La Calera: "El acusado de abusar de mi nena era como un hijo para mí"

Fue, seguramente, una amarga Nochebuena para la familia de la chica de 14 años que fue abusada por su cuñado hace una semana, en un descampado de La Calera. Para ellos, la noticia de que el sospechoso, Osvaldo Daniel “el Camerún” Soria, fue procesado y enviado a la cárcel, con prisión preventiva, en la víspera de Navidad, tuvo un sabor agridulce. S., madre de la víctima y suegra del acusado, aún no halla explicación para la conducta de Soria. “Me duele mucho lo que pasó, por mi hija y también por mi yerno. Para mí, era como un hijo. Cuando yo vivía en San Juan y necesitaba algo, él hacía el sacrificio de irse en una moto de 110 centímetros cúbicos a ayudarme, con frío o calor, sin importar la hora. Siempre se había portado muy bien conmigo”, le confió S. a El Diario, en una entrevista exclusiva.

La mujer aseguró que los vecinos de La Calera están sorprendidos. “Es muy querido en el pueblo, muy querido –remarcó–. A todos ayudaba. Nunca escuché que haya tenido mala intención con ninguna mujer. Ésta es la primera vez. Por eso realmente no sé qué se le cruzó por la cabeza para hacer una cosa así”.

En el seno familiar, el ultraje ha surtido similar efecto que una pieza de dominó que cae detrás de otra, echando por tierra toda la estructura. La adolescente ha quedado muy deprimida, y S. teme que no pueda salir de ese estado. Espera que pronto acceda e inicie un tratamiento psicológico.

Esta semana, “cuando estuve en el juzgado me dijeron que no hay que obligarla a contar lo que pasó. Si ella quiere, hablará. También me indicaron que se hará la Cámara Gesell –Ndp: un psicólogo del Poder Judicial entrevistará a la víctima, para que narre cómo ocurrió el hecho–. Sería bueno que hable, pero no la podemos presionar”, reiteró.

Por otro lado, Y., la esposa de Soria y hermana de la víctima, ha optado, al parecer, por ponerse del lado de su marido, lo que ha profundizado la grieta que la violación abrió en la familia.

Al menos hasta el momento del llamado de El Diario, S. no había hablado con esta hija mayor, de 23 años, a pesar de que viven cerca. “Sé que ella está con la madre de Soria. Por lo que me comentó la Policía, cuando le tomaron declaración, habló en contra de su hermana. Parece que dio a entender que su hermanita seducía a su pareja”, que lo buscaba, contó.

“Pero cómo puede declarar eso, si su hermana es menor y Soria, un hombre de unos 40 años –se sorprendió la entrevistada–. Mi hija siempre trató a su cuñado como a un papá, lo respetaba como a un padre. Le tenía mucha confianza”.

De ser tal como su mamá lo cuenta, la conducta de Y. llama la atención, fundamentalmente porque, según ella misma le narró a El Diario en mayo de este año, también fue víctima de un ataque sexual, en 2011 (este año, la hermana de la jovencita ultrajada, denunció que un tío segundo la violó hace 4 años. Lo hizo porque él   le puso el apellido a su hija sin su consentimiento, con la sospecha que la nena es fruto del abuso. Y. dice que no es así).

Parientes de Soria, que también viven en La Calera, “han amenazado con agarrar a palos a mi hija de 14 si la encuentran en la calle”, aseguró. Por eso, explicó S., debió tramitar en la Justicia de San Luis una restricción, para que no se le acerquen.

Separaciones y reencuentros

La historia de la familia de la nena atacada está marcada por las separaciones y los acercamientos, la distancia y los reencuentros. Fruto de la relación con su marido, S. tuvo once hijos.

La pareja se separó hace 10 años. Los dos primeros, el matrimonio continuó bajo el mismo techo, aunque sólo compartían eso. Luego, S. se fue de La Calera. Los hijos mayores quedaron en el pueblo, con su padre, y los más chicos se fueron con S. a Encón, una pequeña localidad ubicada al sur de San Juan. “La nena de 14 y dos varones, de 12 y 10 años, siempre estuvieron conmigo en Encón”, aseveró. Producto de otra relación, tuvo otro varoncito, que hoy tiene 4 años.

La entrevistada aclaró que la adolescente abusada y dos de sus hermanos varones han estado con ella, a su cuidado, buena parte de los últimos diez años. “Hubo un año, no recuerdo bien si fue hace unos dos años atrás, que la nena de 14 se vino con su papá a La Calera y se quedó acá. Después se volvió conmigo, porque el papá dijo que no la podía tener. Y hace un par de meses, ya vinimos a instalarnos de nuevo en La Calera”, resumió.

S.  regresó al pueblo con los chicos cuando tuvo la novedad de que su ex marido no estaba bien de salud. Hace dos meses, el hombre murió en un sanatorio de San Luis Capital.

“Al último, ya no quería ni ir al médico. Pero antes de irse a la clínica por última vez, me dijo ‘Me voy contento para que me vea el doctor, porque me quiero quedar con mis hijos’. Ya no volvió. Falleció. Nos dejó a mí y a sus hijos la casa que tanto luchó por tener y que construyó junto a sus compañeros del Plan de Inclusión Social”, evocó.

Al momento de ocurrir el abuso, S. no estaba en La Calera. El fin de semana pasado, la mujer había viajado a San Juan. Refirió que necesitaba estar allá el lunes para hacer algunas diligencias judiciales por los problemas que ha tenido de modo reciente con el papá del nene de 4 años.

“Es el padre, no lo niego, pero no tiene su apellido. Y al día siguiente al velatorio de mi ex esposo, él se quiso llevar al chiquito a la fuerza. Casi que no alcancé a llegar a San Juan cuando me llamaron para avisarme que mi hija había sido violada por Soria y que la habían llevado al médico para que la revisaran. Apenas pude, regresé”, refirió.