SAN LUIS - Viernes 17 de Mayo de 2024

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Reggae y sentimiento

Por redacción
| 20 de junio de 2014

Se escuchó fuerte y claro: “¡Acá faltan canciones!” acusó/ordenó/rogó Darío Alturria cuando repasó la lista, en un camarín candente, a la espera del show, con parientes y amigos que pasaron a saludar.

 

Acostumbrados a tocar en diferentes escenarios, los mercedinos sorprendieron con la noticia de un recital en casa con su público sentado. Duró poco la sobriedad.


Relatos y anécdotas de viajes, bebidas espirituosas, humo encerrado y dudas amilanan la previa del show de Kameleba, el primero en la sala Hugo del Carril: por los pasillos sonaba algo que parecía el motor de una enceradora pero era un didgeridoo, un instrumento australiano que suena como un cuerno. Las risas no tardaron en llegar.

 


Los hermanos Alturria posan para una selfie que enviaron en tiempo real a la gente de "Pelagatos", el programa de radio bonaerense que los premió como banda del año. La viralización en las redes fue cuestión de minutos.

 


En el hall de la sala los ansiosos formaban filas como si fueran a entrar a una obra de teatro. Acostumbrados a tocar en diferentes escenarios, los mercedinos sorprendieron con la noticia de un recital en casa con su público sentado. Duró poco la sobriedad.

 


La ansiedad contenida no tardó en explotar con la intro instrumental que anunció la salida grupal.

 


¿Cuántos temas tardó la gente en saltar de sus asientos?. Ninguno. La banda entró en sintonía con "Armas serviles", salieron al toro en "Conqueror" y para "Nativo" ya la gente bailó delante del tablado. Tres temas y asunto cocinado.

 


Las teclas hip hop de Nico y Cristian son un colchón para el rap callejero de Iván en "Si no somos felices", que termina al beat de su propio corazón. Los Alturria al frente de esta banda de secuaces divinos recibieron el calor popular, por parte de un público deseoso de celebrar otra fiesta de reggae. El cierre del primer set fue con "La cacha", uno de los temas viejitos del primer cd.

 


"El nieto de Maturana" fue la intro de tonada cuyana para "Semilla", y tras una pausa emocional, el subidón se dio con "Experiencia rasta", uno de los tres estrenos que sonó aceitado y se tocó como un tema más.

 


El festejo copó a la audiencia. Había chicos sobre los hombros de sus padres y buenas vibras en la audiencia. Darío mostró en público el premio y dijo unas palabras de agradecimiento. De muy buen humor, el cantante paseó por las tablas -regadas de banderas- y no dudó en chocar las manos estiradas de los primeros de la fila.

 


“¿Se siente el reggae?”, preguntó el frontman, y el alarido afirmativo lo consoló: “Menos mal”, concluyó. Hubo risas y continuaron los hits.

 


Las palmas arriba y los pies acompañaron repiqueteando en el suelo. Lo que se complicó fue caderear encerrado entre los apoyabrazos de las butacas, pero el público de Kameleba sabe de superar ese tipo de fricciones.

 


Una conversación entre el bajo de Lionel Folch y la guitarra de ‘Pepo’ Reynoso es evidente, mientras el solo de viola de Iván Alturria rompe los moldes preestablecidos de "Maldita herencia" en coritos que son tormentas con todas las gargantas que alientan fuerte.

 


La ley de probabilidades dice que si algo comenzó bien sigue ascendiendo. A eso se le agregó sentimiento más agitación y una explosión hacia el final con el público en éxtasis pidiendo más canciones.

 


"El Negro" Alturria miró hacia arriba con una sonrisa. Desde el escenario la imagen sorprende: se ve a la gente parada que llega hasta el techo, literalmente.

 


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