Concierto de la Camerata Juvenil “Amadeus”

En el hall del auditorio Mauricio López, hay relajo durante la previa al concierto de la Camerata Juvenil “Amadeus”.
El instituto “Amadeus”, destacado de El Diario de la República, amplió su espectro musical, y con una propuesta renovada, anexaron al grueso de su público a la juventud, poco adepta a este estilo tan solemne.
Vestidos de gala esperan tranquilos. Es que los nervios no le ganan a la ansiedad, ya que con las puertas abiertas, pocos asistentes ingresaron a ocupar las butacas. Quieren conversar un rato más y saben que adentro el silencio debe ser total. Las notas del precalentamiento de los violines suben por las escaleras que llevan a los camarines, mientras los músicos caminan por los pasillos.
La gente llega y forma fila, a su debido momento ingresa pero nadie pelea un lugar. Con el telón corrido, bajo las luces, sólo siete sillas y un piano que serán los protagonistas de la noche.
Detrás del cortinado, la directora Cecilia Maqueda termina de definir las entradas de los músicos, y su oído atento la llevó a pulir detalles en vivo. Casi como un cliché, apenas unas toses interrumpen la concentración.
Para este concierto llegaron desde Córdoba los hermanos Fabre Juan Pablo en violín, y Facundo en cello, que se sumaron a sus hermanos, los violinistas Gonzalo y Francisco Fabre, junto a Juan Petrino, Santiago Márquez y María Inés Quiroga. También estuvieron Constanza Galetti en piano y Laura Andrada en percusión.
Sin prisa pero con celeridad, mientras se acomodan los rezagados, la Camerata interpretó reconocidas obras de Ludwig van Beethoven (“Minuet en Sol M”), Johannes Brahms (“Vals Op.39 Nº15” y la “Sinfonía Nº 1 Tema del movimiento”),  Franz Schubert (“Serenata”), Luigi Boccherini (“Minuet en La M”) y Antonio Vivaldi (un fragmento de “Invierno”). Un señor, intrigado, leyó el programa con la luz del celular, había una melodía conocida en el aire y supo cuál era.
En el repertorio hubo un bloque dedicado a músicas étnicas, en una suite de danzas indígenas, como “Huayno” -de Perú- y “Los quetzales”-México- del guitarrista Guillermo Graetzer. La canción rusa “Matevsky” y en la última parte del programa, el final con un seleccionado de danzas rumanas de Béla Bartok, entre ellas “I Jocul cu báta”, “Brául”, “Pe loc”, “Bucimeana”, “Poarga romaneasca” y “Marumntel”.
La emoción tomó a algunas personas de sorpresa. Una mujer se tapa la boca con la mano al sentir la vibrante interpretación del piano de Galetti.
Una melodía electrónica avisa que alguien se olvidó de poner en vibrador su celular, rápidos chistidos lo llevan a apagarlo, y otros que no lo hicieron antes aprovecharon para no pasar también un mal momento.
Entre filmaciones y fotos, en estos tiempos de urgencias mediáticas una mujer sacó una foto y la subió a las redes, orgullosa de presenciar ese momento sublime, donde las notas clásicas coronaron el cierre de la semana de manera especial.