Veinte años de cárcel puede ser considerado un castigo ejemplar, pero subjetivamente no hay pena que equipare la perversidad del delito que cometió. El jueves, la Cámara del Crimen 1 condenó a un hombre que en 2013 violó y contagió de sífilis a sus hijitos, que entonces tenían 2 y 4 años. Como si fuera poco, la madre de los pequeños confesó durante el juicio haber sido violada por su suegro y plantó la duda de que el menor de los nenes puede ser fruto de ese ultraje. Así, el fallo de los jueces pareció no cerrar el drama familiar que se destapó con el descubrimiento de los abusos, sino sólo un capítulo de una historia aberrante.
Como las criaturas son hijos biológicos y llevan el mismo apellido que el condenado, este medio se referirá a él solo como M.L., para preservar la identidad de las víctimas.
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