"Estoy quemado" es la expresión más común que las personas utilizan a fin de año. Muchas horas de trabajo, pocas horas de sueño, una reunión detrás de la otra, informes que presentar o viajes de negocios. Una lista interminable de responsabilidades que se deben cumplir todos los días. Por eso, cuando llega fin de año, el cuerpo ya no da abasto y la mente pide un descanso. El síndrome del "quemado", burnout en inglés, un trastorno emocional que está vinculado con el ámbito laboral, el estrés causado por el trabajo y el estilo de vida del empleado. La llegada de las fiestas de fin de año, contribuye a un aumento de tareas que puede empeorar el estado.
¿Qué es?
A mediados de los años 70 el psiquiatra, Herbert Freudenberger, describió el síndrome Burnout como una patología psiquiátrica que experimentaban algunos profesionales. Mientras trabajaba en una clínica de Nueva York, observó cómo la gran mayoría de los voluntarios que realizaban tareas con toxicómanos, en un período determinado -normalmente un año-, sufrían de forma progresiva una pérdida de energía, hasta llegar al agotamiento, síntomas de ansiedad y depresión así como desmotivación en su trabajo y agresividad con los pacientes.
En la Universidad de Kent, Reino Unido, Anna Katharina Schaffner, comenzó a estudiar el síndrome Burnout, y descubrió que este mal era cada vez más común. La especialista afirmó que es levemente diferente a la depresión. "Los teóricos concuerdan en que la depresión conlleva una pérdida de la autoestima, o incluso odio o desprecio a sí mismo, lo que no ocurre durante un Burnout, donde la imagen personal en general permanece intacta", explicó Schaffner. "El enojo está dirigido hacia la empresa o la organización para la que uno trabaja, o hacia los clientes o el más amplio sistema económico y sociopolítico".
Síntomas
No poder pensar con claridad, dolor de cabeza, fatiga constante son síntomas que invaden el ámbito laboral cuando el calendario anual está en sus últimas hojas.
Según los expertos, los indicios más comunes son: sentimiento de agotamiento, fracaso e impotencia, poca realización personal, estado permanente de nerviosismo, dificultad para concentrarse, comportamientos agresivos, dolor de cabeza, taquicardia, insomnio, bajo rendimiento, ausentismo laboral, aburrimiento, impaciencia e irritabilidad y comunicación deficiente.
Cuatro etapas del síndrome
Jerry Edelwich y Archie Brodsky (1980) definen el burnout como "una pérdida progresiva del idealismo, energía y motivos vividos por la gente en las profesiones de ayuda, como resultado de las condiciones de trabajo".
Distinguen cuatro fases del síntoma. La primera es denominada de "idealismo y entusiasmo" . El individuo posee un alto nivel de energía para el trabajo, expectativas poco realistas sobre él y aún no sabe lo que puede alcanzar con éste. La segunda, de "estancamiento", una disminución de las actividades cuando constata la irrealidad de sus expectativas, y aparece la pérdida del idealismo y del entusiasmo. La tercera etapa es la de la "apatía", es la fase central. La frustración de las expectativas lleva a la paralización de las tareas, creándose una apatía y falta de interés. Empiezan a surgir los problemas emocionales, conductuales y físicos. La última, "distanciamiento", es cuando el empleado está crónicamente frustrado en su trabajo, ocasionando sentimientos de vacío total que pueden manifestarse en la forma de distanciamiento emocional y de desvalorización profesional.
A quién afecta más
Según un estudio español del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, los estudios no establecen claras diferencias significativas si afecta más a los hombres o mujeres, pero sí muestra que la mayoría de los casos se dan en personas de entre 30 a 50 años.
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