Insisten con el cierre del Centro de Suboficiales para hacer fiestas

Con bronca y al borde de la impotencia, vecinos de la calle Felipe Velázquez siguen con la esperanza que algún día alguien prohíba  las fiestas en el  salón del Centro de Suboficiales por los ruidos molestos y, en el último tiempo, las peleas cada vez más violentas que se dan entre grupos de adolescentes. Afirman que si bien este fin de semana la Municipalidad clausuró el salón, el panorama sigue igual.

“Es una historia de larga data, desde hace unos diez años. Pedimos que se cumplan las ordenanzas para que podamos descansar como corresponde, porque a la música la ponen tan fuerte, que se escucha a varias cuadras de distancia. Y ya, últimamente, se dan varias peleas donde rompen casas, vehículos, y hay heridos”, contó el vecino, Luis Quintas, quien señaló que en ocho meses ya presentaron 18 notas.

María Torres es otra de las que sufre cada vez que el Suboficiales prende las luces y los equipos. Junto a su esposo e hijo, viven a dos casas del salón, por lo que son testigos directos y en 'primera fila' de las peleas que se armaron hace diez días.

“El otro fin de semana me rompieron un vidrio y la persiana. ¿Quién se hace cargo de eso?. No estamos en contra del establecimiento, sino de que hagan eventos bailables y encima sin ningún tipo de control. A pesar de que es un salón de la propia policía, no hay seguridad. Y cuando hay peleas, siempre llegan tarde”, lamentó Torres.

Durante la madrugada del domingo pasado, la Secretaría de Seguridad Ciudadana y Control Comunal inspeccionó al Suboficiales y “colocó tres fajas de ‘clausurado’ en puertas de ingreso”, según afirma el Acta nº 1779.

Parecía que las familias habían ganado la batalla. Sin embargo, ayer a la mañana la reja estaba abierta. Ante este cuadro, el concejal Francisco Guiñazú explicó que ésta situación es una consecuencia directa de la falta de cumplimiento de las normas vigentes y resoluciones del Juzgado de Faltas. “Hay ordenanzas que establecen el aislamiento acústico y el vibratorio, y nada de eso se cumple. Se hicieron planteos y hay un expediente que tiene más de 100 fojas donde se acreditaron esos excesos de ruidos. Y la realidad es que se dispuso la clausura de este local y no se efectiviza, no se ejecuta. Entonces, estamos frente a la ausencia del Estado. La policía municipal no hace cumplir las ordenanzas vigentes, es decir, esto tiene responsables con nombre y apellido”, sostuvo el dirigente.

Con todos estos elementos, los vecinos escribieron la nota número 18 dirigida a la Intendencia municipal y al Juzgado  de Faltas. En veinte líneas volvieron a recordar cómo “el funcionamiento ilegal del galpón tinglado” pone en jaque su calidad de vida. Además afirmaron sentirse “absolutamente defraudados al comprobar una vez más que se permite en forma discrecional que algunos actúen al margen de la ley con total impunidad”, firman unas quince familias de las calles Felipe Velázquez, República del Líbano y Ciudad del Rosario, entre Sarmiento y Florida, principalmente.

"Siempre viví acá, y cada vez que hay reuniones los viernes o sábados, no se puede estar, porque los sonidos son muy fuertes, y cuando terminan, empiezan las peleas. Yo vivo a dos cuadras y desde allá se escuchan las corridas, los gritos y golpes. Es terrible", contó Adriana Paladini, mientras Carlos Lovagnini, quien tiene su casa detrás del tinglado, explicó que cada vez que hay fiestas, hasta las 5 o 6 de la mañana no se puede dormir.