La medida supuso un golpe extra al bolsillo, pero también un respiro al medioambiente. Así fue que generó voces a favor y en contra. Lo cierto es que hace casi un mes, el inicio del cobro de las bolsas en todos los supermercados, generó una reducción promedio del 20% en la entrega. Si bien las autoridades de los comercios esperan que la cifra se siga ampliando a medida que la gente se acostumbre, los expertos ambientales ya notan un cambio significativo.
“Que el supermercado no entregue bolsas, seguramente implica que el vecino esté usando bolsas de consorcio. O sea que en vez de poner tal vez 5 bolsas chicas de plástico, usa 1 de consorcio grande”, aseguró Roxana Glerean, directora de Medio Ambiente Municipal, y agregó: “A nosotros nos vino bárbaro porque se redujo la cantidad de residuos que se sacan, e incluso para la clasificación. La gente al no tener bolsas, clasifica más en orgánicos e inorgánicos”.
“Aiello” fue el último en sumarse hace casi un mes a las otras grandes cadenas de supermercados que reemplazaron las típicas bolsas de plástico por las de material biodegradable, y que comercializaron las mismas, que logró una caída del 30%. “La idea fue que la gente reutilice las que compró una vez, o que traiga su propia bolsa”, afirmó Gastón, gerente de la sucursal céntrica, y se mostró conforme con el impacto de la medida: “Antes cuando se entregaban gratis, la gente las pedía constantemente. Ahora quizás si necesitan, al tener un costo la bolsa, usan lo justo y necesario. Estoy seguro que el número se va a seguir reduciendo con el correr del tiempo, porque la gente va a tomar conciencia con este tema”.
En el “Vea” la realidad es un poco distinta, porque aseguraron que entregan un 10% menos de bolsas. Uno de los empleados opinó sobre la posible causa: “Es una costumbre muy arraigada. Las personas son reacias a cambiar ciertas cosas. Hubo detractores de esta medida, porque entienden que esta implementación es una gota en el mar, en relación al impacto que puede generar en el medioambiente. Lo que tienen que saber es que por algo hay que empezar. Estas bolsas nuevas nos suponen un gasto más grande, pero que en cierto modo vuelve. Antes comprábamos una cantidad muy grande de bolsas, que era plata que se perdía”.
Con la idea permanente de generar conciencia en los vecinos, Grelean dimensionó cuál es el cambio real que puede provocar: “La bolsa de plástico o nylon tarda muchos años en biodegradarse, oxidegradarse, e hidrodegradarse. Las que dan ahora demoran menos que las de nylon. El impacto en el medioambiente es más que nada visual, y de residuos. El problema era ver bolsas volando por toda la ciudad. Ambientalmente, que se reduzca el número de bolsas es bárbaro, porque ya no se entierra más el plástico, que tarda mucho más en degradarse. Por lo cual el impacto ambiental es muy significativo”.
La medida de comercializar las bolsas, y empezar a usar las oxibiodegradables, que son más grandes y resistentes, fue exclusiva de los supermercados. Es decir que no hubo ninguna normativa que los obligara a hacerlo. Los comercios parecieron entender el beneficio ambiental, además de generar un dinero extra. Sin embargo, aún queda que muchas personas entren en conciencia, y la funcionaria municipal confía que así suceda: “Yo ya me acostumbré a cambiar el hábito, y veo mucha gente que también lo hizo. Creo que los adultos van a ir tomando conciencia por sus hijos, que ya lo tienen más incorporado al tema de separar los residuos y llevar la bolsa a los negocios del barrio. Es una cuestión de costumbre, que va a dar resultado”.
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