Una rápida encuesta entre diez espectadores que fueron el sábado a la primera función de “Toc toc” arrojó un resultado sorpresivo. O no tanto. Ocho respondieron que en noviembre del año pasado, cuando la obra llegó a San Luis por primera vez, fueron a verla. Y todos usaron más o menos los mismos argumentos para explicar su repetición: “Me encantó”.
3.682 "Me gusta" tenía ayer la página oficial de Facebook de la obra, que tiene dos elencos.
Ante eso hay poco que profundizar. Efectivamente, la pieza protagonizada por Osqui Guzmán y Patricia Etchegoyen encanta por la dulzura distante con la que trata, con muecas humorísticas, un tema que no siempre da para la sonrisa. Además de la fortaleza del argumento, “Toc toc” es un éxito inesperado por la firmeza de sus personajes, todos padecientes de algún trastorno psíquico.
Una de las novedades que observaron los espectadores puntanos que vieron la pieza el año pasado fue la actuación de Ernesto Claudio en el papel más trascendente, que en la visita anterior ocupó Claudio Da Passano. El experimentado intérprete sorteó su paso con soltura, aunque bastante más contenido que su antecesor. Y con muchos menos insultos en el rol de un paciente que no puede parar de decir y hacer obscenidades.
Casualmente, el personaje más entrañable de “Toc toc” –el de una chica que repite dos veces todo lo que dice- también tuvo un reemplazo. Aquella vez Malena Figo causó el cariño de los espectadores y en las presentaciones de este fin de semana fue Maida Andreacci la que provocó el mismo sentimiento.
Sin embargo, son Guzmán y Etchegoyen quienes con su oficio se ponen la obra al hombro. El primero como un taxista que saca cuentas sobre todo lo que se le cruza (autos, días, fechas) y ella como una religiosa ortodoxa que necesita reasegurarse que cerró la llave del gas y que busca constantemente cosas en su cartera.
Si es cierto que todos los personajes tienen su costado humorístico, también lo es que Osqui es quien más gracia causa, por el libreto, pero también por su gestualidad. Para el actor salir de gira es casi una cuestión de familia, pues su mujer Leticia González es parte del elenco, como una fanática de la limpieza.
Queda por mencionar el papel de Juan Grandinetti (hijo de Darío, quien visitará la provincia el mes que viene), como un muchacho con miedo a pisar las rayas del piso y fanático del orden simétrico. Los genes actorales hacen que el personaje no le quede grande ni lo desborde.
Como nexo entre los pacientes y el doctor al que esperan, Lara Ruiz interpreta a una secretaria que sirve para airear las interrelaciones que suceden sobre el escenario. Y si de buscar diferencias con la primera presentación se trata, en esta segunda visita la actriz le agregó una tonada cordobesa a su personaje, lo que –casi naturalmente- le puso más humor a sus intervenciones.
Toda la obra transcurre en la sala de espera de un consultorio médico, vigilada por un Modigliani y sólo ocupada por una biblioteca, seis sillas, dos ventanas y un dispenser de agua. Nada está colocado al azar, un tema que en la pieza es tocado en el momento en el que los protagonistas juegan un “Monopolio” desopilante, al punto que el personaje de Etchegoyen se niega a comprar una calle donde se asientan prostíbulos.
En realidad, todo en “Toc toc” parece desbordado, enfermo, insano y fuera de lugar. Al fin, deso-pilante. Porque es difícil asegurarlo respecto al perfil de poeta de los seres humanos; pero de locos, seguro, todos tenemos un poco.


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