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La catástrofe climática, ¿responsabilidad del hombre?

Por redacción
| 29 de enero de 2017
Dibujo: Hugo Bentivegna.

A partir de las dificultades que por causa del clima (inundaciones por las lluvias e incendios por las sequías) se están registrando en diferentes zonas productivas de nuestro país, se vuelve a plantear el debate sobre las razones que, más allá del comportamiento coyuntural del tiempo, llevan a que la Argentina pase de manera recurrente por estas situaciones.

 


Son muchas las conclusiones que, en algunas ocasiones vinculadas a defender intereses específicos, se plantean como “verdades”. Sin embargo no hay coincidencia, y mucho menos certeza, respecto a las mismas. Por eso resulta interesante resumir un trabajo elaborado a fines de 2016 por el Banco Mundial, denominado: 'Argentina: análisis ambiental del país'. Lo interesante de conocer este trabajo, más allá de las disidencias que luego de su lectura podamos tener, es conocer que el referido informe fue presentado por el ministro de Medio Ambiente, Sergio Bergman, tal como puede apreciarse en su página web, en donde el análisis puede consultarse de manera completa. ( http://www.sergiobergman.com/presentacion-del-analisis-ambiental-del-pais-del-banco-mundial/ )

 


Dicho documento abarca todos los aspectos relativos a los diversos desafíos que enfrentan el medio ambiente y los recursos naturales en la Argentina, en especial aquellos relacionados con los retos nuevos de la economía rural, y del desarrollo industrial y urbano. El crecimiento económico constante, una mayor equidad y las transformaciones económicas estructurales son factores que cambian esencialmente las características de los desafíos ambientales, y también la manera en que pueden gestionarse para ayudar a revertir la degradación ambiental y demostrar que la sostenibilidad ambiental, el crecimiento económico y la prosperidad compartida,  pueden ser objetivos que se apoyan mutuamente.

 


El Informe de Análisis Ambiental de País para la Argentina fue preparado por un equipo de especialistas y consultores en desarrollo sostenible, medio ambiente y recursos naturales del grupo de especialistas del Banco Mundial. Se obtuvo un importante material de respaldo a través del equipo de otras prácticas globales y sectores como el urbano, gestión del riesgo de desastres (DRM), energía y agricultura.

 



El clima y la economía

 


La complejidad de los retos ambientales en la Argentina ha aumentado por la transición de una economía rural a una industrial, con un elevado nivel de urbanización.

 


Para los expertos del Banco Mundial, la Argentina ha mejorado mucho su historial de crecimiento económico y pobreza desde la crisis financiera de 2001, aunque el desarrollo no siempre ha sido sostenible y amigable para el medio ambiente. La economía argentina, una de las más grandes de América Latina, está dotada con valiosos recursos naturales. Durante la última década, la economía creció en forma sostenida, más personas lograron ingresar a la clase media, y la inequidad disminuyó.

 


En su informe publicado a fines de 2016, el Banco Mundial señala que la pobreza se ha reducido desde 2001, y las mediciones en educación y salud muestran una tendencia positiva. Sin embargo, los desarrollos en materia de medio ambiente no han sido igualmente positivos. La deforestación se ha convertido en un problema ambiental significativo en el norte de la Argentina y, año tras año, las inundaciones afectan a miles de compatriotas en todo el país.

 


La contaminación del aire, la gestión de residuos y la contaminación del agua se convierten en problemas serios, en especial en los centros urbanos en expansión de la Argentina. Sin embargo, esas dificultades se abordan en forma parcial. A pesar de varias historias de éxito, por ejemplo la gestión de las Áreas Protegidas en apoyo de un vibrante sector que se dedica al turismo natural, los antecedentes del país en la gestión del medio ambiente son aún variados, con severos problemas.

 


El número de visitantes a las áreas protegidas se incrementó en un 88% entre 2003 y 2014. No debe subestimarse que el turismo representa un importante dividendo económico para la Argentina en cuanto a empleo (un millón de puestos de trabajo), ingresos (10% del PBI), y divisas. A diferencia de estos logros significativos, la deforestación, la degradación de las tierras, la contaminación del aire y del agua y la gestión de los residuos sólidos siguen constituyendo un reto para el país. El puntaje obtenido por la Argentina en el Índice de Desempeño Ambiental (IDA) es de 79,84 sobre 100; lo que ubica al país en la posición 43ª entre 180 países. Los puntajes más bajos (entre los 180) se refieren a biodiversidad y hábitat (125), pesquerías (124) y bosques (112).

 



¿El BM cuestiona la soja?

 


En línea con el crecimiento económico, la urbanización y el crecimiento de la clase media, los retos ambientales también han sufrido una transición desde los desafíos predominantemente “tradicionales” a retos cada vez más “modernos”, vinculados principalmente a la industria agrícola y a la contaminación urbana. En la zona rural, el cambio estructural de una actividad agrícola basada en el pastoreo tradicional al cultivo intensivo de la soja, trajo aparejadas externalidades ambientales importantes.

