SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

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Quique Torres, los ojos más fanáticos del club Estudiantes

Por redacción
| 20 de junio de 2016
Hincha apasionado. El nacido en Villa de la Quebrada se ubica siempre detrás del alambrado. Nunca faltan su radio y los auriculares para seguir los partidos.

Quique" Torres es uno de los hinchas más fanáticos de Sportivo Estudiantes. Dice haber recorrido más de veinte mil kilómetros para ver a su equipo y que hace años sigue la campaña del “albiverde” de la calle Aristóbulo del Valle a instancia de una amiga de la infancia. Él es no vidente.

 


Admite que son muy pocos los partidos del club de sus amores que se perdió en los últimos años y que es además un fiel defensor de la hinchada y del plantel. Vive con sus padres en la villa religiosa del Cristo de la Quebrada.

 


Hasta allá fue El Diario para entrevistarlo. En la puerta de su sencilla pero confortable casa del barrio San Francisco, estaba su hermana Nora (61) que estoicamente nos esperaba en la puerta pese al frío viento sur que comenzaba a soplar. “Me quedé acá para que no se pierdan”, dijo a modo de excusa y para justificar su presencia en la puerta de calle.

 

En familia. "Quique" con su hermana Nora, su mamá Ramona y su papá Enrique en su casa de Villa de la Quebrada y la bandera del "verde " como fondo ilustrativo.

Una vez adentro, no tardó en aparecer un aromático café con palmeritas caseras que desaparecieron mientras esperábamos la presencia de "Quique", “el hincha del verde”, como ahora quiere que le digan.

 


Llegó con una vistosa campera blanca de vivos verdes y con leyendas alusivas a su "team" preferido. Después del saludo de estilo, mostró su personalidad y su forma de “ver un partido de fútbol”.

 


Tal vez, David -su verdadero nombre‑ sea el único hincha no vidente de Estudiantes de San Luis. Pese a su discapacidad, se maneja con una seguridad que sorprende y habla con mucho conocimiento del presente del albiverde.

 


“Tengo 38 años y perdí la vista por completo a los 12 por el glaucoma", dice sobre la enfermedad del ojo que le restó visión de manera gradual. "Nací con la falta de la visión de uno de mis ojos, y pese a los tratamientos que se me hicieron, fue imposible salvar el otro, repentinamente a los 12, quedé totalmente ciego”, añade el amante del fútbol, de la naturaleza y de la psicología, carrera que piensa retomar.

 


El glaucoma es muy dañino, y sus síntomas se manifiestan con la visión borrosa, dolor de ojos y cabeza, náuseas, vómitos y la pérdida repentina de la visión. Su hermana Nora, cree que la enfermedad "despertó" en su hermano cuando recibió un golpe en la escuela y que pese a los cuidados intensos de su madre, nada se pudo hacer.

 

Todo por el club. "Quique" besa con pasión el escudo de la casaca de Estudiantes.

"Quique" no lo dice y tampoco quiere recordar ese momento. Sentado en la cabecera de la mesa y rodeado de sus padres y una de sus hermanas detalla que su familia está compuesta por su mamá Ramona de 86 años, su papá Enrique de 91 y que él es el menor de seis hermanos: Lorenzo, el mayor; Nora;  Marco, que falleció; Lety; y Guillermo. "Tengo  varios  sobrinos de todas las edades con los cuales me llevo muy bien, siempre me ayudan y están presentes", admite.

 


El nació en la "Capital Provincial de la Fe" asegura manejarse con total naturalidad. "Mi ceguera no me pesa en absoluto, y en mi pueblo vivo naturalmente, todavía se puede abrir la puerta sin preguntar quién es. No soy de salir mucho, escucho música o hago cosas, reconozco que soy medio vago para estudiar, pero quiero retomar mi carrera", aclara.

 


"Quique" viaja casi todos los días  a la ciudad de San Luis para hacer compras o trámites porque sus padres son muy mayores y él es el encargado de todo en la casa.

 


“En mi mundo, en el de los ciegos, mis oídos son mis ojos y siempre tengo el gran apoyo que me brinda mi familia para hacer lo que más quiero en la vida: viajar con el plantel de Estudiantes", cuenta mientras acaricia con suavidad el escudo de la casaca del club que se arruga entre sus dedos.

 


En la vida hay cosas que asombran y causan sorpresa. Una de ellas es conocer a "Quique" Torres, un joven ciego que se maneja con total solvencia en su hogar, en su pueblo, en la ciudad y en las grande urbes que recorrió por su equipo. Aunque con dolor marca la diferencia entre el trato que recibe en su provincia y en el resto del país. "Como no vidente lo que más me duele es que acá no se nos respete con la seriedad que nos merecemos las personas con capacidades diferentes. He tenido la suerte de recorrer el país como hincha de fútbol no vidente y jamás tuve un problema. Llevo hecho más de veinte mil kilómetros y donde voy soy respetado, menos en mi provincia”

 


"Quique" acomoda su humanidad en la silla, estira sus brazos cuan largos son, pareciera que  los colores verdes se confunden con el blanco de su ropa, sonríe y gira su cabeza para decir: “No soy fanático de Estudiantes, la palabra fanático no me gusta, encierra otros valores, yo amo a Estudiantes que es distinto y mi amor por el club nació cuando tenía unos nueve años”.

