Primero le pegaron en la cara y cuando cayó lo patearon en el pecho. Al levantarse lo golpearon en el oído y allí se desvaneció. Me desesperé, me puse en el medio para que los golpes terminaran, entonces me dieron una patada en la pierna. Fue un infierno. Uno de ellos estaba como loco, apuntaba a los niños con su arma. Lo que vivimos no se lo deseo a nadie", cuenta José Amaya y su voz denota una mezcla de tristeza y preocupación. Es el papá de Emanuel Amaya, el joven que dice haber sido golpeado por un grupo de gendarmes en Vedia, provincia de Buenos Aires, cuando el micro en el que regresaban de La Salada a San Luis, lleno de gente y de bultos con ropa para vender, fue interceptado por los custodios en un supuesto control de rutina.
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