SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

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Hugo Salinas, el rey del click del Valle del Conlara

Por redacción
| 04 de noviembre de 2015
Muy activo. "Tengo muchos años en la fotografía social, también le hago trabajos a los municipio de Tilisarao, Renca y San Pablo", dijo Hugo a sus 77 años.

La palabra fotografía tiene un origen griego: foto que significa luz y grafía, escrito, que juntas forman la idea de plasmar o dibujar en luz imágenes perdurables. Quiere decir “diseñar o escribir con luz”. La fotografía fue el primer paso para el nacimiento del cine en 1890, por la misma necesidad que tenía el hombre de fijar la ilusión del movimiento.

 


El término fue utilizado por primera vez en 1839 por Sir John Herschel, un matemático inglés que descubrió las sales de plata que son insolubles en combinación de otros químicos logrando que las imágenes fueran fijas y que se mantengan en el tiempo. La introducción al mundo de la fotografía sirve para hablar de Hugo Salinas, un fotógrafo que hizo toda su carrera en Tilisarao donde está radicado hace “una pila de años” y donde piensa “dejar los huesos”, como se encarga de decir.

 


Tiene 77 años, nació en Nueva Escocia, es hijo de Perfecta Dominga y de Marcos Salinas. Ella es de Fraga y a él su labor de ferroviario lo llevó a trasladarse a Tilisarao por unos años. En esa ciudad, el pequeño Hugo fue ganando un lugar y muchos amigos.

 


Recién a los 51 volvió a abrazar la localidad del Valle del Conlara y empezó a desandar por esa pasión de retratar hechos y paisajes. Pero antes mucha agua corrió por su vida. A tal punto, que desde muy chico se radicó en Buenos Aires por mandato de sus padres. Cuando terminó el ciclo escolar, doña Dominga y don Marcos lo enviaron a Junín para que hiciera un curso en el ferrocarril San Martín.

 


Entre los muchos postulantes, fue uno de los pocos que aprobó el examen y lo designaron para cubrir turnos rotativos de ocho horas, en la estación de Santos Lugares. “Todo estaba bien, pero el ferrocarril no me gustaba para nada, vivía en la zona de Congreso y para ir a Santos Lugares tenía que tomar un colectivo y un tren, realmente era agotador”, se sincera.

 


Estuvo allí un par de años hasta que se incorporó al Servicio Militar, regresó a San Luis y permaneció "bajo bandera" un año. "Mi madre enfermó y fue internada en el Hospital Ferroviario, mis hermanos y yo la cuidábamos", recuerda y añade que "en ese lugar había una señora que cuidaba a una amiga, entablamos una conversación y le manifesté mis intenciones de dejar mi trabajo porque no me gustaba, pero tenía la necesidad de trabajar en lo que fuera. Esa señora conocía al  gerente del Banco Boston y me hizo la mano para que ingresara al banco al poco tiempo”.

 


Empezó como "porta valores", al poco tiempo lo trasladaron a una sucursal en Avenida de Mayo y el pasaje Barolo, donde estuvo muchos años. Al mismo tiempo estudiaba fotografía en una escuela que estaba por Hipólito Yrigoyen,  donde a veces salían a fotografiar lugares o monumentos para luego analizar errores y aciertos.

 


"Un día tuve un accidente laboral en el banco, estaba cambiando unas lámparas en uno de los salones y resbalé por la escalera. Fue un golpe muy estúpido y lamentablemente no quedé bien de la columna pese a que me operaron varias veces. Al tiempo me jubilaron por invalidez”, rememora uno de los ingratos momentos por los que atravesó.

 


Sin embargo, eso no fue impedimento para continuar sus estudios fotográficos. Ya se había casado con Irma Carmen Mora y había comprado un departamento con lo que el banco le pagó de indemnización y también un local en Parque Chacabuco, donde puso junto a su mujer una mercería.

 


"Antes era otra cosa, se podía proyectar a futuro no como ahora que tenemos que vivir el día a día. Buenos Aires no me hacía bien, necesitaba cambiar y siempre estaba el sueño de venir a Tilisarao. Vendí el negocio y me compré un taxi, un Renault 12. Lo había hablado con mi señora y estaba totalmente de acuerdo. A ella le faltaba poco para jubilarse, no más de dos años”, dice. “Como teníamos amigos y familiares acá, siempre veníamos de vacaciones, aprovechábamos para traer cosas a la casa de mis padres, Tilisarao era nuestro lugar soñado, nos vinimos en 1989, el pueblo había progresado mucho por el auge de la radicación industrial impulsado por el gobierno de Adolfo Rodríguez Saá”, señala.

