Tras la lluvia del viernes llegó la calma, pero se rompió con los tributos a "Nirvana" y "Bullet for my Valentine" en Rock&Beer.
Las canciones de Kurt Cobain sonaron a través de “Very Ape”, con el cantante y guitarrista Nicolás “Tato” Gaido en una performace con la que homenajeó al ídolo en look (el logo del smile intoxicado) e incluso físicamente por el parecido que guarda con el mítico guitarrista.
Los chicos cursan la secundaria, por lo que el grueso de los presentes eran menores (tocar temprano era la condición) y la espera terminó con “School”. Pero esos adolescentes fueron a una escuela distinta un sábado a la noche.
Los primos Nicolás y Luciano recibieron el legado del tío Federico Gaido (guitarrista de "SuriKatos" y fan nirvanero) cuando cantó “Serve the servants”, afianzados con las cuatro cuerdas de Matías Ojeda
“Tato” tuvo pocas palabras pero fueron efectivas. “A ver el pogo ¿dónde está?”, preguntaron en el escenario y lo lograron en “Floyd the barber”.
El smile seguía sonriendo y la guitarra grafiteada sonó fuerte en los hits “Come as you are” y "Lithium”. El que no cantaba estaba en el pogo y hasta el sonidista saltó en la furiosa “Breed”.
El knock out final llegó con “Smells like teen spirit” y un “Territorial pissing” que desarmó la batería de Lucho.
“Buenas noches, gente” anunció Nicolás Brenni desde el micrófono en la introducción guitarrera de Federico Acosta y Gonzalo Vieyra. El local se puso a tono para escuchar canciones de "Bullet for my Valentine", en el segundo homenaje de la noche.
Los muchachos desarmaron el local a base de ritmos fuertes y ánimos de volcar pasión a los fans. “Qué bueno que es ser joven”, le dijo un jovato a otro, extrañando viejas épocas.
“Last fight” tuvo una versión acústica y dejaron al final un tridente ofensivo mortal, "Dignity”, “Demon” y “Tears”.
“Les regalamos otra, que nada que ver pero es la última porque me muero por el desgaste”, se quejaba Brenni antes del bis. Fue entonces cuando el trío se jugó por "Toxicity", de System of a Down. “¿Lo van a poguear?” preguntó y la respuesta fue un revuelo central muy fuerte, donde los headbangers ejercitaron sus cuellos arriba y abajo, con mano cornuda en alto, con la batería a doble pedal de Fernando Gil Betancourt y el bajo de 5 cuerdas de Matías Braekman marcando el ritmo.
Oídos aturdidos con cabezas estropeadas. Así terminó esa noche pero antes que la carroza se convirtiera en calabaza, los chicos volvieron a sus casas.
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