Los “Valle de muñecas” volvieron a su catacumba puntana preferida y entregaron un repertorio de canciones íntimas a un volumen alto.
Hubo una previa tranquila en el bar, sin apuros ni nervios, sólo la necesidad de charlar con amigos, que se estiró demasiado y el show comenzó bastante más tarde que lo previsto, una situación que el cantante y guitarrista Mariano “Manza” Esaín no desaprovechó. Junto al otro Mariano (el bajista López Gringauz) estuvieron en el quiosco de merchandising y los que ingresaban y los veían tan simpáticos se acercaron a saludar, fotografiar, besar, autografiar y vender su material.
Antes de salir, el grupo rió en camarines (sin mala intención) porque en la misma página de su nota en El Diario de la República coincidieron con el rapero Jazzy Mel.
“¿Cómo están todos?”, preguntó un poco comunicativo líder, quien dejó hablar a las canciones y demostró que es uno de los mejores letristas del rock nacional. Su estilo es retro, como post punk con melancólicas melodías plagadas de distorsión que conforman un recuerdo a los noventa alternativos.
En un show para entendidos, gran parte de la lista estuvo armada en base a su último CD, “El fin de las primaveras”. Así se sucedieron “1000 kilómetros”, “La cura y el dolor”, “Insomnio” y algunos repasos a otras bandas de "Manza", como “Cartas” y “Recuerdos de invierno” (de "Menos que cero") y “Dejadez”, un temazo de Flopa Manza Minimal.
Aún así quienes llegaron curiosos no se defraudaron con la propuesta aunque terminaron con oídos zumbones por unos bafles pesados que intoxicaban los tímpanos. En cortes con distorsiones colgadas de la guitarra de Fernando Blanco hubo acoples que se unieron a las canciones.
“Lulo” Esaín es un baterista certero que le facilitó el trabajo a las cuatro cuerdas de Mariano y conformaron una sección rítmica precisa.
Los fans de siempre cantaron y los de la nueva camada oyeron. Con el oído atento reconocieron la melodía de “Tormentas”, aunque la versión que se oyó en Panacea fue un poco más salvaje que la balada de la propaganda.
Resplandores desde la oscuridad absoluta
Una buena impresión causaron los grupos teloneros de la noche del sábado, después de bajar y dejarles el escenario caliente a las visitas.
El dúo “OMh” levantó la modorra de la espera con beats ascendentes, tanto que armaron una ronda en el medio de la pista y hasta un pibe en muletas bailaba mientras “Manza” miraba. En ese momento el músico abandonó su quiosco para chequear a las promesas de la electrónica puntana. “Gracias por el aguante”, se despidieron.
“Antes de bajar” fue la otra banda que salió al ruedo con temas propios. El combo de Gonzalo Zavaroni, organizador del show (y también de clínicas de batería) lleva poco tiempo en la escena pero dejaron un buen sabor con sus canciones.
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