Claudia Videla rompió con su voz la distancia, ya insalvable, que la separa de su ex pareja, Daniel Anselmo Romero. Fue después de que la Cámara del Crimen Nº 2 lo condenara en un fallo unánime a 15 años de prisión por violar a la hija de ella, que en ese entonces, en 2014, tenía 11 años. “Cuando le empecé a gritar, él bajó la cabeza –reconstruyó Claudia–. Le dije que había un Dios que le iba a hacer pagar todo el daño que le hizo a mi hija. Le dije que con la misma fuerza con la que lo había amado, ahora lo odiaba, por haberla lastimado así. Le dije que lo va a pagar. Y que ojalá estos 15 años que va a estar encerrado le sirvan para pensar en lo que hizo”.
Así, con la sombra de las otras sentencias, las de su ex mujer, Romero, de 33 años, se fue de la sala, guiado por los policías. Del otro lado de la baranda, donde está el público, no había ni un solo familiar de él. Sí había varios parientes y allegados a la víctima. Todos salieron de allí satisfechos con la condena, exultantes. Unos minutos después irían a la salida que da a calle Colón, para esperar a Romero. El vehículo policial en el que lo trasladaba salió presuroso del estacionamiento del subsuelo. Aun así, encerrado y protegido adentro de la Renault Kangoo, fue imposible que no escuchara cómo se replicaban las voces que le gritaban “violador”, justo al frente de una parada de colectivos llena de gente.


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