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Alerta por rebrote de sarampión: vacunar es la única defensa

El diagnóstico de una beba de ocho meses en la Ciudad de Buenos Aires puso atento a todo el sistema de Salud Pública. Los niños de un año y los que cumplan 6 deben recibir las dosis.

Por Matías García Elorrio
| 01 de abril de 2018
El sarampión es causado por un virus de la familia de los paramixovirus y normalmente se suele transmitir a través del contacto directo y del aire. Foto: ilustrativa (internet)

Aunque en la Argentina no se registraban casos autóctonos de sarampión desde el año 2000, la aparición durante esta semana de un diagnóstico en una beba de 8 meses en la Ciudad de Buenos Aires, despertó el alerta contra una enfermedad que desde hace nueve años sólo había registrado algunos afectados importados.

 

Uno de los motivos por los que el sarampión aún no fue erradicado  del planeta es porque muchas personas todavía deciden no vacunar a sus hijos, aún cuando tienen acceso a la inmunización. Pero además porque en países de África y Asia todavía no cuentan con la posibilidad de acceder a la vacuna, única forma de prevención, de manera masiva y gratuita.

 

En nuestro país el último brote fue en el 2010, posterior al mundial de fútbol de Sudáfrica, donde dos personas lo contrajeron allá y luego hubo otros 15 relacionados. En 2011 se habían registrado dos casos importados más en la localidad de El Bolsón (Río Negro) y otro se reportó en Santa Fe. En total en los últimos ocho años fueron 23 las personas afectadas en todo el territorio.

 

El reciente alerta lo dio la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que a principios de marzo informó que en 9 países de la región se notificaron casos entre enero y febrero: Antigua y Barbuda (1), Brasil (14), Canadá (4), Colombia (1), Estados Unidos (13), Guatemala (1), México (4), Perú (2) y Venezuela (159).

 

Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya había anunciado el repunte en Europa durante el año pasado: allí se registraron 35 muertes y 21.315 casos de la enfermedad, lo que representó un 400% más que en 2016, cuando se contabilizó un mínimo histórico de 5.273 afectados.

 

En ese informe la OMS recogió datos de los 53 países que conforman la Unión Europea donde advierte que en uno de cada cuatro países se confirmó un brote con más de 100 casos. El país más castigado fue Rumanía, donde se contabilizaron 5.562 pacientes. Después se ubicaron Italia con 5.006 y Ucrania que sumó 4.767.

 

La región de las Américas, en cambio, se convirtió en la primera zona del mundo “Libre de sarampión” certificada por la OPS en setiembre de 2016.

 

“En nuestro país estaba prácticamente en extinción porque desde el año 2000 no teníamos casos autóctonos. Y la última epidemia fue en el año 1986, donde en San Luis tuvimos muchos enfermos”, dijo el médico pediatra Ricardo Demarco. Según explicó "el sarampión es una enfermedad humana porque no hay reservorios en la fauna, no es como la fiebre amarilla que la tienen varios animales y por eso es muy difícil de erradicarla. Esta enfermedad es sólo del ser humano y por eso es erradicable, como lo fue la viruela humana que en Argentina se terminó hace 50 años y en el resto del mundo hace un poco menos”.

 

 

Después de 18 años una beba de 8 meses fue diagnosticada de sarampión en la Ciudad de Buenos Aires. Fue el primer caso autóctono en el país desde que se lo declaró "libre" de esa enfermedad.

 

 

Demarco destacó que “aún sigue existiendo porque tenemos grupos de países donde la vacunación no es estricta o no tienen cobertura. Pero además por los grupos 'anti vacunas' conformado por familias y médicos con creencias distintas al resto de la población, que no vacunan a sus hijos. El problema es que todavía hay un grupo susceptible en la población que puede enfermarse, a pesar de estar vacunados: porque su sistema inmune no hizo buenas defensas o aquellos que por la edad aún no están inmunizados (menores de un año). Esto quiere decir que alguien que padece sarampión puede contagiarlos”.   

 

La primera dosis de la vacuna se debe aplicar a los niños de un año y cuando ingresan al primer grado (5 o 6 años) la segunda, que se denomina triple viral. “Pero si hay algún riesgo de epidemia, la segunda dosis se puede aplicar antes de los cinco años. A las embarazadas no se recomienda vacunarlas, de cualquier manera en las campañas que se han hecho cada cinco años se vacunó a alguna que todavía no sabía de su embarazo y no tuvieron ninguna complicación”, dijo el médico.   

 

Demarco recordó que “la gente consideraba, antes de salir la vacuna, que el sarampión era una enfermedad que había que tenerla, porque no había otra forma de prevención. Pero aún así terminaba con la vida de muchos niños porque no era para nada benigna”. Detalló que “tiene una importancia clínica porque es una enfermedad que puede ser muy grave y desencadenar la muerte, ya que el virus se desparrama por todo el cuerpo y afecta a todos los órganos”.

 

El sarampión tiene un curso propio que se distingue de otras enfermedades eruptivas, como la varicela o la rubeola, porque empieza con fiebre alta; después ataca la boca y luego la erupción empieza en la cabeza y termina en los pies. “Eso dura unos siete días, pero mientras tanto la persona experimenta un catarro muy grande con importantes secreciones; además de una conjuntivitis catarral. Es decir que son signos muy propios de esa enfermedad”, aclaró Demarco.

 

Sobre su diagnóstico, el experimentado profesional hizo una observación particular: “La gran mayoría de nuestros médicos nunca vieron un enfermo de sarampión, salvo en los libros, porque hace muchos años que no hay. Por eso, ante la duda, hay que hacer la notificación a las autoridades sanitarias para que se obtenga material de esa persona  y se lo analice para saber si es sarampión”. Y destacó que “si el 95 por ciento de la población está cubierta con la vacuna, el virus no puede progresar”.

 

También criticó a los grupos “anti vacuna” que existen en varios países: “Es el problema más grave porque donde hay mucha población con mayores posibilidades económicas es donde existe más gente que no vacuna a sus hijos y eso provoca que la enfermedad se propague. La vacunación no es un tema personal sino de salud pública: ya no tenemos el derecho de no vacunar a nuestros hijos, ahora tenemos la obligación de hacerlo”. Y recordó que en Argentina desde el año 1983, por ley, todas las vacunas del Programa Ampliado de Vacunación son gratuitas y obligatorias.

 

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