Sobre la Avenida de Mayo, al lado del mítico Café Tortoni, con una estatua de Horacio Ferrer dando la bienvenida, el edificio de la Academia Nacional del Tango es un lugar donde el tiempo parece detenido. Discos de pastas de los grandes del género, objetos personales de los próceres del 2 x 4 y cientos de elementos que remiten a la música hacen que las milongas sean el movimiento propio de una construcción de 1890.
En el Salón de los Angelitos, Américo Moroso recibió un merecido homenaje en el que recibió el diploma que lo acredita como amigo de la institución. Los académicos y algunos periodistas invitados –como el enciclopédico Marcelo Guaita- le entregaron al bandoneonista de Justo Daract el reconocimiento que, aunque tardío, fue recibido con gratitud.
El acto reunió a artistas, funcionarios e invitados especiales y sirvió además para presentar en Buenos Aires la 11ª edición del Festival Internacional del Tango que se realizará en diciembre en Daract y que tendrá nuevamente el nombre de Moroso. “Los esperamos a todos por allá para que volvamos a celebrar el tango”, dijo el anfitrión.
Uno de los primeros en llegar al acto fue Raúl Lavié, quien se fundió en un largo abrazo con Américo. También estuvieron los puntanos de “Sanluistango” –radicados hace años en Buenos Aires y expectantes por tocar en el festival-, los muchachos de la “Fernández Fierro” con su informalidad, la voz potente de Esteban Riera y Eduardo Walzack, violinista de “El Sexteto Mayor” y uno de los más venerados de la tarde.
La reunión sirvió también para que los cantantes y bailarines firmaran sus contratos y ultimaran algunos detalles del viaje y la presentación en San Luis. “La grilla va a ser de primer nivel, con números que nos ponen orgullosos y nos obligan a ensayar”, agregó Moroso.
Las palabras de Walter Piazza, secretario de la Academia, sirvieron de bienvenida. “Es muy bueno que la cultura popular vaya de la ciudad al interior”, dijo en referencia al festival y le brindó el escenario a Martín Ferrari, jefe del Programa Cine y Música, quien destacó la calidad del encuentro daractense y revalidó el entorno turístico.
El recitado de Juan Carlos Borges –miembro de la comisión honorífica que organizará el festival- fue tan elocuente que provocó el aplauso espontáneo de los invitados. El villamercedino explicó los orígenes del tango en Justo Daract en el paso de los ferrocarriles y le puso más historia a una jornada completa.
Pero fue Moroso el dueño de la noche. Además de tocar cuatro canciones –entre las que se destacó “San Luis nocturna”, de Borges- y de recibir constantes homenajes, Moroso fue consultado permanentemente por la conductora sobre aspectos de su vida. “Quiero el tango porque me enseñaron a quererlo de adolescente”, señaló el bandoneonista e invitó al escenario a Martín Marín, periodista puntano muy inmiscuido en el ambiente tanguero porteño.
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