 


Sus palabras sorprenden porque cuando se trata de hinchas de fútbol afloran los sentimientos y desborda la pasión para convertirse en un fanatismo sin límites, pero parece que éste no es el caso y "Quique" habla de amor. “Vivíamos en la calle Sargento Baigorria del barrio Di Pasquo, hoy es un bulevar que divide a ese barrio del Amep, está muy lindo, todo con plantas, jardines verdes y asfaltado. En mi casa alquilaba una familia que tenía una hija, Ramona, y una tarde  de octubre de 1987, me invitó al 'Coliseo' a ver un partido entre Estudiantes y Defensores del Oeste. Ella quería hacerme hincha del 'Defe', pero no tuvo suerte. Me hice del 'verde', me gustaron los colores, no me llevaron más, ojalá mi amiga de aquellos años lea esta nota y se conecte conmigo, son recuerdos imborrables”, reconoció el inicio del idilio.

 


“Volví a pisar una cancha ‑continúa‑ de la mano de mi hermano Guillermo. En enero de 1988, me llevó a ver el segundo partido de Estudiantes en el Torneo del Interior, hoy el Federal C, contra Argentinos de Mendoza, ganamos 3 a 1, teníamos un equipazo: los hermanos Jorge y Miguel Simioli, Jorge Abdala, el 'Nene' Bautista, 'Pelusa'  Sosa, eran parte del plantel. 'Lechona' Miranda estaba de suplente, te imaginás el equipo que teníamos”, expone con un gesto sobrador.

 


"Quique" está atento al menor sonido que pueda desviar su monólogo. Sólo lo interrumpe para decir que quienes ingresan al living de su casa son sus padres. Sus manos comienzan como a tejer una historia que mucho tiene que ver con la casaca “albiverde” que está extendida sobre la mesa.

 


“No quiero olvidarme de cuando salió campeón en la cancha de Juventud, le ganamos la final 2 a 1 a San Lorenzo, jugaba 'Perico' Ojeda en el arco, era un pibe. Después no dejé pasar un partido sin estar en la cancha. Una vez me llevó mi viejo, en 1989, Estudiantes  participaba de un Regional, con Godoy Cruz, Colegiales de Villa Mercedes y un equipo de General Alvear”, recuerda como si fuera ayer.

 


Es que Estudiantes es su vida y su mejor aliado a toda hora. “No puedo dejar de recordar cuando tuvimos la posibilidad de ascender en 1990, jugamos en Mar del Plata con Aldosivi el 29 de abril y nos ganaron 2 a 0. El 6 de mayo le ganamos 4 a 2 en San Luis y lo eliminamos por penales 3 a 2. Fuimos semifinalistas y jugamos con Nueva Chicago el 12 de mayo en Mataderos y perdemos 3 a 1 y el 20 de mayo nos gana 3 a 0 en El Coliseo. Ahí nos 'vacunaron' mal, no teníamos experiencia, nos faltó un paso para llegar. Pero se nos dio años después, nosotros integrábamos la zona noreste del Torneo del Interior. Ese año se clasificaron tres equipos; Atlanta, que eliminó a Nueva Chicago, Deportivo Morón por la Primera B Metropolitana y Laferrere por la zona sureste”, puntualiza con esa memoria prodigiosa que lo lleva a recordar fechas y formaciones de su equipo preferido.

 


Nada parece sacarlo de su mundo. Todo está emparentado con los colores verde y blanco, con los que conoció la provincia y gran parte del país. “La primera vez fue a Merlo para jugar con Casino y la 1ª vez que salí de la provincia fue a General Alvear, Mendoza", reconoce y de inmediato admite que nadie le regaló nada. Siempre viajó con sus ahorros y a veces haciendo valer su credencial de discapacitado. En su bolso guarda recuerdos de Río Cuarto, Córdoba capital, Villa María, Villa Mercedes, Pergamino, Paraná, Puerto Madryn, Mendoza, San Juan, Buenos Aires y Tucumán. Justamente un día hizo más de dos mil quinientos kilómetros para llegar al "Jardín de la República". "De Río Negro tengo una anécdota, recuerdo que hubo mal tiempo todo el día, nos mojamos como nunca, era para mi cumpleaños, para colmo perdimos 2 a 1, no hubo nada que festejar", cuenta con resignación y agrega: "En otra oportunidad fuimos a Villa María para jugar con Colonia Caroya, se nos complicó porque a la hora de partir mucha gente no quiso hacerlo, sólo quedamos unos dieciocho, entonces contratamos a varios taxis para viajar, fuimos bien pero cuando terminó el partido, los taxis para volver no estaban, nos abandonaron, se portaron muy mal. A mí me ayudó el plantel que me trajo de vuelta, sólo tenía treinta pesos en el bolsillo, fue tremendo”, sostiene en detalle.

 


Con el tiempo, dice "Quique", Estudiantes se convirtió en el "bueno de la categoría". "Levantamos a Instituto de Córdoba, Independiente de Rivadavia de Mendoza y a Guillermo Brown de Puerto Madryn, somos unos levanta giles bárbaros”, cuestiona. 

 


David Torres vive rodeado del amor de su familia, concluyó sus estudios en la escuela "Chile" y aspira a continuar y finalizar Psicología. Se siente protegido por la hinchada del 'verde' y señala que no quiere nombrar a ninguno de sus integrantes por temor a olvidarse de alguno y quedar mal.

 


“Me cuidan cuando me ven”, añade. Y no duda en exponer que para él lo único que vale es su amor por el club, ni siquiera sabe el nombre de los dirigentes. “A mí me interesa que el club esté bien y ganar, eso para mí es lo máximo. Una de mis cábalas es del Federal C, me tomaba el colectivo de línea 'H' y me hacía todo el recorrido. Ahora soy de ubicarme atrás del arco para sentir y 'ver' de más cerca las acciones, y escuchar el aliento de la tribuna”, describe con un orgullo indescriptible.

 



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