El bueno contra los más buenos

Quién se atreverá a robarnos la ilusión si tenemos de nuestro lado a los dos personajes que están más cerca de Dios: uno en lo espiritual y otro con la pelota en los pies

Parecen maquinas,  no suelen cometer errores  y a su histórico juego físico le agregaron un exquisita ración de técnica y táctica.
Son los fantasmas y pesadillas futboleras que todos los argentinos tenemos, al menos los de mi generación, esos que nacimos en los 80 e insultamos a Codesal sin tener la seguridad de si fue o no penal. Ellos nos robaron, a los que no recodamos con claridad la última gran fiesta, la confirmación del 90 en el mismísimo Jerusalén del futbol mundial y con Dios de nuestro lado. 
Como si faltara algo para intimidarnos en semifinales jugaron, más que contra, con Brasil y en su propia favela. Dejaron en claro que ellos son los que llegan mejor. Que a esas maquinas les sobra aceite y para que no haya dudas festejaron mesuradamente, como anunciando, esto es normal, podemos repetirlo en la final. 
Hoy son casi sin ateos los mejores, enarbolan la bandera del cambio de mentalidad que comenzó hace 12 años  y que aún no consiguió un titulo. Tienen hambre de gloria y no querrán dejar pasar otro tren.
En frente tendrán: un grupo que llegó como aquel del 86, si me permiten la comparación, criticado en su totalidad. 
Primero lo sufrió Messi (el mejor del mundo), cuando todos le achacaban que no jugaba con la celeste y blanca como con la del Barca como alguna vez criticaron a Diego años antes de conquistar el mundo. Más tarde,  lo padeció Romero, como aquel Pumpido, Garay como el “Tata” Brown y Sabella por no llevar a Tevez, como aquel Bilardo que limpió al mejor Ramón Díaz. 
Y  llega bien de punto, como le gusta al argentino. La prensa brasileña publica sin ninguna vergüenza (deberían tenerla tras el 1-7) que son alemanes desde chiquitos, Chile, Uruguay, España y muchos países más se pondrán la camiseta teutona. 
Pero como no soñar si venimos de menor a mayor. Como no creer si tenemos un Master en sufrimiento. Quién se atreverá a robarnos la ilusión si tenemos de nuestro lado a los dos personajes que están más cerca de Dios: uno en lo espiritual y otro con la pelota en los pies. Que  harán para hacernos retroceder en la víspera, si de nuestro lado esta Mascherano que es más duro que Chuck Norris.
En fin, pueden llegar mejor, más aceitados, confiados  y con el apoyo mundial, pero nuestros 23 guerreros  saben que hay un pueblo que sufre como pocos y que necesitan esta alegría.