Escocia decidió rechazar la independencia y permanecer en el Reino Unido en un referéndum histórico y multitudinario celebrado el jueves, en el que la opción del "No" se impuso por diez puntos de diferencia al "Sí", tras un intenso y apasionado debate que dividió a los escoceses y forzó al gobierno británico a prometer más autogobierno e incluso extender la oferta a las otras naciones que conforman la unión.
La participación fue del 86%, una cifra jamás antes registrada en Escocia.
Los unionistas consiguieron algo más de 2 millones de votos, un 55%, frente a los 1,6 millones de los separatistas, un 45%, según los datos oficiales conocidos hoy, escrutada la totalidad de los votos. La participación fue del 86%, una cifra jamás antes registrada en Escocia.
"El debate ha quedado resuelto para una generación, quizá también para toda la vida", aseguró el primer ministro británico, David Cameron, visiblemente aliviado por el resultado, después de que la posibilidad de la separación de Escocia haya puesto en jaque su futuro.
Antes que acabara el recuento de los votos, el ministro principal de Escocia y líder independentista, Alex Salmond, artífice del plebiscito, había reconocido la derrota.
"Gracias Escocia por los 1,6 millones de votos a favor de la independencia. La gente todavía está hablando, pero sabemos que va a haber una mayoría para la campaña del 'No'", dijo Salmond al comparecer ante simpatizantes de su Partido Nacionalista Escocés (SPN, según sus siglas en inglés) en un centro de conferencias de Edimburgo.
"Nuestro referéndum fue democrático y Escocia decidió que no quiere ser un país un independiente. Llamo a todos los escoceses a aceptar el veredicto democrático", subrayó, tras una noche en la que muchos partidarios del "Sí", sobre todo en Glasgow, pasaron la noche sin dormir esperando el resultado.
Telám
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