El asesino

Todos desesperaban por él, y él nada.
Medio país lo veía fuera de forma, lento y errático. Él sólo atinó a decir. “Sigo trabajando”.
Las críticas cayeron sobre el entrenador. ¿Por qué lo sostenía si tras cuatro historias había mostrado poco, y no había resuelto nada? ¡El tiempo se acaba y no hay tiempo para lamentos! El entrenador se limitó a manifestar: “Tenemos confianza en él”.
Hasta que un día, el quinto de nuestra historia, el segundo de instancias en las cuales los errores se pagan con la muerte, el asesino hizo lo que sólo los de su estirpe pueden lograr: sustituir dudas por certezas y confirmar que a ellos, siempre hay que esperarlos.
Habitualmente asesino del área chica, esta vez se paró en el umbral de la casa ajena… cargó el revólver con esa pólvora que tenía al sol desde el 15 de julio y gatilló de primera… Convencido que no hacía falta poner el foco en la mira. La bala fue contra el parante de la casa… El portero nunca se enteró.
De regreso a su escondite, el adiestrador sólo dijo: “Había que darle rodaje y fue lo que hicimos”.
El asesino de área chica, apenas contó: “Dije que estaba trabajando”.
Guardó el arma, apenas se sacó una foto con la bandera que ama, y se fue caminando con esa paciencia, frialdad y seguridad, que sólo tienen los que viven de la desgracia ajena.
PD: Gonzalo Higuaín, para desgracia del arco de Curtois y de Bélgica, desenfundó ayer en el “Mané Garrincha”. Ahora que se agarren, porque está dispuesto a acribillar.