Luchadoras, sensibles y muy compañeras

Lidia Barzola es la coordinadora de la asociación “Mujeres con Vida” integrada por pacientes con cáncer que se reúnen para realizar actividades de laborterapia y así enfrentar juntas el tránsito por la enfermedad. “Ya pasaron diez años desde que me diagnosticaron un cáncer de mama y hoy puedo decir que ya tengo el alta médica”, dijo a modo de presentación la mujer de 62 años. Como tantas otras pacientes que padecen esa enfermedad, Lidia se detectó un bulto en su mama en el 2008 y luego de visitar varios médicos confirmó que tenía un tumor maligno. El tratamiento de quimioterapia lo hizo en el Centro Oncológico Integral durante un año y después pasó por la terapia de rayos. 

Al grupo de “Mujeres con Vida” llegó por medio de una amiga que le pidió si podía enseñarles dibujo a unas pacientes con cáncer que se juntaban una vez por semana: “Me explicaron que era un grupo que se juntaba para hacer distintos talleres y estar ocupadas en algo que les gustara mientras hacían sus tratamientos. Eso duró casi dos años mientras Claudia Lucero era la directora y después me pidieron si yo podía colaborar y ser la coordinadora”.

Ahora se juntan los martes y jueves después de la 16 en su sede de la calle Dominicos Puntanos 823 y hacen talleres de dibujo, bijouterie, costura, tejido, pintura y gimnasia. “Como todas sabemos por lo que hemos pasado charlamos mucho entre nosotras, nos contamos nuestras experiencias porque sólo otra paciente con esta enfermedad puede entender lo que se vive internamente. Nos acompañamos, nos ayudamos en lo que haga falta y festejamos juntas los cumpleaños”.

Casiana Argañaráz es otra de las integrantes del equipo y también pasó por la experiencia de tener un tumor en sus mamas que se lo detectaron en 2004. Hoy tiene 62 años y ya pudo superarlo, a pesar de que en su caso la enfermedad le hizo perder el cabello, los dientes, las uñas y su autoestima. También realizó su tratamiento en el Centro Oncológico y ponderó el trabajo que hizo con los psicólogos porque según dijo “fue importantísimo. Yo estaba muy deteriorada y gracias a ellos y a los médicos del Centro pude salir adelante”. 

Luego de pasar por los talleres de la asociación, ahora Casiana se dedica a escribir poesías y una de ellas se la dedicó a las mujeres que pasan por este trance: “Lo que ayuda al paciente es la entrega, la voluntad, la firmeza y la fe; todas ellas dan la certeza de que vas a salir adelante y te vas a recuperar. Eso no es más que la expresión del espíritu. Cuando me enteré de que tenía el tumor tuve como un despertar, un encuentro conmigo misma y me enseñó que tenía que ser una luchadora. Me di cuenta de que me tengo que amar. Hice una introspección y encontré mi alma. Y ahí la firmeza para pelear por mi vida”. 

Sobre la actividad que realizan, la definió como “una puerta abierta a un dolor universal que todavía no ha sido considerado por una ley que beneficie a los pacientes. Al día de hoy ni la mujer, ni el hombre con cáncer; que además tiene una discapacidad en su cuerpo, no están contemplados para poder viajar gratis en el transporte público cuando por ejemplo tiene que trasladarse a un hospital para hacerse algún control o tratamiento”.