Villa Mercedes: clientes y amigos celebraron los 50 años del último bar criollo

Entrar al bar "El Torito" es igual que haberlo hecho cuando abrió sus puertas, hace 50 años. Sólo cambiaron algunas caras, algunos posters, pero su esencia de bar criollo para tomar un vasito de vino y compartir una guitarreada sigue intacta medio siglo después.
En el barrio San José, en Europa 94 casi esquina Zoilo Concha, una pequeña puerta guarda y mantiene viva una tradición que hoy casi parece extinta. Después de atravesar la cortina que evita la presencia de las moscas, está el mágico lugar que no se destaca por sus grandes dimensiones, sino por su historia. Una antigua barra mostrador de madera, una vieja heladera Philips, una sencilla repisa con botellas, copas y vasos de todas las épocas, no relucientes o exhibidas, si no que están allí como sin querer. Dos bancos, unas pocas sillas de madera y una mesa pequeña son ocupados todos los días por los clientes que sin falta acuden a tomar su vasito fresco y compartir una charla para luego seguir con su día.
Los parroquianos saludan con cara seria ante la presencia de algún extraño, y de inmediato aparece ella, la dueña y anfitriona del último bar en su tipo en la ciudad. Se llama Laura Olmos, pero todos la conocen como Lita, e incluso varios le dicen tía Lita. Simpática, prolija, y muy coqueta porque se rehusa a decir su edad. 
“Siempre el bar se mantuvo igual, desde que mi marido (Roberto Torres, conocido como “Coco”) lo abrió el 5 de mayo de 1965 cuando estaba sin trabajo. Siempre le ayudé a atender, hasta que el falleció, hace 30 años y de ahí en más decidí seguir yo sola”, contó Lita.
Ella es la única mujer que se ve en el bar, vive y trabaja hace décadas rodeada de hombres, pero asegura que siempre primó el respeto. “Acá somos todos amigos, la gente es muy buena, me cuidan, si alguno quiere molestar lo sacan, nunca tuve que decir que alguno me quiso manosear, o me faltó el respeto, jamás en los 50 años que estoy acá, los aprecio mucho”, dijo la dueña.
De lunes a lunes, después de las 10:30 y hasta las 23, el pequeño bar abre sus puertas. Los que van piden por lo general algún vasito de tinto, una cerveza fresca, algún vermú o fernet; y en invierno predominan los pedidos de una cañita o una ginebrita para combatir el frío. 
“Nunca pensé que iba a atender un bar toda mi vida, pero quiero mucho esta actividad, la extraño cuando viajo o no puedo abrir por algo, porque a mi edad, qué hago sola, si no es este trabajo no tengo más nada; mi hijo ya es grande y trabaja en una fábrica, tengo nietos grandes también”, contó la propietaria.
El emblema del bar son unas astas de toro, que originaron su nombre, y están sujetas a una madera amurada a una pared. De la “decoración”, también forma parte un gran cuadro con decenas de fotos de los visitantes y guitarreros y un póster antiguo de El Diario con la figura del “Búfalo” Juan Gilberto Funes con la camiseta de River levantando la Copa Libertadores; en otra pared un póster diferente: el equipo de Boca Juniors Campeón de 1954. Las imágenes antagónicas refieren a la preferencia de la actual propietaria, seguidora del millonario, y a la pasión xeneise de su difunto esposo.

Mucho más que clientes
El bar no sería tal sin sus fieles clientes, esos que todos los días se dan una vueltita. Incluso hay algunos que con el permiso de la dueña, utilizan un asador en el patio del fondo para hacer una "vaquita", comprar la carne y compartir un buen asado. Ayer fue una ocasión especial: unos 15 hombres celebraron los 50 años del bar y también el Día del Trabajador. Esta vez sobre la parrilla se asó un lechón, Lita hizo unas empanadas y por supuesto hubo una torta de cumpleaños. Para tomar no faltó el vino tinto y la cerveza, que acompañaron más tarde a los guitarreros, que como siempre, estuvieron presentes hasta que la dueña dijo “vamos a cerrar muchachos”, y sin protestar se despidieron con ese “hasta mañana” que cumplen religiosamente hace años.