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Carmen Sosa: bailarina por excelencia

Nació para las danzas. A los cinco años comenzó su carrera. Fue directora de tres ballets provinciales. Fue a Bolivia, Perú, México y Estados Unidos. Recibió innumerables distinciones.

Por Johnny Díaz
| 26 de noviembre de 2018
Agradecida. "Me enseñó a bailar Ania Miranda, después aprendí español y clásico. A la danza le debo todo lo que soy". Fotos: Leandro Cruciani y gentileza.

Carmen Sosa es una de las principales referentes del folclore sanluiseño  y nacional. Es una mujer que toda su vida se la dedicó a las danzas, el vestuarismo, la estética y a las coreografías. Es además creadora de los tres ballets provinciales. Con los tres fue aplaudida, ovacionada y reconocida a nivel internacional.

 

Es hija de Dominga "China" Perroni y de Eustaquio Sosa y tiene una hija, Ayelén. Nació el 8 de febrero de 1942, y sus primeros contactos con el arte los tuvo a los cinco años. A esa edad ya mostraba sus habilidades como bailarina, lo hacía con amigas y primas que nunca faltaban. "A mí me enseñó a bailar Ania Miranda, una amiga recibida en la Escuela Nacional de Danzas. Mi madre insistía en llevarme a una academia para que perfeccionara mi baile, mis posturas y mi técnica.

 

"Así, entre regañadientes y como se enseñaba antes, acepté ser alumna del conjunto folclórico "Los Venados" en la calle Tomás Jofré. Ya tenía 13 años, fui por un tiempo su primera bailarina, era un grupo hermoso", dice.

 

A los 76 años, recuerda que a los 13 bailaba folclore, español y clásico. Su vida comenzaba a ser una danza mientras estudiaba en el colegio "San Luis Gonzaga" y vivía en avenida Lafinur entre Belgrano y Pringles, en una casa que siempre estaba con visitas. "Siempre había amigos, parientes y amigos de los amigos, mis padres eran muy hospitalarios, se hacían largas rondas de mates todos los días, verdaderas tertulias", agrega.

 

Sosa sostiene que tuvo la posibilidad de bailar bajo las órdenes de Héctor "Chiquito" Lombera, estuvo unos años hasta que él se fue a vivir al sur del país, y el grupo se disolvió. Ella continuó con sus estudios de danzas hasta que un día junto a su pareja de baile, Ángel Perretti, tuvieron la oportunidad de participar en un concurso para promocionar la yerba  mate Safac. "Éramos muchos bailarines, estaban las mejores del país, tuvimos la suerte de ganarlo y ser figura de esa yerba misionera bajo el slogan 'La mejor entre las mejores", añade.

 

Después de ese espaldarazo, la pareja bailó en los intervalos de una película y otra en el Cine Rex. "Yo tenía mucha vergüenza, pero los aplausos nos llenaban el alma", expresa orgullosa.

 

Agrega que en 1969 el director de Cultura de San Luis, Mario Cecil Quiroga Luco la invitó a crear el Conjunto Folclórico Oficial, con el que en 1971 representaron al país en dos festivales internacionales: en Bolivia y Perú.

 

El recuerdo del viaje a Bolivia aflora en su mente, la ex bailarina hace un paréntesis en su charla. "Nos pasó algo increíble, estábamos lo más bien hasta que de la Embajada Argentina en ese país, nos dicen que tenemos que salir urgente de Bolivia, porque estábamos en peligro, nos tenían que sacar del país como pudieran. Fue en un ómnibus sin  ningún tipo de comodidad. Había un eminente Golpe de Estado, era el 21 de agosto y Hugo Banzer Suárez intentaba derrocar a Juan José Torres, nosotros no teníamos ni idea de lo que estaba ocurriendo".

 

Carmen manifiesta que se le dio por preguntarle al chofer si el viaje era largo y que éste le dijo que irían a Desaguadero, el límite de Bolivia con Perú, y que pasando el lago Titicaca, llegarían. "El viaje demoró más de 36 horas, estábamos destruidos, sin agua, sin comida,  sin baño y con mucho miedo, recuerdo que Mario Rivarola y Jorge Torres (Las Voces del Chorrillero) llevaban las guitarras entre sus piernas, todos nosotros estábamos destruidos por el viaje que fue horrible e inolvidable, la verdad pasamos unos días muy duros y violentos sin saber qué pasaría más adelante".

 

Sosa dice que una vez en Arequipa les pidieron bailar ese mismo día, pero que se negaron y actuaron al día siguiente. "Nos vestimos de gala, los varones de frac y las chicas de largo y por supuesto nuestro abanderado. Representamos a las regiones del país. Nos ovacionaron de los cuatro costados".

