Hungría cerró ayer su principal estación de tren y dejó a cientos de refugiados que querían seguir viaje a Alemania y al norte europeo en las calles de Budapest protestando, en una nueva muestra de que la crisis de refugiados sigue desbordando a los gobiernos europeos, que no ofrecen respuestas estructurales.
El mismo día la Unión Europea (UE) amenazó con sancionar a los países del bloque que no apliquen correctamente las leyes regionales para los solicitantes de asilo, principalmente el Acuerdo de Dublin, que establece que el primer país al que llega el refugiado es el que debe encargarse de procesar su solicitud.
"Ésta es la última advertencia antes de abrir un procedimiento de infracción", anticipó ayer ante la prensa la vocera de Migración de la UE, Natasha Bertaud, según citó la cadena France 24.
Bertaud declinó nombrar a los países destinatarios de la advertencia del bloque comunitario integrado por 28 naciones, pero confirmó que sus palabras iban dirigidas a, al menos, 10 países.
Dos de ellos sin dudas son Italia y Grecia, los dos grandes puertos de entrada de los refugiados en Europa que, colapsados y sumidos en una profunda crisis económica, han optado por abrir sus fronteras hacia la UE y dejar que los refugiados continúen su viaje y pidan formalmente asilo político en otro país miembro del bloque.
Algo similar decidió el gobierno de Hungría.
El lunes, cerca de 400 refugiados llegaron a Baviera, en el sur de Alemania, y otros 3.650 a Viena, una parada previa en el camino al territorio germano. En ambos casos partieron en trenes desde la estación central de Budapest.


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