La pericia psicológica realizada a un hombre de 44 años, investigado por abusar de sus dos hijas durante años, condice no sólo con las actitudes relatadas por las víctimas, sino también con el resto de las pruebas incorporadas al expediente, aseguró ayer Karina Mantelli, abogada de las hijas del sospechoso. Los peritos del Poder Judicial que examinaron a J.M. concluyeron que “tiende a reaccionar impulsivamente e inclusive agresivamente ante eventos que superen o desborden los recursos personales de los que dispone (…). Tiene poca tolerancia a las frustraciones y (…) se observan indicadores de pobre control de los impulsos sexuales”, remarcaron los profesionales en el escrito que le presentaron al juez Sebastián Cadelago Filippi.
Además, resaltaron que “tiene poca capacidad de empatía y exhibe escasa resonancia afectiva en el relato de los acontecimientos, presentando sentimientos de preocupación y temor solamente en lo que concierne a las posibles consecuencias negativas y/o punitivas del proceso judicial”.
Después de dos entrevistas extensas y de someterlo a distintos test, los psicólogos consignaron que las funciones básicas –en las que se incluye la memoria– y la inteligencia están dentro de los parámetros normales. Su criterio de realidad "está conservado y el juicio crítico tiene leves perturbaciones". “Posee un estilo de personalidad con marcados rasgos narcisistas, mostrándose extrovertido, enérgico, que tiende a imponerse ante otras personas. Se observan en las pruebas proyectivas los siguientes indicadores de relevancia: inmadurez emocional, dependencia afectiva, agresividad e impulsividad”, agregaron.
El informe fue incorporado días atrás. El viernes, además, hubo dos declaraciones que, según la abogada, fueron muy valiosas. Una es de un hombre de apellido Agüero, amigo del imputado. La otra, de la psicóloga del hijo menor del acusado, hermano de las dos víctimas.
Mantelli refirió que si bien resta tomar algunos testimonios, éstos dos se cuentan entre los últimos, ya que el 5 de noviembre concluye el plazo para la instrucción del sumario. Sólo si el magistrado considera necesario sumar algunas otras pruebas, puede pedir una prórroga.
La mayor de las víctimas, B.M., declaró que una de las circunstancias en las que sufrió abuso fue cuando su padre la llevó de pesca. En esa oportunidad, los acompañó un amigo de él, Agüero. Fue citado por primera vez en la causa.
“Si bien él no estaba tan cerca, declaró que oyó a la nena llorar dentro de la carpa. En ese momento, ella estaba allí con su papá. Estuvieron como una hora. Después, su amigo le preguntó por qué lloraba. Le dijo ‘quedate tranquilo, es porque extraña a la mamá’. El testigo estimó que cuando sucedió eso, la nena tenía entre 8 y 10 años”, dijo Mantelli.
El viernes también declaró una psicóloga, ya jubilada, a quien le encomendaron asistir al hermano menor de las chicas, hoy de 13 años, por el comportamiento que tenía en la escuela. La profesional “sospecha que tuvo un evento traumático durante la niñez, que no ha podido expresar. Por eso ella no sabe cuál es. El chico tiene un rechazo y un alejamiento total del padre, por algo que ha pasado, pero que no puede verbalizar. Por lo que yo infiero que, o bien le pasó algo a él o vio algo que le hicieron a sus hermanas”, supuso.
Mantelli dijo que, tras ver toda la prueba colectada hasta el momento, evalúa pedir el cambio de calificación. El juez procesó a J.M. por el delito de “Abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por el vínculo”. “Para mí, tiene que ir a juicio oral por ‘Abuso sexual con acceso carnal, en concurso real’, son varios hechos”, consideró.
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