El cáncer le robó un pulmón, pero no la esperanza. Le quitó la posibilidad de seguir surfeando o jugar al squash, pero no el coraje.
En 2015, Santiago Lange recibió la noticia que padecía cáncer. No podía entenderlo. Se preguntaba: "¿Por qué a mí?". Investigó, se operó y siguió adelante, listo para disputarle a Poseidón el título de "Dios del Mar".
Pareció que en Río de Janeiro, la misma deidad hubiese hecho todo lo imposible por impedir que se alzara con el oro. Pero, acostumbrado a vencer grandes retos, Lange y Cecilia Carranza se pararon en el máximo peldaño, escucharon el Himno y lloraron de alegría, mientras la medalla dorada les brillaba en el pecho.
Santiago, que integra el equipo Red Bull, desde el comienzo habló sin tapujos del camino tan complejo que atravesó con su enfermedad. Así lo hizo con El Diario de la República.
— ¿Cuáles fueron los síntomas que le hicieron ir al médico?
—Todo empezó porque me enfermaba mucho cada vez que viajaba. Estuve así durante muchos meses, y en cada campeonato que iba a correr y que tomaba un avión me enfermaba como con una especie de gripe; nunca sabremos si ese estado estaba ligado al nódulo o no, pero así empezó todo. En un momento, a principios de año 2015, estaba corriendo en Palma de Mallorca y decidí parar porque pensé que el cuerpo me estaba di
ciendo algo y que tenía que parar.
—¿Cuál fue su primera impresión una vez conocida la noticia?
—Primero no me lo creía, pensé que se estaban equivocando, que podía ser un nódulo no maligno. Yo me lo quería dejar, porque para hacer la biopsia debían sacarme todo el pulmón, así que siempre intente estar convencido de que debían sacarme el pulmón por una razón, y ésa era porque tenía un cáncer maligno. Me pregunté porqué me pasaba esto a mí, que nunca había bebido, no había fumado y había tenido una vida sana.
—¿De dónde provino la fuerza para hacerle frente a semejante enfermedad?
—No sé bien de dónde provino y creo que mucho tiene que ver con la profesión de deportista, en la que estamos acostumbrados a tener adversidades y superarlas. Durante seis meses estuve investigando mucho sobre el tema, buscando otras opciones, medicina alternativa, haciendo distintos análisis, intentando no operarme para buscar otra manera de solucionar el problema y mientras tanto, indagando con qué medico me iba a sentir cómodo para operarme.
—Físicamente, ¿cómo se sintió durante el tratamiento?
—No hice un tratamiento, pero sí tuvo un impacto enorme: por muchos meses no podía navegar ni cerca de lo que yo estaba acostumbrado. La verdad es que durante tres o cuatro meses, cada día antes de navegar y durante los entrenamientos tenía que tomar un energizante, porque no me daba el físico para aguantar el ritmo de entrenamiento. Y además, como tenía la fecha límite de los Juegos, cometí varias veces el error de subreentrenarme y enfermarme porque estaba esforzándome mucho. Desde noviembre hasta
mayo me costó muchísimo; creo que hice el esfuerzo más grande de mi carrera deportiva para poder estar bien, tanto en el entrenamiento en el agua como en el físico.
—¿Cómo afectó su vida personal, profesional y deportiva la enfermedad?
—Muchísimo, hoy no puedo hacer un montón de cosas que me gustaba hacer. La verdad es que estoy en una condición física un escalón más abajo de lo que yo querría estar. Todavía me cuesta porque no puedo hacer algunas cosas como surfear, andar en bicicleta o jugar squash. Me afecta porque hago cosas a un nivel más bajo de lo que lo hacía antes, pero de a poco me mentalizo para aceptarlo, porque es lo que es, y hay que mirar para adelante y disfrutar la vida desde otro ángulo.
—¿Qué evaluación hizo de todo el proceso?
—El proceso fue un sacrificio, pero también tuvo cosas buenas que es haber superado todo, tuve la suerte de haber diagnosticado la enfermedad en un momento justo. Hoy estoy en contacto con una fundación de cáncer inglesa, justamente para fomentar la prevención, que es un tema importante para la lucha en contra de la enfermedad. Ahora estoy acomodándome a mis limitaciones y tratando de disfrutar de la vida.
—¿Qué consejos puede dar de esta lucha?
—Es muy difícil, porque el cáncer tiene muchas variantes y estadios. No puedo opinar de personas que realizan quimioterapia y de gente que se está midiendo con la muerte, todo lo que opino lo hago con mucha humildad. Lo único que veo es que a mucha gente la ha ayudado y eso es muy lindo. La vida me ha puesto en un lugar de privilegio, que es poder ayudar, y estoy analizando y viendo de qué manera pueda hacerlo mejor.
Una carrera extensa y exitosa
Santiago Lange se bañó de oro y gloria en Río de Janeiro. Junto a Cecilia Carranza, obtuvieron la medalla de oro en la clase Nacra 17 Mixed en yachting.
Hace algunos años estuvo cerca, pero se quedó a sólo dos escalones, ya que cosechó dos medallas de bronce junto con Carlos Espínola en Atenas 2004 y Beijing 2008, en la clase Tornado. De todas formas, en la vida de este ingeniero naval que nació el 22 de setiembre de 1961, se anotan seis competencias olímpicas. Fue noveno en Soling en Seúl 1988, noveno en Laser en Atlanta 1996 y décimo en Tornado en Sydney 2000.
Fue campeón del mundo en la clase Snipe en 1985, 1993 y 1995, y de la clase Tornado, con "Camau" Espínola, en 2004, además de obtener dos medallas de plata en los Juegos Panamericanos de 1983 y 1987.
También fue campeón sudamericano en diversas clases en 1978, 1985, 1989, 1996, 1997 y 1999, y la obtención del Trofeo Su Alteza Real Princesa Sofía en 1986 y 1987.
También es diseñador de los veleros Optimist Lange, ganadores en siete ocasiones de la Copa del Mundo y que se producen en la Argentina y Estados Unidos.


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