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Villa Mercedes: lo procesaron por robarle al hombre que le había dado casa

Por redacción
| 27 de febrero de 2016
Las Heras 1831. El robo ocurrió el domingo 14, cuando los dueños de la vivienda se habían ido de viaje.

Era muy difícil, quizás imposible, que Lucas Iván Jiménez lograra desligarse del robo en el que se veía envuelto. A las pocas horas de la sustracción, cuando la Policía lo sorprendió en la calle, llevaba encima 1.100 pesos. Cuando le allanaron la vivienda le hallaron 8.400 más. Aparte de Miguel Cruz y su esposa, era el único que sabía el lugar específico donde el hombre guardaba sus 15.700 pesos, todos sus ahorros. Lo sabía, no porque hubiera seguido al damnificado en un fino trabajo de vigilancia, sino porque prácticamente vivía en la casa de él. Se había convertido casi en un “hijo del corazón” para Cruz, quien le daba de comer, le compraba ropa y hasta trataba de conseguirle un trabajo para asegurarle un porvenir.

 


Precisamente porque el joven de 24 años tenía muchas pruebas que lo vinculaban de manera directa con el robo, el juez de Instrucción Penal N° 2, Leandro Estrada, lo procesó por ese delito.

 


Dado que es la primera causa penal que Jiménez afronta como adulto, el magistrado no acompañó esa medida con la prisión preventiva, explicó Estrada. Una vez estuvo envuelto en otro delito, pero como sucedió cuando era menor, aquella vez no pudo computarse como un antecedente válido.

 


Cuando el juez lo indagó, el imputado se abstuvo de declarar. En los días siguientes, mientras resolvían su situación procesal, en ningún momento quebró su voluntad de guardar silencio.

 


No era de fiar

 


El robo que le atribuyen ocurrió el domingo 14, en Las Heras 1831.

 


Ese día, a partir de las 12, la vivienda de los Cruz, a no ser por los perros y los gatos que tienen de mascotas, quedó sola. El hombre y su esposa Nancy se fueron a almorzar a lo de su hijo, en el barrio Mil Viviendas.

 


Compartieron con su hijo, su nuera y su nieto hasta la tarde, hasta que recibieron un llamado de Justo Daract, donde el damnificado tiene una vivienda en alquiler. "Entonces, me fui con mi señora para allá", contó.

 


Regresaron a Villa Mercedes, a su casa, alrededor de las 22. Cuando entraron, a simple vista, no notaron nada raro. Todo parecía estar en su lugar.

 


Eso creyeron hasta que vieron su dormitorio. "La puerta del ropero estaba rota y la cajita fuerte, que guardaba ahí, también estaba abierta", recordó. La violentaron, calcula, con un destornillador que había quedado a un costado.

 


Aunque en su subconsciente tal vez ya había empezado a revolotear el nombre de Lucas como sospechoso, dado que ninguna abertura estaba violentada y el ladrón supo con exactitud dónde hallar la plata, Cruz confirmó lo que había pasado en realidad cuando habló con sus vecinos. "Me dijeron 'lo vimos al Lucas que andaba por acá, a la tarde'", narró.

 


A nadie le llamó la atención que el joven merodeara el domicilio, incluso que entrara, porque era algo que estaba acostumbrado a hacer desde hacía casi cuatro años.

 


"Me fui hasta la casa del Lucas. Quería hablar con él, preguntarle", narró. Pero en la vivienda del barrio El Criollo, ubicado a más de veinte cuadras de la suya, no había nadie. Cruz se fue, entonces, a la Comisaría 9ª, a denunciar el robo. Y les dijo a los policías quién era, para él, el delincuente.

 


Al rato, los efectivos se encaminaron hasta la dirección de Jiménez, en Chile y Juan B. Justo. "Lo hallaron chupando en la puerta, con la plata encima", dijo.

 


Una vez en la seccional,  Lucas admitió ser quien le había robado a su amigo, reveló una fuente.

 


Al día siguiente, a las 9 de la mañana, con la autorización del juez, la Policía allanó el domicilio del sospechoso. En un patio trasero, escondido detrás de unos blocks y unas piedras, los investigadores encontraron un morral de lana tejido. Dentro, diseminados en billetes de 100, había 7.900 pesos.

 


Cuando los investigadores finalizaron la requisa, al rato, Alicia, la madre de Jiménez, se allegó a la comisaría. Entregó 500 pesos. La mujer dijo que los había descubierto en la campera de su hijo y que sabía que de él no eran.

 


Antes de que lo denunciara, Alicia se comunicó con Cruz. Le mandó mensajes. Le pedió que, por favor, no denunciara a su hijo.

 


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