El fracaso y la mentira
La elección del domingo, más allá de las diversas lecturas que cada uno pueda hacer, muestra un gigantesco fracaso. Por Alejandro Olmos Gaona
En primer lugar, el fracaso de un gobierno, que hizo un culto de la mentira. El fracaso de encuestadores, que suponen que un muestreo sobre 2 o 3000 personas, puede dar una idea de cómo votarán 14 millones de electores.
El fracaso de periodistas que insistían que Milei seguía teniendo un alto porcentaje de votos, y que ayer tanto en TN como en LA NACION + mintieron descaradamente sobre el aumento de las pensiones durante el kirchnerismo, además de no saber cómo justificar la derrota del gobierno.
El fracaso de las políticas económicas, que determinaron que el gobierno le adeude a la provincia de Buenos Aires casi 12 billones de pesos, pretendiendo ahogarla.
Un fracaso económico que se traduce en ue el PIB provincial cayó el 2.2%, el 38% de las empresas que cerraron está en la provincia de Buenos Aires, la industria provincial cayó el 11%. El 40% de la pymes están amenazadas por la importación de productos. El 41% de los certificados de discapacidad están en la provincia.
La elección de ayer ha marcado un punto de inflexión en la política argentina. Con el 98,96% de las mesas escrutadas, Fuerza Patria, obtuvo el 47,28% de los votos, superando por más de 13 puntos a La Libertad Avanza (LLA), que se quedó con el 33,84%. Esta victoria aplastante del peronismo no solo desafía la gobernabilidad de Milei, sino que expone el rotundo fracaso de sus políticas económicas y sociales, las cuales han sido rechazadas por el electorado bonaerense, el distrito más poblado del país.
El resultado electoral representa un repudio directo a las medidas de ajuste implementadas por el gobierno nacional. Milei, quien nacionalizó la campaña al presentarla como un plebiscito sobre su gestión, admitió la "clara derrota" pero insistió en no retroceder en su rumbo, defendiendo el equilibrio fiscal con "uñas y dientes". Sin embargo, esta postura ignora el costo humano de sus políticas: una economía en desaceleración, con inflación persistente alrededor del 2% mensual y escándalos de corrupción que han erosionado la confianza pública. La provincia de Buenos Aires, con su alto nivel de pobreza y dependencia de programas sociales, reflejó el descontento generalizado por el hambre y el ajuste brutal, que el gobierno ha intentado justificar como necesario para lograr un "milagro económico".
Uno de los fracasos más evidentes es el de las encuestas, que en su mayoría predecían un "empate técnico" o una contienda reñida entre Fuerza Patria y LLA. Consultoras como Delfos y otras locales mostraban un final abierto, con diferencias mínimas que no superaban los puntos de error muestral. A solo días de la elección, se hablaba de un "empate técnico" en varias mediciones, lo que generó expectativas de paridad que no se materializaron. Esta discrepancia entre las proyecciones y la realidad subraya las limitaciones de las encuestas en capturar el voto en contextos de alta volatilidad social, donde el rechazo al ajuste superó las predicciones optimistas para el oficialismo.
Los periodistas y analistas también fallaron en su pronóstico de una "elección pareja". Figuras como Eduardo Feinmann y el consultor Mario Riorda anticiparon un escenario polarizado pero equilibrado, con alto ausentismo y una disputa voto a voto. Riorda, por ejemplo, previó una contienda cerrada influida por la polarización, pero el resultado final fue una paliza peronista que dejó en evidencia cómo los medios subestimaron el impacto del malestar económico en el conurbano bonaerense. Esta narrativa de paridad alimentó un falso optimismo en el gobierno, que ahora enfrenta un shock por la amplitud de la derrota.
Otro aspecto clave es el fracaso de los discursos "exitosos" de Milei, que prometían un cambio radical sin atajos. El presidente ha repetido que su programa económico, basado en el superávit fiscal y la reducción drástica de la inflación, resolvería todos los problemas estructurales de Argentina.
Sin embargo, estos relatos se derrumbaron ante la realidad: aunque se logró un superávit financiero en el primer año de gobierno (equivalente al 0,3% del PBI), este se obtuvo a costa de un aumento de la pobreza en 11 puntos y una inflación interanual que, pese a bajar, sigue en niveles altos. Milei insistió en que "no se puede imprimir riqueza" y que el ajuste era inevitable, pero los votantes bonaerenses demostraron que no se puede "arreglar todo" con superávit fiscal si eso implica recortes que generan hambre y recesión. La farsa del superávit, como lo han calificado críticos, se basa en un ajuste agresivo que no resuelve los problemas de fondo y ha sido rechazado en las urnas.
Un ejemplo flagrante de las mentiras del gobierno se ve en el manejo de las pensiones por discapacidad. Milei vetó leyes que buscaban mejorar las jubilaciones y protecciones para discapacitados, argumentando la necesidad de preservar el déficit cero. El vocero presidencial anunció la eliminación de más de 110 mil pensiones no contributivas por discapacidad, bajo el pretexto de fraudes, pero investigaciones revelan que el gobierno manipuló datos para justificar recortes, inflando estadísticas y presentando casos aislados como generalizados.
Milei mintió sobre la cantidad de pensiones, derrumbando su relato de "limpieza" con números falsos que no coinciden con la realidad. Esta "crueldad" hacia los discapacitados, como la han calificado organizaciones, generó marchas y rechazos, y el Senado incluso rechazó el veto presidencial, restituyendo temporalmente la emergencia en discapacidad.
En redes sociales como X, el eco de esta derrota es inmediato: usuarios destacan que el resultado refleja el fracaso de las políticas ultraliberales, con hambre generalizada y corrupción, y llaman a reflexionar sobre el impacto social del ajuste. Esta elección no solo debilita a Milei de cara a las legislativas nacionales de octubre, sino que pone en jaque su narrativa de éxito económico a cualquier costo. El pueblo bonaerense ha hablado: el superávit no arregla el hambre, y las mentiras tienen un límite.
A pesar de la derrota el presidente ayer insistió no solo en seguir adelante con sus políticas, sino redoblar la apuesta, algo que parece que muchos periodistas hoy silencian. Si insiste con esa pretensión, lo que es posible porque él solo se escucha a si mismo, el fracaso será total y la Argentina tendrá un destino imprevisible, si de alguna manera no se impide que los desatinos de Milei continúen adelante.


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