En la pesadilla nos dieron un ejemplo

Un ataque casi gol… segundo ataque gol… tercera ofensiva gol… cuarta estocada gol… quinta a fondo y gol… todo en menos de media hora.
¡No puede ser posible!
Sin embargo no despierta. Seis de seis y adentro… siete y fusilamiento. Todo un país los silba y en su propia casa. ¡Tiene que ser mentira!
Ufffff… respira “Felipáo”, cuando ve la bandera que le trajo suerte ante Chile. La pesadilla ahora se parece a un sueño.
Pero lloran niños, grandes y ancianos. ¿Es verdad entonces? ¿Es cierto que Brasil perdió 7 a 1? ¿Cómo pensar que una bandera Argentina le puede traer suerte a Brasil?
Hay caos… disturbios… golpes al árbitro… a los jugadores… furia entre hinchas… agresiones a los simpatizantes que gritaron los goles… ¡cómo van a gritar los goles en la propia cara de los vencidos, en un estadio lleno de derrotados!
El Mundial es un caos… se suspende el Mundial.................
Al fin despierta… Mira a su alrededor      y es cierto: perdió Brasil, aplastado en goles.
Pero como espectáculo que fue el partido y que es el fútbol, también observa que lo que pasó quedó en el rectángulo de césped. Y punto. A otra cosa. No hubo escándalo, ni caos, ni agresiones…
Más de cincuenta mil brasileños, los más campeones del mundo, fueron humillados deportivamente en su casa. Pero para ellos, el fútbol es un juego… se enojaron silbando, dándoles la espalda a sus jugadores aplaudiendo al rival… con lágrimas de pena… y se acabó.
Y Brasil está situada en nuestra Sudamérica de subsuelo, no en la Europa que vive la asistencia a un partido de fútbol como si fuese al acceso a un teatro.
Un Brasil que sufre una tremenda crisis socioeconómica y que la ataca protestando, reclamando, pidiendo… no en una cancha de fútbol.
Brasil nos dio un ejemplo. El resto, como es fútbol, se resume en lo que dice el escritor inglés Nick Hornby: “Me enamoré del fútbol tal como más tarde iba a enamorarme de las mujeres… de repente, sin explicación, sin hacer uso de mis facultades críticas, ni comprender los sobresaltos que la experiencia iba a traerme”.