 

"Repetimos al sábado siguiente ‑continúa‑ con un cuadro norteño, el resultado fue el mismo. Todos aplaudiendo de pie", destaca. Cuando regresaron hicieron presentaciones en el Teatro Nacional Cervantes y en la Sala Martín Coronado del Teatro General San Martín.

 

La ex directora recuerda que después del éxito logrado en el Cervantes,  el director de ese teatro y Mario Cecil Quiroga Luco, le ofrecieron dirigir en el Colón,  "Girastela", una obra gauchesca. Pero ella dijo que no y no está arrepentida. "No me arrepiento de nada, no me veía fuera de San Luis, era medio raro para mí". 

 

Su profesionalidad y el interés por progresar la llevaron a ser patrocinada en 1971 por Correo Argentino y armó el ballet "Sumakay" recorriendo San Luis y varios puntos del país.

 

Ese grupo se hizo muy conocido a tal punto que tenía varias actuaciones por mes. "Hasta nosotros estábamos sorprendido del éxito que alcanzó en poco tiempo. Fue como un trampolín", expuso.

 

Las actuaciones le valieron el reconocimiento de quienes presentarían días después, una obra de teatro relacionada con San Luis en el Berta Vidal de Battini próximo a inaugurarse.

 

Carmen dice que en 1992 fundó el Ballet Folclórico Provincial, a pedido del Gobierno de San Luis. Estaba compuesto por 13 parejas, que junto a los vestuaristas llegaban a unas 40 personas. "Fue un éxito total, dos años después hicimos más de cien actuaciones, recorrimos el país de punta a punta, menos Mendoza, recuerdo que al coro lo dirigía Alicia Rotondó de Aman y a la orquesta, Darío Talca", puntualiza.

 

Al tiempo que el ballet se iba llenando de logros y reconocimientos, el Gobierno recibió dos invitaciones del exterior, una de México y otra de Estados Unidos. "En Baja California hicimos una presentación espectacular, nunca nos olvidaremos de esos momentos. Días después fuimos a la Universidad de Buffalo en Estados Unidos. Aparte del espectáculo, armé grupos para dar clases en las escuelas públicas, mediante un intérprete los chicos hablaban de historia y geografía de San Luis y de la Argentina".

 

"Fue un éxito total. El día de nuestra actuación, el teatro estaba repleto. Se trabajó de tal manera que el gobierno sanluiseño, recibió un reconocimiento que todavía recordamos. No quiero dejar pasar por alto que antes de viajar, para recaudar fondos y solventar un poco los gastos, hicimos una actuación en El Ave Fénix, nos vieron más de 3.500 personas", señala para volver a inflarse el pecho.

 

Sosa no tiene dudas de que fue una época dorada del baile y la cultura sanluiseña.

 

"Lamentablemente y cuando menos lo esperábamos, recibimos la noticia que el Ministerio de Educación, a cargo de Héctor Torino, daba de baja al elenco oficial de baile, el Coro Polifónico y la Banda de Música. Pese a los logros obtenidos, nos quedamos sin trabajo. Nunca supe el porqué, solo nos dijeron que habíamos cumplido un ciclo", sostiene sin poder digerirlo.

 

"Como pude, armé el Ballet Provincia de San Luis, los ensayos eran en el Centro Cultural de Puente Blanco y el vestuario fue una donación del gobernador de ese entonces, fueron épocas difíciles", aclara.

 

En 2008 la bailarina y coreógrafa fue distinguida con una Mención de Honor en la Cámara de Diputados de la Nación "por su trayectoria artística como intérprete y coreógrafa de la danza folclórica argentina".

 

 En 2005, el Gobierno de San Luis le solicitó que armara el ballet de la Inclusión Social, que  estuvo compuesto por 12 parejas. En 2010 ese grupo se disolvió totalmente, pero antes bailaron en el Hugo del Carril. "Fue apoteótico, no quedó un lugar vacío. Nos fuimos llenos de buenos recuerdos", define.

 

Carmen deja para el final su estilo. "Lo mío es la igualdad. En las coreografías marcaba algo distinto, miraba con atención las distintas coreografías de danzas del mundo y las intentaba aplicar en mis bailarines porque me gusta la prolijidad arriba del escenario. Me decían que era muy exigente", describe y admite que dejó sin bailar a muchos profesionales de la danza, no por malos bailarines sino por falta de disciplina. "No me gustaba algo y se los hacía saber. Yo les pedía: 'arriba del escenario 8 puntos abajo 10', ustedes son la cara de nuestra juventud, de nuestro San Luis, hay que ser responsables de nuestros actos. Y ellos lo entendían. Eso sí, siempre mantuve a los grupos unidos".

 

Ya en el epílogo de la charla, desnuda su sueño. "Me gustaría dirigir un ballet de niños de hasta 14 o 15 años", lo revela. Ojalá lo logre. Sabiduría, experiencia y pergaminos le sobran.

 

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