricardo Rivarola y Alejandro Vergés, estudian con qué elementos se la puede erradicar. 
En síntesis, sus recomendaciones fueron: hacer monitoreos tempranos (marzo) de los lotes con malezas para saber qué herbicidas pre-emergentes y qué dosis utilizar en los barbechos de los lotes con malezas; aplicar desecantes para evitar la dispersión de semillas; limpiar las cosechadoras, antes y después de los trabajos, para evitar la diseminación de plantas; en ganadería, hacer desbaste antes de que ingresen los animales al campo; aplicar cultivos de cobertura en invierno, una práctica que afirmó que ya dio muy buenos resultados; rotar cultivos y también productos con diferentes modos de acción; extracción manual de las plantas antes que semillen; sembrar cultivos libres de esta especie. 
Además, en el campo experimental del INTA San Luis los técnicos evalúan herbicidas en mezclas, aplicados en barbechos cortos y largos, en pre y pos emergencia para sorgo, maíz y soja. “En el cultivo de sorgo recomendamos aplicar en presiembra Atrazina  0,75 kg/ha + 2,4D 0,75 lt/ha + Glifosato. Luego en preemergencia la segunda dosis de Atrazina 0,5 kg/ha + S Metolacloro 0,9 lt/ha + Glifosato”, sugirió el especialista. Para posemergencia, señaló que se puede usar “2,4 D en dosis de 0,5 a 0,7 lt/ha cuando el sorgo tenga entre 10 a 25 cm de altura, y después emplear caños de bajada”. 
Algunas empresas también prueban otras combinaciones en campos de la zona, con buenos resultados. Pero en definitiva, “la búsqueda de solución al problema de las malezas difíciles y/o resistentes debe ser encarado de manera integral, para tener lotes controlados y en estado óptimo para la siembra y cosecha”.
Más tarde, la ingeniera agrónoma, Nora Andrada hiló la jornada con un repaso rápido por las principales enfermedades que afectan el sorgo en sus distintas etapas de desarrollo. Habló del pulgón verde, del barrenador del tallo y la mosquita del sorgo; las pérdidas que generan cuando lo atacan y su sintomatología, algo que ayuda a detectarlos y combatirlos.
También de la estría roja, la mancha bacteriana y la xantiomoniasis, cómo detectarlas en las hojas, la coloración que generan. Sobre los hongos, habló del “weathering y “molding “que afectan su desarrollo o en la fase de almacenamiento. Por último, mencionó al ergot, una enfermedad epidémica que produce daños “significativos” en este cultivo, en cualquier parte del mundo. 

 

 


En ganadería
Después del maíz y la soja, el sorgo es uno de los cultivos preferidos por los productores puntanos, que lo eligen en muchos casos para la ganadería. El ingeniero agrónomo Alberto Montesano, de la sede del INTA en Río IV, dio una serie de recomendaciones para usar este noble alimento en la dieta animal. 
La palabra clave una vez más fue la planificación. El planteo de cada productor y el objetivo que busque en función del rodeo que tenga es lo que va a definir la elección de cada especie de sorgo. “Primero tenemos que diagnosticar y conocer para qué se hace el cultivo, la forma de almacenamiento, qué categoría de animal lo va a utilizar, qué respuesta animal espera que tenga esa categoría y cuánto tiempo va a querer al silo como alimento en la planificación que se realiza”, indicó el especialista. 
La planificación forrajera apunta a prever la necesidad y el momento de utilización, en función de las categorías que van a usarlo y de la respuesta animal deseada. En esta etapa, el productor debe contemplar “el momento, la cantidad y la forma”, ya sea pastoreo directo, silaje, diferido, pastoreo mecánico, entre otros.
Esa serie de preguntas tiene una serie de respuestas, que aclaró de un modo muy sencillo, con diferentes casos. El primero que explicó fue el de un sorgo para complementar un ciclo de engorde a corral: “Ahí hay que buscar sorgos  que tengan digestibilidad y alto contenido de grano”. El segundo es el de un rodeo de cría que necesita por ejemplo pasar los últimos meses de invierno, “por lo que se necesita un sorgo con alta cantidad de fibra, no tanto que aporte grano, sino materia seca que le da mayor digestibilidad”.  
Aunque hay un inconveniente: los costos. Para un ensilado (confección y bolsa), rondan en los 3 mil pesos para 30 tons. MV/Has. “Según la categoría animal y el producto que conseguimos puede ser conveniente o puede ser prohibitivo”, señaló por eso dijo que para rodeos de cría se está evaluando la utilización de sorgos diferidos por esta razón económica. Y tras el pastoreo, el desperdicio o remanente se convierte en un cultivo de cobertura que mejora el control de malezas y el uso de agua de ese lote. 
Para una recría, sugirió que según el animal se necesita de un sorgo que sirva como suplemento, “entonces ahí voy a buscar un sorgo doble propósito, un sorgo silero o azucarado”. Para este caso particular, aclaró el productor que este tipo no sirve como alimento balanceado, con poco porcentaje de proteínas, por lo que sirve como complemento de la dieta. “Esta baja proporción de proteínas no juega en contra del sorgo, porque no hay alimentos ni buenos ni malos. Todo depende para que los necesitamos”, enfatizó. 
En otra línea, recomendó que antes de elegir un cultivo, hay que revisar la información disponible de los semilleros, los ensayos de producción, y en caso de que el productor ya tenga el silo de sorgo por el cual gastó más de 30 mil pesos, hacerle un análisis para saber qué calidad tiene. “En un comienzo elijo el material a sembrar, según el objetivo productivo. Pero una vez que ya lo sembré y debo elegir su destino de utilización, el productor debe hacer el camino inverso: averiguar las características del material y su variación en función del momento de corte, y a partir de allí hacer un 'ranking' para establecer las categorías aptas para su consumo”, concluyó.

 



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