Mandaron a dos hermanos a la cárcel por el homicidio de un joven

En los días que pasaron a la sombra no surgieron pruebas que despegaran a los hermanos Lucas y Ezequiel Cabrera de la acusación de haber matado a golpes a Rafael Cabrera, un vecino del barrio 9 de Julio de San Luis. Por eso, cumplido el tiempo que sus abogados tuvieron para ejecutar su estrategia de defensa, el juez Penal Nº 1 de San Luis tomó una decisión. Y resolvió que sigan tras las rejas, pero en el Servicio Penitenciario Provincial: los procesó por el homicidio del muchacho de 23 años.

Los hermanos y Rafael cumplieron, por su lado, los planes que tenían para esa madrugada del domingo 8 de marzo. Lucas y Ezequiel se juntaron con dos amigos a beber alcohol en la vereda de una casa del 9 de Julio. Rafael estuvo en una fiesta que se hizo en un domicilio del mismo barrio. También tomó alcohol. Cerca de las 02:30, Rafael dejó la reunión.

A la misma hora, según se estima, Ezequiel, de 19 años, se levantó para ir a buscar a su novia, quien vive en la entrada del barrio 9 de Julio. Lo acompañó uno de los hombres que compartía tragos con él. En el camino se encontró con Rafael. Éste iba solo y a pie en dirección al barrio 1º de Mayo, es decir, hacia el este.

Según los investigadores, la víctima y Ezequiel discutieron y se insultaron mutuamente. “Un testigo dijo que uno de los hermanos Cabrera –sería Ezequiel– había tenido tiempo atrás un problema con el joven fallecido”, confirmó el juez, y aclaró que eso no basta para enmarcar el ataque del domingo 8 en una suerte de venganza por las discrepancias del pasado.

Luego del encontronazo verbal, Rafael corrió. Por lo que establecieron los investigadores, se desplazó unos 100 metros aproximadamente. Ezequiel lo alcanzó y lo golpeó en la espalda, haciendo que perdiera el equilibrio y se cayera. Los testigos manifestaron que Rafael no se levantó más. 

Con sus averiguaciones, la Policía reconstruyó que Lucas, quien se había quedado con el otro amigo, vio que su hermano perseguía a un joven. E indicaron que cuando éste cayó, Lucas se acercó y comenzó a darle patadas, sumándose a la agresión iniciada por su hermano.

El magistrado refirió que los testigos –entre ellos, una vecina– aseveraron que sólo los Cabrera le pegaron al muchacho. Al parecer, los hombres que bebían con los ahora procesados no participaron del ataque.

Pero el chico no pereció por los golpes. Un forense determinó que Rafael murió por una asfixia por broncoaspiración. Vomitó y aspiró ese líquido, que se le fue a las vías respiratorias, causándole la falla irreversible.

El juez informó que durante la prórroga de la detención solicitada por la defensa, el forense y el médico policial dieron detalles de los exámenes en los que intervinieron. El forense consideró que los golpes pueden haberle causado la regurgitación y la posterior broncoaspiración en medio de un estado de inconsciencia, que impidió que tuviera los reflejos que habrían evitado la asfixia. El magistrado dijo que el médico policial coincidió con la conclusión del forense.

Según las constancias que hay en la causa, el muchacho habría quedado recostado boca arriba, en una posición que potenciaría la obstrucción de las vías respiratorias.

Además, “los testigos declararon que no pudieron ver claramente si pudo defenderse, porque estaba tirado en el suelo y los yuyos estaban altos. En realidad, no había malezas tan altas como para no ver. Pero aseguraron que desde que se cayó, nunca más se reincorporó. A eso se suma que el forense consignó que no presentaba lesiones de defensa, lo que hace presumir que puede haber estado inconsciente”, y no tuvo posibilidad de hacer frente a los embates, resumió.