Colombia se ilusiona otra vez con la paz. El gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC anunciaron un alto al fuego, que llevaría al cierre de más de medio siglo de conflictos armados. Según un comunicado que firmaron en conjunto, el pacto se dará a conocer hoy en un acto en La Habana, Cuba, en el que participarán el presidente y el líder de la guerrilla, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko. El acuerdo dispone el abandono de las armas por parte de la guerrilla y las garantías de seguridad para los combatientes y pauta un cronograma lograr la conciliación definitiva en alrededor de dos meses.
La negociación entre el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia entusiasma, pero no es la primera. Varios mandatarios intentaron acordar la paz con la FARC sin resultados positivos. Incluso el arreglo que concretarán hoy llevó casi cuatro años de reuniones y la intervención del ex vicepresidente colombiano, Humberto de la Calle, y de uno de los miembros de la organización guerrillera, Luciano Marín, conocido como Iván Márquez, como representantes de ambas partes.
En la ceremonia de La Habana participarán el presidente de Cuba, Raúl Castro, y el canciller de Noruega, Borge Brende, ya que los dos países serán garantes del proceso de paz que emprenderán las FARC y el gobierno colombiano. Y se sumarán representantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los mandatarios de Chile, Venezuela, República Dominicana, El Salvador y enviados especiales de Estados Unidos y la Unión Europea.
Aunque el texto y los detalles del pacto se darán a conocer en el acto, fuentes cercanas a los negociadores adelantaron que el trato es una “hoja de ruta” con los pasos a seguir y las condiciones que el gobierno y la FARC deben cumplir, por lo que la puesta en vigencia de ese convenio no será inmediata. Pero ya consensuaron que la guerrilla abandonará las armas, pero tendrá garantías de seguridad y definirán zonas específicas para ubicar a las tropas, integradas por unos 7 mil rebeldes, y para verificar que efectivamente se cumple el cese del fuego definitivo. En realidad, las FARC mantenían una “tregua” unilateral desde julio del año pasado, mientras que el Ejecutivo había suspendido los bombardeos en contra de los combatientes.
Otro de los puntos acordados fue la lucha contra el paramilitarismo, que según los voceros de ambas partes, incluye a "las organizaciones criminales y sus redes de apoyo, y la persecución de las conductas criminales que amenacen la implementación de los acuerdos y la construcción de la paz". Pero quedan por cerrar los ítems referidos al fin del conflicto, que abarca el plan de reintegración de los guerrilleros y el capítulo previsto en la agenda de los diálogos sobre la implementación y refrendación de los acuerdos.
De acuerdo al cronograma pautado y si logran resolver los temas pendientes, la firma definitiva de la paz se daría en dos meses. Aunque Santos dijo estar confiado en que el 20 julio, para la fiesta nacional de Colombia, finalizarán el trato con las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que lleva 43 meses de gestión. Las FARC reconocieron el avance en el diálogo, que puede desembocar en un acuerdo final, pero expresaron su desacuerdo con que el presidente saliera a mencionar una fecha determinada.
Como parte de las negociaciones, el gobierno y la guerrilla firmaron varios acuerdos provisionales, entre los que se encuentran convenios de lucha contra el tráfico de drogas y la reparación a las víctimas. En las últimas semanas, también negociaron un blindaje legal del pacto final de paz y la renuncia al reclutamiento de menores por parte de la guerrilla.
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