Según pudo percibir su padre, cuando habló un día antes con él, Ricardo Andrés Villegas ya estaba resignado. Ayer, cuando la Policía lo llevaba nuevamente a la Cámara Penal Nº 1 de Villa Mercedes, para notificarlo del veredicto por el homicidio del inspector Jaime Garro, por el que fue enjuiciado la última semana, su rostro no expresaba ni ilusión ni desesperanza. Lo encaminaron hasta su asiento, donde ya lo esperaban sus defensores. Se sentó y no se movió más. Escuchó la lectura del fallo, con la mirada al frente y el rostro duro, inamovible. No se le frunció ni se le enrojeció siquiera cuando le informaron que lo consideraban culpable de matar de una puñalada en una riña callejera al efectivo y que, por eso, lo sentenciaban a nueve años y seis meses de prisión.
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