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Balladores Fernández: la desaparición de un dúo con 38 años de historia

Por redacción
| 02 de noviembre de 2016
Hoy. Raúl Ricardo Fernández, ex integrante del dúo Balladores-Fernández, y su guitarra en su casa interpretando "El último viaje", de don Rogelio Araya.

Entre tonadas, cuecas, gatos, zambas, chacareras y temas melódicos y románticos, nació el dúo Balladores-Fernández. Pero antes eran “Los Chayeros”, un grupo folclórico surgido entre amigos de escuela que animaban peñas, serenatas y fiestas familiares.

 


Raúl Ricardo Fernández, ex integrante de ambos grupos folclóricos ya desaparecidos, recuerda los comienzos artísticos. “A 'Los Chayeros' lo integraban Mario Quiroga, Carlos Ibáñez, un muchacho Oviedo de Villa Dolores, Humberto Balladores y yo. Tres estudiábamos en la Escuela Normal de Varones”.

 


El hombre, que acaba de cumplir 80 años, asegura que el grupo se creó en 1953, cuando él tenía 16. "Tocábamos temas de 'Los Chalchaleros', 'Los Fronterizos', 'Los Cantores de Quilla Huasi'. Las escuelas, fiestas familiares, reuniones con amigos o serenatas eran nuestro punto de acción. Uno de los temas que más tocamos era ‘El cocherito’, no ‘Cochero ‘e plaza’ que lo cantaban 'Los Chalchaleros”, asegura.

 


“Al poco tiempo ‑continúa‑ se enfermó Mario Quiroga, Ibáñez se fue al servicio militar y el grupo que tantas satisfacciones nos daba, se disolvió. Entonces quedábamos solo con Humberto y armamos un dúo Balladores-Fernández. Así nacimos al ambiente musical, la tónica no era distinta, hacíamos música de todo tipo, cuyana, folclore norteño y le agregamos algunos temas melódicos, románticos, sobre todo boleros que las mujeres siempre pedían”. recuerda con picardía.

 


Don "Tito" relata cómo fueron adquiriendo protagonismo. "Tocábamos donde nos convocaran y al hacernos conocidos, nos invitaron de LV13 Radio Granaderos Puntanos para sumarnos a la grilla folclórica de esa emisora. Mientras tanto, sumábamos en las peñas, también en el Sportsman, Las Delicias Cuyanas, La Cueva del Chancho, por nombrar a algunos lugares. Después con el tiempo y a base de perseverancia y conducta subimos a los escenarios de Los Ranqueles en San Luis, Río Cuarto, Buenos Aires, Córdoba, San Juan y varias veces en Mendoza. En Villa Mercedes hicimos buenos amigos entre ellos, El Trébol Mercedino integrado por ‘El Sapo' Ávila, 'El Gallina' Riquelme y ‘El Chivo’ Montenegro, que para mí fue El Trébol original, también con Arboz-Narváez”, puntualiza.

 


Era la época en que a nivel local comenzaban a salir grupos como "Los Cantores del Manantial", "Las Voces del Chorrillero" y Milton Ibiri, que cantaba melódico y temas de Antonio Tormo con su hermano Roque, que era locutor en LV13. "También actuamos entre 1955 y 1956 en el subsuelo de Océan para el Centro de Protección a la Infancia, nos acompañaba en guitarra Medardo Herrera. Los domingos en el cine Gran Rex, en un programa radial por LV13, auspiciado por la tienda Blanco y Negro de don Chuchán y también en los espectáculos que se hacían en el Dos Venados, que hoy es el Ave Fénix", detalla la agitada agenda que tenían.

 


A modo de anécdota cuenta que hace poco le llamó la atención que en un programa que conduce Julio Becerra en Radio Dimensión pasaran unos temas del dúo, uno de ellos fue "Camino de carros". "Sentí un orgullo muy grande al saber que todavía recuerdan a Balladores-Fernández”, sostiene con un dejo de nostalgia.

 


Don Tito admite que se anima a tocar su guitarra y cantar. De hecho sin que nadie se lo pida interpreta "El último viaje" de Rogelio Araya, que el propio autor le enseñó a tocar. Dice que los temas que nunca dejaron de interpretar fueron; la "NN" de Arboz-Narváez; "La mazamorra", de "Chocho" Arancibia; "Yo fui tu árbol estimado", de Antonio Esteban Agüero; y "Un ciego cualquiera", una milonga de Narváez y Velarde. Aunque aclara que "Recordemos", de los hermanos de La Torre de San Juan, y "El leñerito", de Félix Dardo Palorma, eran los más pedidos y aplaudidos.

