Tremenda sorpresa se llevaron los inspectores municipales de Villa Mercedes cuando salieron en uno de sus recorridos habituales a controlar que los diferentes comercios de la ciudad cumplan con la normativa.
El miércoles por la mañana, dos camionetas con el personal a bordo partieron a un hotel alojamiento ubicado en una de las calles laterales de la colectora sur. Al llegar constataron que no tenía la habilitación y debieron clausurarlo. Tanto movimiento de sirenas, de camionetas policiales y de los inspectores alborotaron el lugar y a quienes allí dentro estaban pasándola bien. Aunque a más de uno se le pasó por la cabeza, alguna vez, encontrar a un conocido, los inspectores no imaginaron que se les iba a dar. Antes que se retiraran del motel, un vehículo los enfrentó y casualmente los felices y sonrientes ocupantes, que habían completado el turno, eran conocidos del edificio municipal.
Lo que más llamó la atención es que ambos dieron suelta a sus deseos carnales y sin importar la hora, cómo sucede cuando florece el amor, se embarcaron en la travesía y olvidaron que estaban en pleno horario laboral. Aún así, sin inmutarse, quizá porque después de las horas placenteras nada más importa, dejaron el hotel y a sus compañeros atrás y siguieron su rumbo cuál tortolitos que seguían festejando el Día de los Enamorados. En los pasillos del Municipio no pasó desapercibido el amorío del empleado y la empleada que lamentablemente después de la clausura deberán buscar otro nidito.
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