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Caso Brenda Arias: la ex esposa del acusado, en contradicción con otros testigos

Carolina Pereyra, que contó que Murúa la golpeaba, fue sometida a un careo con un matrimonio.

Por redacción
| 08 de noviembre de 2018
Los familiares de Brenda golpean la camioneta del COAR que trasladó al acusado. Foto: Martín Gómez.

La ex esposa de Juan José Murúa, María Carolina Pereyra, declaró ayer que se enteró por la madre de Brenda que su amiga había desaparecido. “Le había dicho a la madre que se iba a juntar con nosotros, pero yo no sabía eso”, declaró la testigo ante los jueces Sandra Piguillem, Luis Sosa y Juan Saá Zarandón. Un rato antes había dicho “no me acuerdo si Brenda iba a ir a comer con nosotros”. Hablaba de la noche que la chica de 19 años fue asesinada.

 

Hay dos testigos que han aportado mensajes de texto en los cuales Brenda les contaba que esa noche iría con Pereyra y Murúa a cenar en la casa de Silvia Guadalupe Marietti y Eduardo Alberto Escudero.

 

Aunque Pereyra ha denunciado a Murúa por violencia de género y el presunto homicida fue condenado por eso, ayer dijo que no guarda sentimientos de ningún tipo por el acusado, con el que tuvo dos hijos. Quizá por ese vínculo, al oír su declaración quedó flotando la idea de que Pereyra decía menos de lo que sabía, y no tenía intenciones de decir nada comprometedor para su ex esposo, aunque explicó cuál fue el motivo por el que terminaron su relación: “Murúa me pegaba, siempre me pegó, por eso me separé”, dijo.

 

Le preguntaron si alguna vez había notado que su entonces esposo tuviera interés en Brenda o le dispensara gestos cariñosos o actitudes de seducción. Contestó “él era muy…”, se rió y completó: “Siempre fue muy picaflor, pero no vi un trato afectuoso con Brenda”.

 

Pereyra fue sometida a un careo con otros dos testigos que declararon ayer, el matrimonio de Marietti y Escudero. El tribunal dispuso confrontarlos por la falta de coincidencia entre sus testimonios.

 

La pareja asegura que aquel sábado 11 de julio de 2009, Murúa y su esposa llegaron a eso de las seis y media de la tarde a su casa. Pereyra asegura que fueron recién a eso de las diez y media de la noche, después de cenar en lo de una amiga.

 

A lo de Escudero, Murúa llegó con una caja de balas y decidieron salir a cazar. Pero el dueño de casa se había olvidado su carabina en la camioneta de su patrón, así que diez o quince minutos después de llegar Murúa le dijo que él iba a buscar la suya y volvía. Dejó a su esposa ahí. No tardaría más de media hora en ir y volver hasta su casa en el paraje Boca del Río. Pero volvió entre las once y media y doce de la noche. Supuestamente, se le había entrado una cabra en la casa y le había causado desorden. “Le soy sincero, en ese momento no le creí, pensé que se había encontrado con una chica”, declaró Escudero ante el tribunal.

 

Brenda también salió de su casa esa noche. En teoría, iba a encontrarse con Murúa y su esposa. Con Carolina no estuvo. Y desapareció. Días después hallaron sus restos, quemados en el campo.

 

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