 


El dúo Balladores-Fernández se disolvió después de 38 años de actuaciones en todo Cuyo y en grandes escenarios de Córdoba y Buenos Aires. "Habíamos actuado el 16 de agosto de 1991 en el Círculo de Suboficiales de la Policía de San Luis en el festival ‘Cantores de Antaño’, organizado por don Irusta, sin saber que ésa sería nuestra última vez", expresa con un nudo en la garganta.

 


"Recuerdo ‑sigue‑ que nos presentó Miguel Ángel ‘El Loro’ Lucero. Tocamos 'La NN', 'Me voy pa’ Mendoza', y 'El leñerito'. Luego yo me vine a mi casa, Humberto se fue con unos amigos y al otro día cumplía años su hermano Eduardo. Habrá festejado y después se fue a su casa, donde falleció de un infarto", manifiesta con la voz entrecortada y agrega: "No lo podía creer, una de sus hermanas, me avisó. Fue un dolor muy grande. No quise tocar por un tiempo, ése fue el verdadero final del dúo”.

 


Don Tito recuerda que su padre fue Horacio Fernández, que nació el 27 de octubre de 1936 en Taquimilán Abajo, Neuquén, y como docente ejerció en Chos Malal, Andacollo, Bella Vista, Las Ovejas, Taquimilán Arriba y Guingán. “Según contaba mi padre, en todos esos lugares les enseñaba a los indios mapuche a leer, a escribir y también música con tres instrumentos: guitarra, mandolín y violín, así les enseñó a cantar el Himno Nacional Argentino".

 


Tenía un año cuando su padre, que se había casado con Brunilda Porro, de Chos Malal, fue trasladado a San Luis y vinieron a vivir a la calle Mitre al 600. "Fui a la escuela 'Rivadavia', en Ayacucho y Chacabuco, hice primer grado inferior, mi maestra era Isolina Tula de Durán, después pasé a la vieja Escuela Normal de Varones, cuya entrada era por calle Ayacucho entre General Paz y Colón”.

 


Raúl Ricardo reconoce que su inclinación por la música venía de su padre. Junto a su hermano Enrique, que fue celador de la Escuela Normal, practicaba con una guitarra que les habían comprado. Pero su pasión iba más allá y se encerraba en una piecita del fondo para sacar temas por pentagrama o de oído. Su dedicación y esmero tuvo su premio: su padre le compró otra guitarra en Antigua Casa Núñez. "Todavía me acuerdo del primer tema, era una rancherita de 1890, era puro rasguido, muy vieja, pero muy linda”.

 


“Llegó un tío de Buenos Aires, Virgilio Moretta, que conocía mucho a don Antolín Magallanes, que vivía en Maipú al 1000, pasando Lavalle. Él me enseñó música, tendría unos 12 años, pasaba noches enteras pegado al pentagrama”, sostiene.

 


Ante la atenta mirada de su señora y sus hijos, don Tito hace un breve resumen de su vida. "Siempre estuve 'bajo bandera'. Apenas salí del servicio militar en abril de 1958, me casé, y todavía sigo 'bajo bandera”, dice y suelta una sonora carcajada festejada por todos.

 


“A los 21 años era el secretario privado del jefe de Policía de San Luis, José Cristóbal ‘El Toba’ Pereyra, de Quines. Me ofrecieron quedarme y me prometieron un ascenso a comisario. Pero en setiembre de 1958 ingresé al Banco de la Provincia, el gerente general era Guido Nicolás Braxs. Estuve casi por 40 años, hasta que me jubilé. Y casi no seguí tocando porque prioricé la familia antes que la guitarra, cada vez era más difícil por los compromisos, pero mi señora, los chicos y mi trabajo tenían la prioridad", asegura.

 


Sin embargo, admite que lo que más siente hoy, a sus ochenta años, "es no haber grabado algunos temas, creo que merecimos esa oportunidad. Lamentablemente no pudo ser", sentencia sobre lo que quedó en el haber.

 


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