 


Don Hugo acepta con hidalguía el apodo de “sal gruesa” porque "está en todos los asados” o “El Pelado” que le pusieron sus amigos de la gomería "El Parche Rojo", que se reúnen todos los miércoles desde hace más de veinte años y donde son infaltables, el intendente “Pepito” Olguín, Jorge “El Gato” Fernández que lo sucederá en la Comuna, Leonardo Sánchez, Paco Muñoz, José Chiavassa, Naldo Ceresole, Guido Malavassi, Tomás, José, “El Negro”,  Felipe y Tito Olguín, Raúl Pereyra y Juan Sánchez, entre otros amigos.

 


Su reencuentro con la fotografía vino de la mano de su retorno a Tilisarao. Dice que llegó en febrero de 1989 y en marzo ya estaba trabajando en la fotografía social. “Me facilitó el hecho de tener varios amigos de la infancia y me conocían mucho, ellos me fueron dando trabajo. Había dos fotógrafos, Ricardo Ávila y 'El Gordo' Sevila. Entre nosotros siempre hubo, como en todos lados, la competencia por lograr la mejor foto, pero nosotros, aparte de ser amigos, nos conocíamos de años y manteníamos un diálogo ameno y nunca una agresión”, asegura.

 


Contaba con los equipos más potentes de esos años, una Nixon y un flash Metz 402. En las noches se ponía a revelar los trabajos que hacía. Agrega que un primo le prestó una ampliadora y una secadora para las fotografías en blanco y negro. “Cuando sacaba en colores, a los rollos los mandaba a Foto Cita, un laboratorio muy importante de Río Cuarto. Siempre trabajé con ellos y nunca me fallaron”, puntualiza.

 


Hoy muestra alguna dificultad para desplazarse producto de su temprana lesión en la columna vertebral, pero habla fluidamente de su vida y recuerda con profundo amor y respeto a su esposa fallecida. “No pudimos tener hijos, pero fue una extraordinaria compañera en la vida, siempre juntos, vivimos épocas regulares y muy buenas, compartimos cincuenta y un años, una enfermedad incurable se la llevó el 16 de setiembre de hace cuatro años. Era muy querida en donde estaba, nos pusimos de novios acá por  una tía, Enriqueta Páez. Ella viajó a Buenos Aires y yo la fui a buscar para casarnos”, señala.

 


“Al poco tiempo ofrecí mis servicios de fotógrafo en la Intendencia local, estaba a cargo de Rolando Ochoa que me preguntó dónde había estudiado fotografía y todas esas cosas burocráticas de siempre. Al poco tiempo ya estaba 'sacando' para la Municipalidad. Esa posibilidad me abrió las puertas en San Pablo, Renca, a la señora Mary y a Claudio Peralta, y a muchos vecinos que se fueron transformando en clientes y que aún conservo”, relata.

 


“Con mi señora –que era pedicura- estábamos poco tiempo juntos, teníamos un local de fotografías en avenida Córdoba pasando la sucursal del Banco Supervielle. Lo hizo mi cuñado 'El Patón' Horacio, pero un día lo cerré y abrí un estudio fotográfico en mi domicilio particular, quería compartir más tiempo con mi señora y los tiempos iban cambiando”, agrega.

 


Reconoce que la muerte de su esposa le causó un profundo dolor. “Sigo trabajando en la fotografía, es mi pasión y mi cable a tierra”. Hace veintiséis años que trabaja de fotógrafo en el Valle del Conlara, tiene su epicentro en Tilisarao, pero admite que lo buscan por su profesionalidad y responsabilidad.

 


Él siempre está. Dueño de una agradable personalidad, no quiere recordar la peor fotografía o la mejor. Aclara que a su casa de avenida Mitre al 400 nunca la venderá. "No está en mis planes, en ella  guardo los mejores recuerdos de mi vida", acepta y señala a Lucas y Héctor "Mingo" Amaya como sus sucesores, a corto plazo. "Son dos muy buenas personas, seguramente serán los encargados en el futuro de inmortalizar al pueblo que tanto quiero”, sentencia.

 



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