 


En la actualidad, la soja se ubica en primer lugar entre las exportaciones de commodities (28% de todas las ventas externas) y es el producto agrícola más importante (INDEC, 2015). La transformación estructural impulsada por elevadas tasas de urbanización -con más de 90% de los argentinos que habitan en las ciudades (UN WUP, 2014)-, la creciente población urbana y el crecimiento económico amplían el espectro de retos ambientales, agregando, por ejemplo, la gestión de residuos y la contaminación atmosférica y sonora a la ya conocida lista de problemas de gestión ambiental.

 


Entre 2001 y 2014 la Argentina perdió más del 12% de sus zonas forestales, lo que equivale a perder un bosque del tamaño de un campo de fútbol cada minuto, y se compara con una destrucción de la cubierta forestal del 7,4% en Brasil, y de 6,3% en el mundo. Durante ese mismo período, la Argentina se posicionó novena en la pérdida de cubierta forestal a escala global, y en la provincia de Santiago del Estero se dieron los mayores niveles de desmonte en el mundo. Casi toda la deforestación (93%) ocurrió en el norte de la Argentina.

 


El principal motor de la deforestación en las últimas décadas ha sido la expansión continua de la agricultura a escala industrial, en especial para la producción de soja, que experimentó un incremento notable de la superficie cultivada. Durante este período, la deforestación para la cría de ganado también se expandió en la región. En tanto el principal motor de la deforestación es la producción de soja, las causas subyacentes se relacionan con una planificación deficiente del uso de la tierra y su aplicación, lo que incluye una escasez de fondos conforme la Ley Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos (N° 26.331). Y también por las condiciones favorables en las políticas, tecnologías y mercados, que abarca precios elevados de los commodities, lo que favorece la expansión en la producción de soja en detrimento de los montes.

 



¿Y la siembra directa?

 


Un mayor desarrollo del sector debería complementarse con una capacidad reforzada para monitorear y aplicar las leyes ambientales a fin de minimizar las externalidades asociadas –incluido el impacto negativo del desmonte- y considerarlas en las decisiones sobre el uso de la tierra. En 2007, la Ley de Bosques Nativos (N° 26.331) introdujo el requisito de identificar, clasificar, proteger y monitorear los bosques naturales; y estableció un mecanismo para financiar estos esfuerzos en los ámbitos nacional y provincial a través del Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación de los Bosques Nativos.

 


Este Fondo puso en funcionamiento un proceso de fortalecimiento institucional y aplicación de las capacidades. Es un esfuerzo permanente, aunque la falta de fondos parece haber desacelerado el proceso. La disminución reciente en las tasas de deforestación puede atribuirse en parte a la caída en los precios de los commodities, por lo que no puede considerarse un resultado exclusivo de la nueva política. Es esencial comprender los costos y beneficios del desmonte para la extensión de la frontera agrícola a fin de determinar y, a su vez, considerar cuidadosamente las compensaciones al tomar decisiones sobre el uso de la tierra.

 


La pérdida de servicios ecosistémicos y la degradación del suelo debido a la deforestación, implican costos importantes, en tanto el desmonte en la cuenca superior de los principales ríos se asocia a inundaciones ribereñas que producen la mitad del daño económico provocado por desastres naturales en la Argentina.

 


La tendencia hacia una agricultura industrial se asocia con otros desafíos más allá de la deforestación. Por ejemplo, la Argentina se ha convertido en el tercer principal productor de cultivos genéticamente modificados, entre los que la soja representa el 86% (ISAAA, 2015). Ésto podría tener un posible impacto en el futuro para acceder a mercados donde los consumidores no ven con buenos ojos los productos transgénicos. Además, ha aumentado considerablemente el uso de agroquímicos vinculados a la siembra directa. En tanto el área bajo siembra directa, a menudo denominada “labranza de conservación” por implicar menor erosión del suelo, se incrementó del 14% al 73% entre 1993 y la fecha. El uso de insecticidas y herbicidas aumentó en 563% y 1.111%, respectivamente, durante el mismo período.

 



Comentarios finales

 


En su extenso y completo informe el Banco Mundial plantea serias objeciones a la política ambiental en los grandes centros urbanos. Pero vale reiterar que más allá de estar de acuerdo o no con las consideraciones expresadas por los técnicos del Banco Mundial, el trabajo precedente es destacado por la principal autoridad nacional en la materia, el rabino Sergio Bergman. 

 


El Banco Mundial concluye que las inundaciones son el mayor desastre natural que amenaza a la Argentina, y representan el 60% de los desastres naturales y el 95% de los daños económicos.

 


Si bien las inundaciones ribereñas y urbanas tienen raíces comunes, su extensión e impacto económico son diferentes. Las inundaciones ribereñas suceden mayormente en el norte y el centro de la Argentina, en especial a lo largo de la cuenca del río Paraná. La deforestación en las cuencas altas, una infraestructura deficiente de drenaje en el área rural, y mayores precipitaciones, contribuyen a un riesgo acrecentado de sufrir inundaciones ribereñas.

 


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